"Estaba viendo un partido de fútbol, estaba a punto de terminar y sentí un dolor en el pecho, un dolor bastante insoportable que llegaba de mi pecho hasta la garganta y no me podía mover ni podía hablar mucho y cada vez que respiraba me dolía y me sentía presionada. Me tuve que ir un rato a mi pieza para poder calmarme y poder respirar tranquila para poder sacarme ese dolor que tenía porque era insoportable", dice Caro*.
Ella tiene 14 años y vive en el Gran Buenos Aires. Está en tercer año del Secundario, en plena adolescencia, y tiene trastorno de ansiedad. Una patología que ella compara con una piedra: "Una piedra que dependiendo cuan afectado te sientas con vos mismo se hace cada vez más y más grande".
En Argentina, 1 de cada 3 personas presenta un problema de salud mental a partir de los 20 años. Y las problemáticas más frecuentes son los trastornos de ansiedad.
¿Qué pasa con niños, niñas y adolescentes?
Según el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), organización dedicada a la neurociencia, entre un 9% y un 21% de la población infanto-juvenil argentina sufre de trastornos de ansiedad. Una tendencia que según datos de la OMS se replica en todo el mundo y afecta a entre un 10% y un 20% de los adolescentes.
En este sentido, el médico psiquiatra Santiago Levin explica: "Los trastornos de ansiedad son muy comunes en todas las edades. También en la adolescencia. Hay contextos que generan ansiedad y que pueden desencadenar un trastorno de ansiedad. Pero también hay ansiedades que vienen desde adentro sin que uno o una pueda identificar la causa".
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Los trastornos emocionales pueden afectar profundamente al rendimiento académico y la asistencia escolar. Además, pueden llevar a un mayor retraimiento social, exacerbar el aislamiento y provocar un mayor sentimiento de soledad.
Para Caro, la ansiedad durante su período escolar "se traducía en tener todo ordenado, en no tener inconveniente en hacer las cosas y tener todos unos horarios y responsabilidades muy concretos. Sin embargo había situaciones fuera de ese control, sobre todo trabajar en grupo o exponer sola frente a su clase. Era bastante difícil, pero lo intentaba”.
Todo esto le llevó a vivir constantemente pendiente de los demás: "Cada vez me sentía más preocupada por lo que podía pasar, por lo que podían pensar de mí o por mis acciones, sentía culpa, sentía miedo y estaba constantemente nerviosa por el simple hecho de lo que hacía y dudaba de mis acciones".
La ansiedad, un problema no siempre reconocido
En muchos casos los trastornos mentales son estigmatizados y no se toman en serio. Pero la ansiedad es tan real como el COVID o la presión arterial y necesita ser tratada con la misma importancia. En el caso de Caro, empezó a contar más o menos su situación cuando ya no podía más: "Cuando ya estaba ahogada en mi propio vaso de agua cuando ya estaba demasiado nerviosa y los demás me veían mal. Se lo pude contar primero a mi hermana aunque la persona que ya lo supo desde antes fue una de mis amigas", explica.
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Levin sostiene que se busca tratamiento cuando la ansiedad se torna intolerable, cuando uno o una no la puede sobrellevar y cuando empiezan a aparecer síntomas sobreagregados como mucha inquietud, palpitaciones, dificultad para dormir, dificultad para concentrarse, etc.: "Principalmente en la adolescencia el tratamiento para la ansiedad es psicoterapéutico, muy pocas veces cuando es necesario se puede agregar una medicación".
Por su parte, Caro busca sobrellevar la ansiedad de diferentes maneras: "Esos momentos donde intento desconectarme de todo o intento olvidarme de mis problemas simplemente agarro los auriculares y me pongo a escuchar mi música preferida, me pongo a bailar y a dibujar que es una manera muy fácil de expresarme".
Caro se muestra optimista y ha aprendido a vivir su día a día con cierta normalidad: "Sí pude darme cuenta que después de varios de mis actos de ansiedad o de mis propios nervios, sí tengo la fortaleza para afrontar varias situaciones. Cuando me tengo que poner firme lo hago sin ningún problema. También aprendí que tengo que pedir ayuda de vez en cuando, cuando no puedo más y cuando simplemente quiero parar con todo. También aprendí que sin importar las situaciones, las personas que más confían en mí no se van a ir".
¿Cómo acompañar a quien tiene un trastorno de ansiedad?
Para Levin lo esencial sobre todo "es escuchar, creer lo que la persona dice, no desmentir la percepción, no decirle 'no, eso que a vos te pasa no es así'. Hay que aprender a creer en lo que uno escucha y esa es la mejor manera de acompañar. Desmentir, negar el sentimiento o la percepción del otro o de la otra siempre es una mala idea. Es por el otro camino".
Mientras, Caro anima a esas personas que pueden estar atravesando la ansiedad o problemas similares a esos, invita a que no se queden estancados en el mismo lugar. "Y no estoy diciendo que sea algo fácil porque ni siquiera para mí lo es a veces porque cada día es como un reto que tengo que superar". Explica Caro, y concluye diciendo que tampoco es imposible: "Y si yo estoy en este momento sentada diciendo esto es porque a esas personas les digo que pongan lo suyo que va a ser la mejor sensación de toda la vida".
*Caro formó parte de la experiencia Transformá al Mundo con tus Ideas, creada por Clubes TED-Ed y Ashoka, que promueve a los y las jóvenes a ser agentes de cambio y, como tales, que se animen a compartir su historia para que otros puedan reconocerse.
Si tenés una inquietud que te preocupa o un malestar emocional que te pesa demasiado, no dudes en consultar con un profesional.
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