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La aprobación del trigo transgénico HB4 viene generando opiniones divididas, desde los que defienden el desarrollo tecnológico hasta la preocupación de productores, consumidores y ambientalistas locales y de la región. Argentina es el primer país del mundo en aprobar este tipo de trigo.
Empecemos por lo primero, ¿qué es un transgénico?
Según la OMS, son organismos modificados genéticamente a partir de la introducción de uno o varios genes de otras especies que no pertenecen a su genoma original para otorgarle ciertas características.
En el caso del trigo transgénico HB4, se aislaron algunos genes del girasol, una especie muy adaptable a la falta de agua. Esos genes se pasaron a una planta experimental y, después de estudiar los resultados, se transformaron plantas de interés agronómico como soja y trigo, con el gen seleccionado. El resultado fue un trigo con una tolerancia mayor a la sequía.
El crecimiento de la población mundial trae consigo dos grandes problemas: la necesidad de producir comida para alimentar a todo el mundo y la falta de tierra para cultivar, según reporta la ONU.
Estados Unidos, Brasil y Argentina son los tres países del mundo que tienen mayor superficie destinada a cultivos modificados genéticamente. Según el Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), desde la creación de los transgénicos aumentó notablemente la producción mundial de alimentos y con un menor uso de la tierra.
¿Qué dicen algunos productores?
Barbechando es una organización de productores y profesionales vinculados a la actividad agroindustrial que busca incidir en leyes y políticas públicas para el sector.
"El trigo HB4 es muy importante porque se puede aplicar en superficies en donde hoy sería inviable. Esto estabiliza la producción de trigo, generando más previsibilidad y bajando el costo. Por lo tanto, van a bajar los alimentos. Van a haber más alimentos y más baratos", dice Germán Paats, presidente de Barbechando.
Si pensamos en los consumidores, ¿son seguros los cultivos transgénicos?
Según un análisis y recopilación de varios estudios de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (NAP), desde el punto de vista del consumo directo en ninguno de los países donde están aprobados se han mostrado efectos negativos en humanos.
Raquel Chan es la investigadora del CONICET que fue responsable del descubrimiento del trigo. "Argentina tiene un sistema regulatorio modelo y aceptado a nivel internacional en el cual para cualquier cultivo genéticamente modificado implica demostrar que no existirá daño ambiental, sino beneficios, que que no existirá daño a la salud humana o animal y que no existirá daño a la economía nacional", explica Chan.
Entonces, si los alimentos transgénicos son seguros para las personas que los consumen y nos permiten aumentar la producción, ¿cuál es el problema?
El uso de agroquímicos
Una de las situaciones que más preocupan a diferentes organizaciones es el incremento en el uso de agroquímicos.
La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) es una organización nacional de familias productoras y campesinas que se encuentra en 15 provincias.
"No es el trigo transgénico solo, sino que viene con un paquete tecnológico de herbicidas y de plaguicidas que ha quedado demostrado que son tóxicos y que es veneno para nuestros cuerpos, nuestro territorio y nuestras familias. Se está implementando ese paquete tecnológico con un tipo de glifosato que es peor aún que el glifosato que ya la OMS tuvo que afirmar que es probablemente cancerígeno con todo lo que eso implica", considera Rosalía Pellegrini, de la UTT.
El glifosato es el herbicida más usado alrededor del mundo. El herbicida al cual es resistente el trigo transgénico es el glufosinato de amonio.
El mal uso de los herbicidas puede provocar que a largo plazo muchas especies de malezas logren resistencia, por lo que con el tiempo es necesario usar cada vez más herbicidas, según la Environmental Sciences Europe.
Las fumigaciones con agroquímicos
La periodista especialista en alimentación Soledad Barruti destacó en un artículo para RED/ACCIÓN que una sus mayores preocupaciones es que con este nuevo desarrollo se fumigará la tierra a lo largo de todo el año. Ahora se fumiga en primavera y verano, con el trigo se completaría el ciclo fumigando también en invierno.
Con el tiempo, la exposición al glifosato ha demostrado en algunos casos tener efectos controversiales tanto en la salud de animales como en personas. Por eso, países como Austria y Alemania ya anunciaron su próxima prohibición.
Sin embargo, desde el CONICET afirman que este nuevo desarrollo podría ayudar a reducir el uso de herbicidas.
"No sembrar solo soja, que es el monocultivo que se siembra en verano, sino alternarlo con trigo en invierno implica una reducción drástica del uso de herbicidas. Porque al tener un cultivo constante en el terreno a sembrar, las malezas no pueden crecer y con mucha menor cantidad de químicos se puede mantener un terreno libre de malezas ya que hay un cultivo creciendo", afirma Raquel Chan, investigadora del CONICET.
Desde el lado de los productores que están en contra, creen que lo que hay que cambiar es el modelo de producción.
"Es aumentar que nuestro territorio esté en función del monocultivo y del agronegocio. Eso implica desmontes y eso implica sobretodo que la tierra deje de estar en función de un proyecto de producción de alimentos sanos para el pueblo. El pueblo nacional o está para la producción de alimentos sanos, la agroecología y otros modos más sustentables para pensar la agricultura. O está para el monocultivo, ya vimos lo que pasó con la soja", opina Rosalía Pellegrini, de la UTT.
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