En estos días, el Ministerio de Educación de Nación y los 24 ministerios de las distintas provincias de la Argentina están evaluando la vuelta a clases. Prácticamente, la mitad de la población del país está pendiente de lo que decidan y cómo lo instrumenten: 12 millones de niños, niñas y adolescentes cursan la escuela primaria y secundaria, a los que hay que sumarle sus familias.
Desde RED/ACCIÓN consultamos a docentes y familias de nuestra comunidad sobre los temores de volver a las aulas y dejar que sus hijos e hijas regresen a las escuelas. Muchos mostraron dudas o directamente aseguraron que no los dejarían volver y mencionaron la falta histórica de elementos de limpieza en las escuelas. Eso fue lo primero que le preguntamos en esta entrevista al ministro Nicolás Trotta:
— Venís diciendo que tras las vacaciones de invierno y exceptuando el Área Metropolitana de Buenos Aires, el 85% del país podría volver a las aulas. ¿Qué cambios en cuanto a infraestructura e higiene deberán adoptar las escuelas para volver a las aulas?
—Nuestra principal premisa es que vamos a tomar las decisiones cuidando la salud de nuestros docentes, nuestros estudiantes y las familias. Ninguna escuela que no pueda garantizar las medidas mínimas que establezcan los protocolos podrá volver a las aulas, sin antes ser reacondicionada. Y ahí hay responsabilidad del ministerio nacional y de los ministerios provinciales. Por eso, decidimos construir colectivamente los protocolos, es decir en diálogo con los sindicatos, las familias y las provincias. Buscamos que sean herramientas que permitan sumar la mirada de cada uno de los sectores y que a partir del diálogo y la construcción de esa información logremos desarticular los lógicos miedos que tienen las familias. Estos protocolos tienen dos puntos centrales: el distanciamientos social y las medidas de higiene, que son las dos herramientas que tenemos para enfrentar el COVID-19
—Hay escuelas que van a necesitar obras de infraestructura para garantizar el distanciamiento social.
—No, ninguna escuela va a poder construir infraestructura para garantizar el distanciamiento social. Ningún país lo ha hecho. Todos lo están garantizando con la división de los estudiantes. Es decir, no van a poder ir todos, todos los días. Cuando decimos que se debe reacondicionar la infraestructura, es una infraestructura sanitaria mínima. Una escuela que no tiene agua, que no tiene el núcleo sanitario no va a poder comenzar las clases. Para nosotros el distanciamiento social significa dividir a cada división o sección en dos o en tres grupos, según la realidad de cada aula y la cantidad de estudiantes que haya en cada una de ellas. Entonces, habrá chicos que irán lunes y miércoles, y otros martes y jueves, por dar un ejemplo. Luego, es importante garantizar los aspectos de higiene y desinfección diaria que tiene que tener una escuela para que puedan volver los chicos. Entre turno y turnos, habrá que limpiar y desinfectar las aulas, por ejemplo.
Dos universidades púbicas trabajan en una vacuna contra el COVID-19
—Mencionó que las escuelas deberán tener agua. ¿Cuáles son los otros requisitos para volver a la presencialidad?
—En ningún momento, agua, baños, capacidad de limpieza y desinfección del establecimiento educativo son requisitos que deberíamos discutir. Pero, en la Argentina debemos discutirlas porque no todas las escuelas están en condiciones de garantizarlos. Por eso, si bien la readecuación es obligatoria en todo momento, lo es mucho más en el marco de una pandemia. Y lo que tenemos que hacer es que cada jurisdicción acepte la responsabilidad de garantizar lo sanitario.
—¿Tienen previsto un presupuesto que garantice esa infraestructura y esa higiene que menciona?
—Estamos planificando la entrega desde el Estado nacional de ayuda para la adquisición inicial de material de limpieza a alrededor del 20 % de las escuelas del país, que son las que están en situación de mayor vulnerabilidad. Pero, repito, cada jurisdicción es responsable de garantizar la limpieza de sus establecimientos educativos.
—Esta semana dijo que había que “preparar a la escuela, a los docentes, al personal no docente para sostener el distanciamiento social y la limpieza”. ¿Qué significa concretamente eso?
—Estamos incluyendo en nuestros protocolos capacitaciones a docentes y no docentes, en las medidas de seguridad que se deben aplicar, días previos al regreso a la escuela. También estamos proyectando una campaña nacional para preparar a las familias y a los estudiantes al momento de regresar a las aulas. Todos tienen que transitar un proceso de cambio de conductas. No solo en el ámbito de la escuela, sino en términos generales de la vida en el marco de la pandemia. Por eso, la escuela debe mantener un rol de reafirmar esas conductas necesarias no solo para los estudiantes sino también para que los estudiantes sean agentes de cambio de las conductas en el propio seno familiar.
—Entiendo que docentes y familias tendremos que entender que las clases en la escuela serán muy diferentes a como eran hasta marzo pasado y también que habrá contagios
—Según los especialistas, hasta mediados del año que viene no habría una vacuna disponible en la Argentina. Por eso vamos a tener que sostener el distanciamiento social. Y, sí, probablemente haya contagios. Por eso, el protocolo debe tratar de disminuir esa posibilidad y accionar rápido frente a cualquier caso positivo que se presente. Ahora, el riesgo va a estar y para disminuirlo también necesitamos bajo nivel de circulación. Por eso yo digo que en el AMBA no se puede volver y sí se puede volver en las provincias. Pero también entendemos que retroceder no está mal, si vemos que hay que tomar esa decisión. No podemos olvidar que estamos en medio de una pandemia.
—Varias veces dijo que la pandemia no solo visibilizó de una manera más cruda la heterogeneidad de nuestro sistema educativo, sino que la profundizó. En ese sentido, ¿qué es y cuál es el objetivo del Programa Juana Manso que fue presentado hace unas semanas y que brindaría internet gratis y entregaría computadoras?
—Juana Manso es el plan que viene a recuperar la tradición del Plan Conectar Igualdad y tiene tres ejes centrales: primero, garantizar la conectividad de la escuela. Hoy, 60% de los establecimientos no tienen conectividad en la Argentina. Segundo, desarrollar una plataforma educativa que garantice la gratuidad de la navegabilidad en Internet. En el marco de la pandemia, a partir de las gestiones que hicimos junto al Enacom ante las empresas de telefonía celular hemos garantizado la gratuidad de la navegabilidad de nuestro portal Seguimos Educando desde los celulares, como los portales de las 24 jurisdicciones educativas y las 57 universidades nacionales. Ahora, no hemos logrado la gratuidad en todos los aspectos de la navegabilidad educativa porque si el docente utiliza Facebook o YouTube o WhatsApp, por poner algunos ejemplos, ahí se usan datos desde el celular. Por eso, nosotros creemos que tiene que haber una plataforma, alojada en los servidores de ARSAT, que de una respuesta integral a todas las funcionalidades que necesita un docente para educar. Desde mensajería educativa hasta ver videos o administrar aulas. Y el tercer eje es recuperar el modelo de distribución de computadoras a estudiantes, volviendo al modelo de Conectar Igualdad y no al de la gestión anterior que entregó gabinetes educativos.
—¿Cómo están planeando esa distribución?
—Prevemos de aquí al inicio del ciclo lectivo 2021 distribuir unas 400.000 computadoras. Para poner ese dato en contexto, hay que tener en cuenta que entre 2010 y 2015 se distribuyeron 5.300.000 computadoras y en los cuatro años de la gestión anterior se distribuyeron 800.000. Las computadoras van a ser de distribución universal para todos los estudiantes del sistema público, comenzando con 3º o 4º año del secundario, según la jurisdicción e incluyendo a los docentes. Una vez cubierto el tercer año vamos a pasar a distribuir a 1º año, luego el 2º año y así a todos los estudiantes del secundarios. La idea es cubrir toda la matrícula, pero nos es imposible pensar hoy en cubrir primaria con la realidad fiscal que tenemos.
—La ministra de Educación de Jujuy dijo en una entrevista que dio a RED/ACCIÓN la semana pasada, que el 25 % de los y las estudiantes jujeños de primaria y secundaria se estaban quedando retrasados en sus aprendizajes por su situación de vulnerabilidad. ¿Usted tiene esa cifra a nivel nacional?
—Es muy difícil saber el nivel de continuidad. No hay una forma, hasta no retornar a las aulas, de poder analizar detalles del impacto que ha tenido todo este esfuerzo social de docentes, estudiantes y familias. Porque, para dar un ejemplo, la ciudad de Buenos Aires dice que un 92% de sus estudiantes tuvo contacto con sus docentes. Ahora esos contactos son muy diferentes, de distinta intensidad. De todos modos, se está haciendo la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica, que hemos iniciado en el mes de junio y que la vamos a tener lista a mediados de julio. A partir de allí tendremos una fotografía no de los aprendizajes sino de cómo ha funcionado el sistema educativo. La evaluación prevé hacer encuestas y entrevistas telefónicas a 25.000 docentes, 8.000 directivos y 2.800 familias. Así vamos a tener una mirada más exacta de todo el proceso para programar lo que debe ser la reorganización del ciclo lectivo 2020 con el 2021.
—¿La Cédula Nacional Escolar en la que están trabajando aportará información en ese sentido?
—La Cédula Escolar trasciende a lo que es la realidad de la pandemia. La pusimo en marcha cumpliendo la ley Programa Cédula Nacional Escolar, que permitirá homogeneizar la construcción estadística y de datos de todas las jurisdicciones, y tener una fotografía casi en tiempo real de cada una de las regiones. Es una cuestión básica, que sin datos no hay diseño posible de políticas públicas. Por supuesto, la cédula también está relacionada con la responsabilidad central que tiene el Estado Nacional de garantizar el acceso al derecho a la educación en todos sus niveles. Estamos trabajando con la ANSES para hacer el seguimiento de cada estudiante desde el ingreso al sistema educativo, previo incluso a la obligatoriedad de la sala de 4. Así, buscamos recabar datos relacionados al control de talla y peso, a los controles sanitarios, a la vacunación, todo lo que nos permita tener una mirad global del sistema educativo. Vemos a la escuela como una puerta de acceso a otros derechos que nosotros consideramos deben estar garantizados por los Estados nacional y provinciales.
—El sistema universitario suma 2.230.000 estudiantes entre los niveles de pregrado, grado y posgrado. Muchos tienen incertidumbre sobre qué pasará con su carrera. ¿Cómo serán evaluados y cómo promocionarán las materias?
—Depende de cada universidad. Algunas, como las de Jujuy y la ciudad santafecina de Rosario, ya están organizando tomar exámenes orales presencial, con distanciamiento social y por turnos. Otras están pensando evaluar a distancia. Hay distintas realidades. Desde el ministerio creamos una comisión para analizar el regreso físico a las aulas con las universidades, los sindicatos docentes y todos los actores del sistema.
—¿Qué pasará con los alumnos que tengan que entrar el próximo año?
—Todavía no tenemos una decisión al respecto. Hay varias alternativas, que terminaremos de definir con los resultados de la Evaluación del Proceso de Continuidad Pedagógico y cuando sepamos cuándo van a poder volver físicamente los chicos a la escuela. Pero nuestra prioridad, en el marco de excepcionalidad en el que estamos, es la retención de los chicos en el sistema educativo, sin importar el nivel en el que estén. En ese sentido, los chicos que están en el último año del secundario es importante que sepan que van a tener el cierre del 2020. Si establecemos que se curse un trimestre más en el 2021, sepan que lo vamos a articular con las universidades para que puedan ingresar el año próximo sin problemas. Es parte de la responsabilidad que tenemos en un marco de incertidumbre general.
— ¿Y los que tengan que rendir previas?
—Deben saber que cualquier realidad que por la pandemia no se pueda avanzar (rendir previas, exámenes, etcétera) vamos a prorrogar los plazos. A eso lo hablamos con las universidades. Es importante que los estudiantes sepan que si se retrasa el cierre del año, igual van a poder entrar a la universidad. Si no están pudiendo rendir las previas, tengan la tranquilidad de que las van a poder rendir más adelante. Si no pueden rendir un final, tengan la tranquilidad que se va a poder integrar con el próximo.