La primera vez que escuché hablar de sífilis fue en la primaria, cuando estudié la conquista de América. El registro que me devuelve mi memoria, de lo que por entonces leí o me dijo la maestra, es que las personas se morían por esta enfermedad y de maneras horrible. Pero siempre creí que era algo del pasado. Sin embargo, hace poco tiempo me enteré de que el número de personas que hoy tienen esta enfermedad de transmisión sexual es alarmante.
Es más, los datos de la Secretaría de Salud de Nación revelan que la tasa de infectados crece rápidamente -sobre todo entre adolescentes y jóvenes- y que cada vez hay más bebés que nacen con la enfermedad, con gravísimas consecuencias para sus vidas.
Por eso decidí indagar en por qué tenemos más de 21.000 personas con sífilis en Argentina, es decir 50 personas cada 100.000 habitantes, cuando “la mayoría de los países se alarma si detectan 8 o 10 infectados cada 100.000 personas”, como destaca Claudia Rodríguez, a cargo de la dirección de Sida, Enfermedades de Transmisión Sexual, Hepatitis, Tuberculosis y Lepra de la Secretaría de Salud de Nación. Y más intrigante me resultó el tema cuando me enteré de que su cura depende de tres inyecciones de penicilina y un antibiótico que comenzó a usarse para tratar esta enfermedad en 1943 y que hoy se da gratis en los centros de salud de todos el país.
Cuáles son las características de esta enfermedad que afectó solo en 2018 a 6860 personas y qué motivos hacen que se esté propagando como lo hace, fueron algunas de las preguntas que me hice. A continuación les muestro qué me contaron los profesionales que trabajan tanto en la Secretaría de Salud como en las salitas de atención primaria de los barrios.
¿Qué es la sífilis?
“Es una enfermedad de transmisión sexual que se da tanto en hombres como mujeres y que en la actualidad es un problema de salud pública”, explica Rodríguez. Y aporta un dato de color pero que muestra su impronta: "La llaman la gran simuladora porque puede parecerse a cualquier enfermedad menor", escondiendo las graves consecuencias en la persona infectada.
Se caracteriza por presentarse en tres etapas. En la primera, el único síntoma que muestra es una úlcera redondeada que no duele y que dependiendo del tipo de relaciones sexual que tenga la persona aparece en la garganta, el pene, el ano, la vagina y hasta puede ser en los labios o en el cuello de la vagina. Dura entre 10 y 90 días y desaparece. Por eso, es muy común que las personas no consulten.
La segunda etapa se da entre 3 y 6 meses después. En las personas infectadas aparecen manchas o lesiones rosadas, en las palmas de las manos o planta de los pies, que desaparece espontáneamente más allá de que se realice o no el tratamiento. A partir de este momento la persona no tendrá más síntomas y solo una prueba de laboratorio pondrá detectar la existencia de la sífilis.
La tercera fase o estadio tardío, aparece en un 30% de las infecciones no tratadas, entre 10 y 30 años después de haber sido infectado. Por ejemplo, en una persona de 60 años aparece parálisis, demencia, cegueras, dificultad para coordinar los movimientos y lesiones internas porque se forman tumores en las venas, en el corazón, en el sistema nervioso, en el órgano en el que se aloje la bacteria.
¿Cómo se detecta y cómo se transmite?
“Es de fácil diagnóstico médico, pero las personas pueden no detectar sus lesiones y no consultar. A esto hay que agregar que los profesionales de la salud deben estar capacitados para reconocer las manifestaciones clínicas de la sífilis, hacer la pesquisa y solicitar las pruebas diagnósticas”, explica Rodríguez. Y ejemplifica: “Si un paciente dice que tuvo una lastimadura en el pene que ya no está, deben indagarse los antecedentes y solicitarse los análisis. De lo contrario se pierde la posibilidad de diagnosticar”.
En cuanto a la transmisión, durante la primera etapa la sífilis se transmite mientras está la lastimadura. Después no hay transmisión porque no hay lesión, es decir bacterias, hasta la etapa siguiente. Con las lesiones en la piel que aparecen en la segunda fase, la bacteria reaparece en las manchas rosas por lo que el frotamiento, la fricción de los cuerpos y de las lesiones, durante las relaciones sexuales hace que se transmita nuevamente.
Entre dos y cuatro semanas más tarde estas manchas desaparecen y el paciente queda sin síntomas y ya no transmite más la infección por vía sexual. Pero si una mujer queda embarazada en cualquiera de las etapas le transmite la enfermedad al bebé si no recibe el tratamiento a tiempo, es decir antes del octavo mes de gestación.
¿Cómo se previene?
Acá los especialistas son contundentes: “Haciendo un uso adecuado del preservativo en todas las relaciones sexuales. Y si bien en la segunda fase es más difícil de prevenir, también es más difícil de contagiar porque las bacterias que se encuentran en las manchas rosas necesitan del frotamiento de los cuerpos para lastimarse y transmitir la infección”.
De allí que en el informe Al Pueblo Argentino, ¡Salud!, realizado por FOPEA, la Dirección de Sida, Enfermedades de Transmisión Sexual, Hepatitis y Tuberculosis, especifique: “El preservativo es el único método que, usado correctamente en todas las relaciones sexuales (anales, vaginales y orales), previene las infecciones como VIH, sífilis o gonorrea, entre otras".
En ese sentido hay que saber que en la Argentina, los preservativos se dan gratis en hospitales, centros de salud y otras instituciones. De hecho, la Secretaría de Salud lanzó un mapa virtual para consultar dónde se pueden retirar.
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¿Por qué cada vez más personas se contagian de sífilis?
Lo que ocurre demuestra que el acceso gratuito a los preservativos no es suficiente. Es necesario comunicar y difundir la importancia de usarlos y que los profesionales estén sensibilizados con el tema y no dejen pasar ninguna oportunidad de detectar la infección.
Es más, mientras indagé el tema, vi que en la página web de la Secretaría de Salud casi no tiene material informativo sobre sífilis. Mientras que sí encontré muchos contenidos sobre HIV, aun cuando el número de personas con sífilis supere a los registrados con HIV.
A tal punto es importante la difusión que si bien los especialistas se ocupan de aclarar que hay distintas opiniones al respecto todos terminan sosteniendo que para ellos “la tasa de enfermos descendió mientras se hizo un uso adecuado del preservativo por temor a contraer HIV. Cuando el HIV dejó de ser mortal, el uso del preservativo se hizo más irregular y los casos de sífilis se incrementaron”.
Verónica Lanzette es trabajadora social y gran parte de su tiempo lo pasa en el Centros de Prevención Asesoramiento y Diagnóstico del VIH-Sida (CePAD) del CESAC 41, en el barrio porteño de La Boca. Esta salita depende del Hospital Argerich y lo que Lanzette observa allí devela en parte los motivos del bajo uso del preservativo: “En las relaciones entre hombres, estos optan por tomar retrovirales contra el HIV, es decir una pastilla antes de las relaciones a modo de profilaxis, desestimando al preservativo”.
De hecho, los profesionales de las distintas salas y hospitales consultados para esta nota reconocen que preservativos siempre hay. Sin embargo, describe Lanzette, “los más jóvenes eligen otros métodos de cuidado del embarazo y no el preservativo (parches, pastillas, entre otros)”. Y las poblaciones adultas no lo usan por costumbre: “Muchas veces escucho a señoras de 50 años o más que saben que sus parejas tienen otras relaciones, pero no usan preservativos en sus encuentros sexuales. En la mayoría de los casos aducen que los hombres no quieren usarlos”.
Así es que de “los 6000 casos nuevos de HIV por año que se detectan en Argentina, el 98% son de personas que no usan preservativos”, ilustra Rodríguez. A esto la experta agrega que la sífilis es mucho más fácil de transmitir que el HIV, ya que el HIV requiere de reiterados contactos de riesgo para que se produzca el contagio. Mientras que un solo encuentro con una persona con sífilis primaria tiene 50% de posibilidades de transmitirse.
Sumando a los casos del año pasado los que aún se encuentran en tratamiento o no tuvieron el alta médica, en el país se contabilizan 21.368 personas con sífilis.
Según estadísticas de la Secretaría de Salud de Nación, la mayoría de los infectados en nuestro país son personas de entre 14 y 25 años, edad en la que los encuentros sexuales suelen ser más frecuentes.
En un contexto de importante aumento de las infecciones de transmisión sexual a escala mundial, en Argentina la tasa de casos reportados con sífilis en varones y mujeres jóvenes y adultos se ha quintuplicado entre 2013 y 2018 pasando de 11,7 a 50,4 por 100.000 habitantes y la proporción de positividad en las pruebas de rutina que se les realizan a las mujeres embarazadas pasó del 2% en 2013 al 3,2% en 2017.
A esto se suma “la cantidad de casos de niños y niñas con sífilis congénita está aumentando año tras año, lo que nos aleja de las metas definidas en la estrategia de eliminación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)”, sostuvo Miriam Inés Burgos, subsecretaria de Prevención y Control de Enfermedades Comunicables e Inmunoprevenibles, en este Boletín sobre el IVH, sida e ITS en Argentina.
¿Cuáles son las consecuencias de padecer sífilis y cómo se trata?
De detectarse a tiempo es curable y no deja secuelas. Pero tiene “consecuencias muy graves si uno no la detecta a tiempo porque no se le puede dar el tratamiento oportuno”, aclara Rodríguez.
Las mujeres embarazadas tienen una ventaja y una desventaja. Así lo explica la funcionaria: “La ventaja es que durante el embarazo se les pide un análisis para detectar sífilis y así se pueden tratar. La desventaja es que si no se detecta o se lo hace tardíamente, la infección se transmite al recién nacido”.
Las embarazadas tienen hasta el mes 8 de gestación para tratarse y no infectar al bebé. Si la detección es posterior se le da un tratamiento a la madre, pero no es útil para el bebé. Por eso, Rodríguez puntualiza: “Al nacer este debe quedar internado por 10 días con tratamiento endovenoso de penicilina. Tras este tratamiento, el bebé se cura y debe continuar con controles durante unos meses”.
En cuanto al tratamiento, a los adultos se los trata con penicilina de depósito. Esto significa que, una vez aplicada la inyección intramuscular de 2.400.000 unidades de penicilina, esta se va liberando de a poco durante casi un mes. Si la infección se adquirió hace menos de un año, se cura con esta única dosis.
Si hace más de un año, se dan tres dosis, una por semana, de la misma medicación. Así se cura y ya no transmite la enfermedad. Aunque puede contraerla de nuevo.
Paula Encina es obstetra y desde hace 11 años hace controles de embarazos de bajo riesgo en el CESAC 41, de La Boca: “En la salita atendemos a entre 90 y 100 embarazadas permanentemente, de las cuales 20% son adolescentes. En los últimos años aumentó mucho la cantidad de casos de sífilis que detectamos”.
Como en ese centro aún no tienen test rápido de sífilis, el proceso es el siguiente: a cada embarazada que llega a la salita le sacan sangre y la mandan a analizar al Hospital Argerich. Cuando el resultado es positivo, la llaman por teléfono, la citan sin esperar al próximo control y ese mismo día le colocan la inyección de penicilina. A eso siguen dos dosis una cada semana.
“La inyección es dolorosa porque el antibiótico es aceitoso. Pero no tiene otro efectos. También tratamos de rastrear a la pareja. Pero en los adolescentes vemos que tienen muchas parejas sexuales en poco tiempo y no usan preservativos. De hecho, aparecen cada vez más casos donde las mujeres no saben de qué varón es el hijo. Y ahí es difícil saber quién lo transmitió. De hecho, muchas veces la pareja es negativa”, explica Encina.
“Muchas veces contactamos a la pareja, viene y hace el tratamiento. Pero a veces la pareja no sigue en contacto con la mujer embarazada y no tenemos la posibilidad de alertar y que se trate, por lo que sigue contagiando”.
El centro también notifica al hospital cada detección de sífilis en una embarazada y si se hizo el tratamiento completo para que estén atentos en neonatología cuando ese bebé nazca. "Porque si bien yo hice guardias hasta 2005 en el hospital y nunca vi un bebé con sífilis, hoy cada vez hay más casos de mujeres que llegan prontas a parir y sus bebés están muertos o ahí les detectan ceguera, sordera, etcétera. Y cuando hacen los estudios encuentran que tienen sífilis”, detalla Encina.
¿Qué se debería hacer para bajar la cantidad de infectados?
“Tenemos que cambiar la estrategia, acercar la atención médica a la gente. Es decir, el diagnóstico y el tratamiento de esta infección debería poder hacerse en los centros de salud, en las salitas de los barrios. Hoy se pueden realizar test rápidos, que con solo pinchar el dedo de la persona se sabe si está infectada o no”, reconoce Rodríguez.
“Hay que acercar a los médicos a la casa de los pacientes y que estos encuentren buena atención médica allí”, sigue la funcionaria. “Por eso, hoy estamos trabajando para generar redes que permitan extraer sangre en atención primaria y luego llevarla al hospital para ser analizada. También debería haber personas en todas las salas que puedan aplicar el antibiótico inyectable”.
Por ahora, reconocen desde la Secretaría de Salud, Santa Fe, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires son ejemplos en cantidad de centros de salud que se han abierto, “aunque no todos puedan dar la atención que propone Rodríguez”, reconocen.
“Yo veo que los profesionales le dan más importancia al HIV que a la sífilis. O muchos piden test de sensibilidad a la penicilina antes de inyectarla y este es un estudio que se hace en menos lugares e insume un tiempo que complica el tratamiento y pone en riesgo a más personas. Como que no se toma consciencia de la gravedad de la situación”, dice Verónica Lanzette.
En la salita donde trabaja Lanzette, cuando detectan a una persona infectada, ese mismo día lo derivan a un clínico y el enfermo se va con la primera dosis de penicilina dada. “Además, tenemos un protocolo de seguimiento por dos años”, refuerza Lanzette.
Paola Rosales es obstetra en la ciudad bonaerense de 9 de Julio. Trabaja en uno de los 11 centros de salud que tiene la ciudad, el Centro Dr. Norman Moscato, en el barrio Ciudad Nueva, con una población “con necesidades básicas insatisfechas, pero sin pobreza extrema”, cuenta por teléfono.
Rosales atiende a una 30 embarazadas por mes aproximadamente. “De ellas por lo menos 5 tienen sífilis. Para detectarlo contamos con un maletín para hacer pruebas de sangre rápida y también tenemos la penicilina para iniciar el tratamiento inmediatamente”.
Tras la detección de un caso de sífilis, se trata de contactar a la pareja de la mujer embarazada. “¿Cómo reaccionan los hombres? Hay de todo. Algunos deciden mantenerlo en la intimidad de la pareja, sin que trascienda a la familia. Y como toda enfermedad de transmisión sexual suele aparece el planteo de quién fue el culpable. En esos casos se suelen dar situaciones violentas. Pero también nos ocurre que no hay un hombre, un padre de ese bebé, porque no tienen contacto o porque si lo ven no quieren alertarlo”, explica Rosales.
Ella también es artesana y aprovecha su taller de arte para transmitir sus saberes a las mujeres de la comunidad: “Me gusta poner mi energía en la prevención. De hecho, los profesionales de la salud hacemos campañas en la ciudad sobre el uso del preservativo, la importancia de hacerse los controles durante el embarazo y los test en cualquier momento para detectar enfermedades de transmisión sexual”.
Paola Rosales fue la primera persona que hace unos meses, cuando la entrevisté para otra nota, me alertó sobre los casos de sífilis en el presente y su impacto en el futuro.