En diciembre pasado, Paulo Falcón presentó el libro La Universidad entre la Crisis y la Oportunidad. Reflexiones y acciones del sistema universitario argentino ante la pandemia, del que es compilador. Y que se puede descargar gratis desde los sitios web de Eudeba o la Editorial de la UNC.
A partir de ver lo que allí se expone es que decídí conversar con Paulo...
—En la presentación del libro decís que la multiplicidad de reacciones que se vieron en las universidades no dependieron solamente de las diferencias institucionales, regionales, o de las capacidades tecnológicas instaladas, sino de la creatividad universitaria, particularmente de estudiantes y docentes. ¿Cuál fue la reacción que más te llamó la atención?
— Sin duda, lo más destacable fue la virtualización de enseñanzas, aprendizajes y también de la gestión. Nuestro sistema universitario, en general, tenía pocas carreras a distancia y administraciones digitales, por lo que haberse volcado rápidamente al empleo de las TIC’s para el sostenimiento del funcionamiento de las universidades fue lo más relevante. Tanto como la preocupación por el acceso de estudiantes y docentes a los entornos virtuales. Claro, resta evaluar lo realizado para mejorar.
—¿Qué reacciones de las que tuvieron las universidades te parecen que podrían ser replicadas por otras instituciones universitarias?
— El libro muestra una variedad de formas de atender situaciones y eso evidencia la diversidad y pluralidad del sistema universitario, pero también de las distintas realidades, tradiciones y capacidades de reacción. Hay universidades con prácticas consolidadas con anterioridad a la pandemia relativas a lo virtual que hicieron que esas instituciones tengan una mayor madurez para afrontar algunos eventos. Por ejemplo, las evaluaciones y las prácticas fueron aspectos de debate profundo, en particular en aquellas carreras sin experiencias previas de virtualidad. Tanto por falta de formación como por desconfianza hacia las tecnologías. Ahí, hay mucho para observar a otras instituciones, para garantizar la ética de la evaluación en igualdad de condiciones y oportunidades, o bien, complementando lo virtual, con los aprendizajes que solo la práctica de campo puede hacer que sean significativos.
—¿Cuál dirías que era el estado de las universidades argentinas antes de la pandemia del COVID-19 y cuál es ahora?
—El sistema universitario argentino era y es un sistema fuerte y diverso, con universidades centenarias e instituciones dando su primer ciclo lectivo. Con muchos aprendizajes, muchos de ellos forzados por lo abrupto de la pandemia, las universidades mostraron capacidad de resiliencia, iniciativa pese a las limitaciones y lo novedoso del panorama. En ese sentido, el libro invita a reflexionar sobre cómo estos tiempos nos permiten aprovechar esa creatividad y fortaleza de las comunidades universitarias para mejorar como sociedad.
—¿Qué mejoras debería incorporar el sistema universitario argentino? Y, en ese sentido, ¿qué oportunidades le brinda este contexto de pandemia?
—A nivel mundial, la educación de calidad es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad de los Estados. Entonces, lo central es conjugar inclusión y calidad. Muchas veces en Argentina a estos conceptos se los expuso como conceptos excluyentes. En la sociedad del conocimiento, la educación es una llave de acceso al desarrollo y por eso debemos pensar en la universalización de la educación superior como un instrumento de construcción de futuro. Pero para que eso sea así, la educación además de ser accesible, debe ser de calidad, de lo contrario su aporte no será sustantivo.
***
Esta entrevista fue publicada originalmente en Reaprender, la newsletter sobre educación que edita Stella Bin. Podés suscribirte en este link.