Mujeres wichí del noroeste formoseño encontraron en un alimento ancestral una salida laboral
Más de 200 familias del Gran Chaco se involucraron en la producción de harina de algarroba y en diez años lograron escalar en calidad y cantidad. Hoy cuentan con un producto prémium, le venden la producción a una empresa alimentaria y tienen planes de instalarlo en el mercado internacional. El proyecto aporta trabajo, restaura prácticas alimentarias que se están perdiendo y es cuidadoso con un monte en el que el ritmo de la deforestación es uno de los más altos del mundo.