Es conocido por UPD. Significa Último Primer Día y es una costumbre extendida en casi todo el país en la que los y las estudiantes de quinto o sexto año celebran el primer día de su último año en el secundario.
La idea es pasar la noche en vela antes de llegar al colegio. En muchos estudiantes ese ritual implica el consumo excesivo de alcohol durante la noche previa al inicio de las clases y entrar al colegio haciendo mucho ruido. Aunque esto no siempre es así: ya les contaré casos en los que los estudiantes decidieron celebrar de manera muy diferente.
Como es de imaginar, el festejo preocupa a familiares, docentes y, por supuesto, también a estudiantes. Organismos y gobiernos provinciales publicaron recomendaciones sobre cómo acompañar los esa noche, y pautas para que padres y docentes puedan conversar y acordar una celebración en la que chicos y chicas se cuiden y cuiden a los demás.
De hecho, el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, según publicó el diario Perfil, recibió pedidos de colaboración por parte de las familias de cara a esta celebración.
“Lo preocupante es que el festejo, en algunos lugares, ha ido tomando formas muy inseguras y cuasi violentas de desarrollarse: consumo excesivos de alcohol, drogas ilícitas, ruidos molestos, uso desmedido de pirotecnia, entre otras situaciones que derivan en conflictos mayores; estudiantes que ingresan a la escuela alcoholizados, disturbios, peleas entre pares y con adultos”, detalla Karen Baukloh, coordinadora del Espacio Educación Socioemocional de Misiones.
Desde repartir desayunos hasta un festejo mediado por padres
El UPD no tiene el mismo arraigo en todo el país. De hecho, hay provincias que casi no registran escuelas donde lo hagan. Y tampoco implica lo mismo en todos los casos.
Hay escuelas, como en el caso de Mendoza (las clases comenzaron el 26 de febrero), donde hubo varios padres multados por encontrar a sus hijos alcoholizados. De hecho el gobierno mendocino lanzó la siguiente campaña:
HABLÁ CON TU HIJO/A
— DGE Mendoza (@MzaDGE) February 22, 2020
¡Que su último año sea el mejor!?
✔Acompañalo/a para que viva esta etapa sin excesos.
✔Que disfrute sin alcohol.
✔Que duerma en casa. La noche anterior al inicio de clases, es mejor cargar energía para lo que sigue.#QueLosChicosAprendan pic.twitter.com/6Ca7O3N8LB
Pero hay otras experiencias, como la del colegio Sagrado Corazón de Jesús, de la ciudad de Tucumán, donde los estudiantes decidieron salir a repartir desayunos a personas que estaban en lugares públicos: visitaron un hospital, la sede de Anses, un banco y un hogar de ancianos.
O situaciones intermedias como la que se propone llevar adelante hoy 10 de marzo el Colegio Guadalupe, en el barrio porteño de Palermo. Esa escuela, como otras dos de la zona, se reunirán, como todos los años para este día, en una plaza cercana. Pero esta vez irán padres y madres, y en un horario razonable.
Comúnmente lo hacían a partir de las 2.30 de la madrugada hasta cerca de las 8 de la mañana, cuando ingresaban a los colegios. Bebían, cantaban, saltaban, bailaban, tiraban petardos y bengala. “Provocaba muchas denuncias de vecinos por ruidos y disturbios”, cuenta una madre.
Este año, la escuela reunió a los padres para conversar sobre la celebración y acordaron que los chicos irán a la plaza, acompañados por algunos padres y a partir de las 7. “Pero en esa plaza tal vez estén los chicos y chicas de otras escuelas desde muy temprano”, se preocupa otra madre.
Rosario, una alumna de quinto año del colegio, cuenta que la escuela los espera a las 8.50 con un desayuno. “Vamos a poder entrar sin uniformes, con espumas y serpentinas”, dice Rosario. Y aclara: “En mi grupo de amigos no consumimos alcohol, pero hay otros que sí lo hacen. Por eso el colegio pidió que estén los padres por si alguno ingresa habiendo tomado alcohol puedan retirarlo. Si tomó, no podrá permanecer en la celebración".
Perderse de la celebración es algo que los y las estudiantes no quieren que les ocurra y sirve como límite. “Que yo sepa, en los años anteriores nadie se excedió porque saben que se pierden la celebración”, acota Rosario.
“A mí no me cambiaba tener el UPD. Pero a medida que se acerca el día tengo ganas de celebrar que es el último año. Eso sí, no estoy de acuerdo con tomar, ni tirar pirotecnia, ni haciendo ruido y molestando a los vecinos. Me parece que le faltamos el respeto a la gente. Yo quisiera ir a la plaza a las 8 de la mañana y entrar a las 8.50”, concluye Rosario.
Acompañar sin prohibir
La Dirección de Educación y Cultura de la provincia de Buenos Aires acaba de publicar una guía orientativa para docentes y autoridades con la idea de que puedan acompañar a los estudiantes e invitarlos a reflexionar sobre los escenarios de celebración.
En la guía se hace hincapié en que el último año es una etapa de alegrías, temores, deseos e incertidumbre para las y los jóvenes que cursan el nivel secundario. Y son los adultos quienes deben acompañar, respetar y no subestimar este recorrido.
También detalla el rol del equipo docente durante el UPD y hace propuestas pedagógicas para trabajar con familias y estudiantes. Haciendo foco en “las diversas modalidades de festejos” y la importancia de abordarlas “desde una política de cuidado, constituyéndose en una oportunidad más para seguir enseñando y aprendiendo prácticas democráticas de convivencia”.
En el mismo sentido, la Defensoría del Pueblo de esa provincia elaboró en un documento con 7 pautas para hablar sobre el UPD en el seno de las familias y en las escuelas.
Entre las sugerencias, destaco dos: “Busquemos alojar y contener a las y los jóvenes, no de dejarlos solos” y “Las medidas que se tomen desde la escuela no deben ser únicamente prohibitivas o sancionatorias: trabajemos el UPD como un hecho pedagógico y reflexionemos críticamente sobre estas prácticas”.
En la misma línea, el gobierno de la provincia de Santiago del Estero difundió un video promoviendo que los padres charlen y reflexionen con sus hijos e hijas sobre estos festejos. Y aconseja que los y las adolescentes duerman en sus casas.
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de pensar en hacer ruido es lo dañino que pueden ser esos ruidos para personas con autismo, por ejemplo, y sobre todo si asisten a la misma escuela.
Lo que las y los estudiantes no se quieren perder
Más allá de pasar la noche sin dormir o no, ese primer día de clases los colegios recibirán a chicos y chicas de manera particular para empezar el último año celebrando. Y a ese festejo ninguno se lo quiere perder.
En la Escuela de Educación Secundaria Nº2, de la localidad bonaerense de Daireaux, docentes y familias consensuaron que los 45 estudiantes ingresarán disfrazados y serán recibidos por los demás estudiantes de la escuela, las familias y el plantel docente y no docente. Luego, desayunarán con las familias, donde la protagonista será una torta realizada por los auxiliares de la escuela.
En el pueblo de Bellocq, partido bonaerense de Carlos Casares, el próximo jueves 12, los 11 chicos y chicas que inician la cursada del último año llegarán a la escuela en una camioneta adaptada como un carruaje. Será a las 13 y las familias estarán en la escuela para la contención. Los chicos tienen preparada una coreografía y el festejo será abierto a la comunidad. Luego habrá un almuerzo a la canasta, con música, y pasarán al aula a trabajar y debatir sobre “vocación y futuro”. Para finalizar, se proyectará una película que habla de la convivencia.
Camila López estudia en Río Negro y representa a su provincia en la Mesa Federal que conforman los centros de estudiantes de todo el país. “Me parece que lo que ocurre en el UPD está exagerado. La mayoría tienen entre 16 y 18 años, somos responsables de lo que consumimos y sabemos o conocemos nuestros límites”, asegura Camila. Y enseguida pone de manifiesto otro desafío: “Si la prevención de drogas y alcohol se diera en las escuelas correctamente, no habría problema con el tipo de sustancias que se consumen”.