El 20 de septiembre se estrena Soledad, su ópera prima. En ella, la directora eligió contar la historia de una joven de Barrio Norte que termina suicidándose en Turín, acusada de ser la terrorista anarquista más peligrosa de Italia. El guion está basado en el libro de Martín Caparrós, Amor y Anarquía.
Agustina parece tensa: la sesión de fotos la incomoda. Reconoce que estar frente a la cámara no es lo que le gusta. Las sonrisas que ensaya se disipan rápidamente. Es que a pesar de ser la hija del presidente de la Nación y la nieta de uno de los empresarios más conocidos del país, Agustina Macri siempre eligió el bajo perfil. A diferencia de su padre y su abuelo, en Google hay pocas fotos que la muestran, y mucho menos datos de su vida privada.
Ella prefiere el detrás de cámara, dirigiendo sus creaciones cinematográficas, para ser más precisa. Y para presentarse en sociedad eligió una historia que según reconoce busca mostrarla como Agustina, más allá de Macri, su apellido, su familia.
La historia elegida no es un detalle menor. Soledad, como se titula el film, relata la vida de Soledad Rosas, una chica que disconforme con su vida de clase media de Barrio Norte, en 1997, a sus 23 años, emprende un viaje a Europa. En la ciudad italiana de Turín su vida da un giro de 180 grados. Su malestar se transforma en rebeldía, se suma al movimiento anarquista y se manifiesta con fervor contra las instituciones y el mundo capitalista. Allí también conoce al amor de su vida: Edoardo “Baleno” Massari.
Pocos meses después es arrestada junto a Baleno y otro compañero anarquista. La justicia italiana los acusó de perpetrar un atentado que luego no quedó demostrado judicialmente. Pero que terminó con el suicidio, primero de Baleno y luego de Soledad, en julio de 1998.
Agustina Macri conoció está historia recién en 2015, a través del libro Amor y Anarquía, que Martín Caparrós investigó y publicó en 2003. “Lo empecé a leer en mi tiempo libre, le hice muchas anotaciones y ví todo lo que había en Internet sobre la historia de Soledad. Fue literalmente un viaje de ida, sentí que no me podía bajar”.
Poco después, adquirió los derechos del libro para hacer la película y se contactó con la familia de Soledad. Se reunió dos veces con Marta, la madre, y le escribió una carta de puño y letra a Gabriela, la hermana, con quien se encontró más tarde.
Ya más suelta, sin el foco de la cámara buscándola, aunque sin llegar a mostrarse relajada en su rol de entrevistada, Agustina comienza a desandar el recorrido que la lleva a presentar su primer largometraje el próximo 20 de septiembre.
Cuenta que descubrió su vocación por el cine mientras estudiaba sociología en la Universidad de Buenos Aires. Se formó como cineasta en Barcelona, España, y trabajó en programas de televisión de ficción como asistente de dirección y en postproducción. Dirigió videos de grupos de rock nacional y el documental del histórico show que fusionó Soda Stereo con Cirque du Soleil. Y fue asistente de dirección y producción de Oliver Stone.
–¿Qué te motivó de la historia de Soledad a tal punto que decidiste hacer la película?
–Siento que en estos tres años Soledad fue como un espiral en mi vida. A medida que avanzaba en el proyecto entendía más el motivo de mi elección y por qué ella en algún punto me eligió a mí. Yo creo que ella era una amante de la libertad, una valiente que como muchos jóvenes a esa edad, emprenden viajes iniciáticos, llenos de dudas pero también de sueños. Ese hambre que tenemos a esa edad, que a mí me resulta maravilloso, y con el que mucha gente se identifica.
–Me enamoró el personaje, me enamoraron sus sentimientos y sus búsquedas. Además está mi vínculo con Italia, que es muy profundo, muy emotivo y muy familiar. Italia es mi segundo país y me fascinaba la idea de poder filmar ahí. Filmar en otro idioma me dio una libertad artística espectacular, porque me liberó de los yeites propios de la lengua propia.
–¿Te identificás en algo con Soledad?
(Se entusiasma y responde animada, alegre) –Sí, con la búsqueda en el viaje, de la libertad, de hacer tu propio camino, de no tener miedo y tener miedo pero igual ir para adelante, muchas veces sin medir las consecuencias. También me provoca mucho amor todo lo que ella escribió, todo lo que ella peleó. Me enseñó mucho Sole, y me enseñó mucho la película. Fue un proceso emocional y humano muy importante como persona.
–Soledad, a través de su activismo anarquista cuestionó a las instituciones políticas y económicas, es decir, al mundo del que tu familia forma parte. ¿Qué significó eso para vos?
–Yo creo que Sole, en los años previos a viajar estaba en una búsqueda constante. Se hacía muchas preguntas, no se sentía cómoda en su casa, en su colegio. Creo que ella abraza una causa cuando llega a Italia, sin ser algo premeditado. Ella entra a fondo ahí, cae ahí. Hay una frase muy linda de ella: ‘Tuve que cruzar todo un océano para llegar al otro lado del mundo y encontrar mi lugar’. Y te soy sincera: yo creo que a ella le tocó ser anarquista porque a todos nos tocan las cosas por algo. Pero siento que también le podría haber tocado otra cosa, porque su búsqueda era mucho más profunda. Es decir, ella se embanderó con el anarquismo porque necesitaba una bandera. Cuando releo sus cartas, percibo una necesidad de encontrar su lugar, que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Me encanta haber sido el canal que cuenta la profundidad de su búsqueda. Ella elige un determinado enemigo, pero en el fondo, lo que ella quería era que nadie le dijera más qué hacer, ni su papá, ni su mamá, ni su hermana, ni una sociedad, ni un gobierno, ni nadie.
20 años después de sus muertes, Soledad y Baleno aún son venerados con vehemencia en Turín. Hay pintadas en las calles que los recuerdan. En ese contexto, tras una semana de ver que su trabajo era permanentemente obstaculizado por los anarquistas, el equipo de filmación debió abandonar la ciudad y mudar el set de filmación a Génova.
Los anarquistas consideraron que Agustina Macri no podía entender lo que significaba esa causa. Y mucho menos contar con precisión la vida de Sole, como la llaman ellos. Su rechazo por el film que se estaba rodando se tradujo en ruidosas intervenciones alrededor del set de filmación, en publicaciones en blogs, en los panfletos que tapizaban las calles de Turín.
–Fue inesperado para nosotros ver que el mismo movimiento no entendió la intención con la que nosotros queríamos hacer esta película, habló de que sus héroes son suyos y que nosotros no teníamos el derecho a contar esta historia. Fue como vivir una película dentro de una película, una mezcla de ficción con realidad que puso en jaque un montón de ideas, de intenciones.
–Y esa reacción de los anarquistas hacia ustedes la terminas incluyendo en la película, en una escena que transcurre en una radio...
–Sí. Se llama Radio Black Out y la tienen los anarquistas en Turín. Nosotros tratamos de contactarlos pero ellos no quisieron dialogar. Nos negaron el permiso de usar el nombre de la radio y para mí era muy importante la radio en la historia, porque en esa época ellos le hablaban a Soledad, a Edoardo y a Silvano (el otro compañero detenido) a través de la radio. Le hicieron escuchar tangos a Soledad, también Matador, como muestra la película. La radio era un personaje más de la película y cuando pasó todo esto decidí reescribir toda la escena. Era una escena donde ellos hablaran desde el corazón, desde la entraña, y cuando vi que todo eso estaba sucediendo en la realidad entonces reescribimos la escena que se ve en la película.
Respecto a la financiación, Agustina señala que no contó con aportes locales. Sino que el film es una apuesta de Buena Vista International, una compañía estadounidense de distribución de películas y series de televisión subsidiaria de The Walt Disney Company.
Soledad es “un antes y un después en mi vida”, reconoce la cineasta. “Descubrí en el cine no solo placer estético, sino además un proceso muy humano”.
La narrativa de la película apuesta a obviar detalles de la historia en pos de la emoción y la agilidad. Mientras que la actuación de Vera Spinetta, que encarna a Soledad Rosas, crece a medida que el film transcurre. Su interpretación es de una versatilidad que emociona hasta estallar en la última escena.
Agustina y Vera casi no se conocían. “Pero lo que nos pasó nos hermanó profundamente. Para mí, el desafío estaba en equilibrar lo que habíamos escrito, pensado, y ensayado, con lo visceral que tenía la historia, con lo visceral que Vera tenía para dar. Gran partre de mi trabajo fue llevarla hacia esa profundidad, para ver qué era lo que ella podía ofrecer sobre todo en las escenas más dramáticas. Tanto ella como Giulio (que encarna a Baleno) entraron realmente en los personajes. Se propusieron consignas: Giulio se hizo vegano y empezó a dormir cuando quería dormir, sin importar los horarios, tal como hacía Baleno. Entonces había ensayos a los que llegaba de muy mal humor y había que lidiar con esa energía. Hubo días de rodaje donde Vera estaba totalmente rayada, pero yo ya no lidiaba con Vera, lidiaba con Soledad. Laburar con Vera fue una de las mejores cosas que me pasaron”.
–Francisco, tu hermano, también trabajó en la película...
–Sí, yo trabajo con Fran desde hace muchos años. Sabíamos que en el momento del rodaje íbamos a necesitar todo de mí dirigiendo a los actores. Por eso trabajamos un guión técnico muy detallado que él se ocupó de cuidar y recordarme. Eso me dio mucha tranquilidad durante el rodaje.
–¿Tu papá vió la película?
–Sí.
–¿Qué dijo?
–Le gustó, le gustó mucho. Estaba muy emocionado, orgulloso, impresionado. Me decía que me imaginaba todo el tiempo a mí atrás de la cámara y que se emocionaba por eso. También porque había trabajado mucho con mi hermano.
–¿Él conocía la historia?
–No. La conoció a través mío, por las cosas que yo le iba contando y cuando miró la película. Me acompañó mucho en el proceso, a la distancia.
–¿Y tu abuelo la vio?
–No, no la vio.
–¿Qué pensás que va a pasar cuando la vea?
–No sé, yo creo que va a estar muy contento. Me pregunta. Él para mí es Italia. La película también es mi pequeño homenaje para él, un regalo.
Fotografía: Rodrigo Mendoza y Buena Vista International