Desde 2003, la provincia trabaja por lograr el autoabastecimiento alimentario. En ese contexto, en 2018 aprobó una ley que promueve el desarrollo de huertas como un recurso pedagógico en cada una de sus 2.525 escuelas. Si bien muchas de ellas cultivan verduras y frutas desde hace años, con el impulso de la ley ahora se están haciendo unas cinco huertas por día. Los docentes integran los conocimientos vistos en el aula con la huerta. Así buscan que los alumnos valoren la figura del agricultor misionero y sepan cultivar sus propios alimentos.
Por qué es importante. Desde 2003, la provincia trabaja para lograr la soberanía alimentaria. Desde esta perspectiva, el Programa Provincial de Huertas Escolares creado por la Ley provincial VI-210, sancionada el 13 de septiembre de 2018 y promulgada el 2 de octubre de 2018, es fundamental por dos aspectos:
- Los alumnos aprenden a revalorizar la figura del agricultor misionero; a cultivar frutas y verduras; y a desarrollar tecnologías relacionadas con las huertas.
- La comunidad educativa en su conjunto (alumnos, docentes y familias) adquiere conciencia del impacto que esta actividad tiene y entonces busca consumir productos cultivados en la provincia.
Misiones es la provincia que contiene en su territorio "el mayor porcentaje de agricultores familiares de todo el país. Además, en estos últimos tres años le hemos dados un impulso fuerte a la producción de alimentos y hay más diversidad de cultivos en sus campos”, sostiene Marta Ferreira, secretaria de Agricultura Familiar de Misiones.
En la provincia “hay 1.400.000 habitantes, de los cuales 35.000 son agricultores. Es decir, 1 de cada 40 habitantes es agricultor”, informa Ferreira.
Se entiende por agricultores a aquellas personas que viven en ámbitos rurales, tienen entre 2 y 25 hectáreas de tierra, y producen alimentos para ellos y para comercializar. De hecho, la mayoría vende sus productos en ferias francas.
Las ferias francas son espacios de comercialización en las ciudades donde los agricultores ofrecen sus productos. Se comenzaron a hacer en agosto de 1995, en Oberá. Por entonces, debido a la crisis que vivían los productores de té, tabaco y yerba mate, las familias pensaron alternativas productivas y comenzaron a hacer huertas. Luego, con ayuda del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Movimientos Agrario y la Red de Agricultura Orgánica, entre otros organismos, hicieron en Oberá la primera feria. Así se explica la cultura de hacer huerta que tiene la provincia.
“Los hombres entonces, tenían vergüenza de vender verduras y panificados. Fueron las mujeres las que se animaron a empezar. Hoy existen más de 75 ferias francas a lo largo del territorio misionero. Y en la capital está incorporado a la vida de la ciudad que los sábados y domingos los agricultores lleguen a ofrecer sus productos”, relata Ferreira.
Cómo se incorporan las huertas en las escuelas. Observando que la provincia tiene una tradición de escuelas con huertas, sobre todo en áreas rurales, la ley profundiza esta cultura estableciendo que todas las escuelas públicas y privadas, de nivel inicial, primarias y secundarias, deben tener huertas.
Las huertas son vistas como un recurso pedagógico no aislado del sistema educativo, ya que el docente puede integrar en la huerta los conocimientos vistos en el aula.
- Primero comenzaron a trabajar con las escuelas de jornada extendida y jornada completa, que tienen comedores escolares. La mayoría de esas escuelas ya elaboran sus comidas con las verduras que producen. Luego, empezaron a sumar a las escuelas de jornada simple.
- El trabajo que requiere la huerta a veces se hace en las horas de tecnología. Pero la mayoría de las escuelas tiene horas de huerta y jardinería. “Allí trabajan los alumnos, los docentes y los padres. Es decir, las comunidades educativas organizan y gestionan las huertas”, detalla Marjorie Márquez de Fontana, directora de Escuelas con Orientación Productiva de la provincia.
- Las escuelas que cuentan con parcela de tierra, allí cultivan las frutas y verduras. Las demás desarrollan huertas verticales.
- Además, en talleres teóricos y prácticos los alumnos aprenden a hacer abono, seleccionar la tierra, analizar el suelo que tienen y desarrollar sistemas de riego, entre otros aprendizajes.
- Se proveyó a cada escuela de las herramientas, los libros de educación ambiental y las semillas necesarias para el trabajo de los cultivos.
- Para acompañar este proceso se conformó un equipo técnico pedagógico que capacita a los docentes para que incorporen en sus materias todo lo referido a la huerta. Además, un equipo técnico, conformado por ingenieros y técnicos de la agricultura familiar, acompaña el armado de la huerta en sí. Y una nutricionista trabaja los valores energéticos de lo producido en la huerta y cómo emplear esos productos en las comidas.
- El objetivo es que desde la huerta se trabaje también con el medio ambiente, la biodiversidad y la salud. “Consideramos propicio que los niños trabajen con la tierra, que vean el proceso de los alimentos, descarguen energía, trabajen la solidaridad, los valores, aprendan a compartir, vean lo que la tierra nos brinda”, explica Márquez de Fontana.
A las escuelas que ya venían trabajando huertas, “estamos incorporando unas cinco huertas por día”, subrayó Márquez de Fontana.
La cultura de la agricultura familiar es la que ha hecho “que la soja no avance en nuestra provincia. Y no avanzará. No queremos que se termine con nuestro tesoro más importante: la naturaleza”, enfatiza Ivonne Aquino, ministra de Educación de Misiones.
Qué recomiendan desde Misiones a quienes quieran replicar el modelo. “Es muy útil para incorporar bajo el paraguas de la huerta, temas de medio ambiente, alimentación, biodiversidad, salud física y emocional y, por supuesto, lo pedagógico. Los contenidos de las materias atraviesan a lo que ocurre en la huerta”, coinciden las funcionarias consultadas.
Y sugieren que antes de pensar el programa analicen varios puntos:
- Evalúen las necesidades de sus instituciones escolares, sobre todo en este momento de crisis y actúen en consecuencia.
- “Nosotros vimos que teníamos un suelo fértil, que los padres podían estar más cerca de los hijos y los docentes generando otra mirada de la educación, tenemos escuelas intercultural bilingües guaraní- español donde revalorizamos los ritos y miradas que ese pueblo tiene sobre la tierra”, explica Márquez de Fontana.
Las funcionarias coinciden en que este programa ayuda mucho en la mejora de las relaciones humanas, impactando en toda la comunidad educativa.