María Teresa Garibay es ingeniera, docente y miembro del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería Argentina (CONFEDI), desde donde promovió la creación de la Comisión de Mujer en Ingeniería. La conocí hace pocos días, cuando expuso durante la primera jornada de Igual ICT, programa de Huawei que se propone acortar la brecha de género en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
—¿Cuál es la situación de las mujeres en las carreras de ingeniería, en Argentina?
—Lo primero que hay que decir es que en el país no alcanzamos a cubrir la demanda necesaria de posiciones en tecnología. Hoy, del total de jóvenes que se inscriben en carreras universitarias, solo el 23% se anota en las de ciencia y tecnología. Y de ese 23%, solo el 20% son mujeres. La demanda laboral en este sector, a nivel global, hoy es muy grande. El desarrollo viene de la mano de la tecnología y todos los nuevos puestos de trabajo que se creen van a ser en ese sector. Y la brecha de género se va a profundizar cada vez más si las mujeres no ocupan esos espacios. Porque el reconocimiento económico y social va a estar dado de la mano de la tecnología. En ese sentido, desde CONFEDI estamos trabajando para que haya más jóvenes en general en ingeniería y, más mujeres, en particular.
—¿Por qué las mujeres no llegan a las universidades de ingeniería?
Todavía existen estereotipos en la sociedad. Se ve a las carreras de ingeniería como masculinas, entonces las familias no las promueven en sus hijas: “Son carreras largas y solitarias”, “siendo mujer no vas a conseguir trabajo”. Y si bien esto no es real, los padres y madres influyen en las elecciones de las carreras. Además, a los varones se los sigue estimulando más a la tecnología, a la innovación, a probar cosas nuevas. Mientras que a las mujeres se las promueve hacia tareas más pasivas. Los videojuegos, por ejemplo, están dirigidos a los varones y hechos por varones. Y en las escuelas aún se escucha que, ante dificultades en Matemáticas, las niñas dicen: “No lo puedo resolver”, mientras que los varones dicen “es difícil”, sin que el o la docente intervenga modificando esa mirada.
—¿Cómo se puede revertir esto?
—Para revertir estos estereotipos, desde CONFEDI, pedimos a las casi 120 facultades de ingeniería que hay en el país, que cuando se haga difusión de carreras se incluya a mujeres y que en las imágenes de los folletos aparezcan mujeres. Igual en los congresos o paneles, pedimos que haya por lo menos una mujer.
A futuro, si bien hoy casi todos los estudiantes ingresantes cuentan con tutores, tenemos previsto armar un programa de tutorías que permita que cada mujer que entra pueda contar con una tutora mujer, que sea una estudiante avanzada. Y la que se recibe que tenga la tutoría de otra con más trayectoria. Claro que hay universidades que ya tomaron la delantera. Como la de Hurlingham, que otorga becas a las estudiantes de ingeniería.
—¿Qué deficiencias muestra el sector tecnológico por falta de mujeres?
—Primero, las mujeres aportan miradas diferentes y eso es muy importante, porque cuando hay que resolver problemas si tenés miradas diversas encontrás mejores soluciones. Además, las mujeres tienen mucho para aportar cuando se trata de trabajar en equipo. Hombres y mujeres tenemos distintas características en cuanto al comportamiento social. Y la experiencia nos dice que cuando hay mujeres en los equipos de trabajo, estos se consolidan mejor, estén las mujeres en el rol que sea. No es necesario que lo lideren, con solo integrarlos ya se nota su mirada.
Esta entrevista fue publicada originalmente en Reaprender, la newsletter sobre educación que edita Stella Bin. Podés suscribirte en este link.