Cómo trabaja la escuela de un hospital para que los niños, niñas y adolescentes estudien mientras están internados

Cómo trabaja la escuela de un hospital para que los niños, niñas y adolescentes estudien mientras están internados

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

En el Hospital Gutiérrez funciona una de las tres escuelas de la Ciudad de Buenos Aires que dan clases a chicos y chicas que están en tratamiento. A lo largo de un año, los docentes trabajan con unos 2000 alumnos.

Cómo trabaja la escuela de un hospital para que los niños, niñas y adolescentes estudien mientras están internados

Intervención: Pablo Domrose

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Son casi las dos de la tarde del viernes 19 de septiembre. Inés Bulacio, maestra de la escuela que funciona en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, en la ciudad de Buenos Aires, termina de organizar las mesas y sillas de la biblioteca del hospital. Desde ese espacio, en pocos minutos comenzará a emitir Radio Gutiérrez, la radio “para los chicos hecha por los chicos”, como anunciará un rato más tarde Josefina Queiruga, la locutora de 11 años.

Pero antes del programa, Inés quedó en encontrarse con los chicos en el jardín del hospital. Hoy hablarán de cambio climático y de los últimos incendios que sufrió la Amazonía. “En ese contexto nos sumamos a la campaña @SavingAmazon, que lanzó una organización colombiana. Plantaremos un árbol en el jardín del hospital y le pasaremos la posta a una escuela de Las Flores, que hará lo mismo”, explica Inés mientras caminamos hacia el parque.

Apenas la ven, los chicos se le acercan, la abrazan, le cuentan detalles de lo que van a decir en el programa. Charlatanes y alegres, caminan hasta pararse frente al pozo en el que plantarán el árbol. Viéndolos así, uno casi se olvida de que atraviesan una enfermedad. Son los barbijos o las sillas de ruedas que usan algunos para moverse los que hacen recordar por qué están allí. Las madres y padres que los acompañan les toman las manos, los sostienen, cargan bolsas con estudios y ropa. Pocos minutos después el árbol ya forma parte del parque. Todos aplauden.

Inés Bulacio y sus alumnos plantando el árbol en el parque del Hospital Ricardo Gutiérrez / Foto: Stella Bin

Luego, van hasta la biblioteca que queda en el segundo piso de uno de los edificios que conforman el hospital, donde ya está todo organizado para hacer el programa que forma parte del Taller de Radio de esa escuela hospitalaria.

¿Qué es una escuela hospitalaria?

Es una modalidad de escuela que funciona en un hospital, reconocida en la Ley de Educación Nacional, y brinda educación a los niños, niñas y adolescentes con alguna enfermedad. Algunos pueden estar internados durante días, otros por meses o hasta años. Otros atraviesan tratamientos que los obliga a visitar rutinariamente el hospital o a permanecer en sus casas u hoteles sin poder asistir al colegio.

Hasta todos ellos, sin importar en qué lugar del país estén, deberían llegar maestros y profesores. El objetivo es que, de manera articulada con los colegios donde solían cursar los chicos, puedan sostener ese vínculo con la escuela. Es decir, les garanticen el derecho a la educación, reconocido en la Constitución Nacional.

En la Ciudad de Buenos Aires funcionan tres: el del Ricardo Gutiérrez, el del Hospital Garrahan y el del Hospital Pedro Elizalde, más conocido como “Casa Cuna”. Mientras que casi todas la provincias tienen al menos una escuela que funciona con esta modalidad. Aunque no todas con la planta completa de maestros y profesores. Y no encontramos base de datos con la cantidad de alumnos que cada año usan esta modalidad para mantener su escolaridad.

“En total nuestra escuela tiene unos 45 docentes, de inicial a secundaria. Pero en la secundaria no se dan todas las materias porque no hay profesores de química o física, por ejemplo”, subraya Inés.

De hecho, para los docentes que nos escribieron preguntando dónde podían inscribirse para dar clases en estas escuelas o por más información, desde la Escuela Ricardo Gutiérrez aconsejan informarse en el área dedicada a las escuelas hospitalarias y domiciliarias de cada Ministerio de Educación provincial o de la ciudad de Buenos Aires. Ya que cada jurisdicción tiene sus particularidades. 

La escuela en el Hospital Ricardo Gutiérrez trabaja los tres niveles: inicial, primaria y secundaria. Y con tres modalidades:

  • A pie de cama. Es cuando el estudiante está internado y la maestra va hasta su habitación para trabajar con él o ella entre 30 minutos y una hora y media, dependiendo de cómo se encuentre física y emocionalmente.
  • A domicilio. Una vez que le dieron el alta pero su salud no le permite ir a la escuela o volverse a su lugar de origen, los docentes van a darle clases a sus casas o a los hoteles donde residen. Josefina Queiruga, por caso, está cursando sexto grado desde su casa. Hasta allí, dos veces por semana, va la docente de Matemática y Ciencias Naturales, dos veces la de Lengua y Ciencias Sociales, y una vez la docente de Música.
  • En sala de espera. Los chicos que se hacen diálisis, por ejemplo, suelen pasar tres días a la semana unas cuatro horas conectados haciéndose el tratamiento. En ese tiempo los maestros aprovechan para darles contenidos. En esos casos suelen ir a sus escuelas de origen dos días por semana y tres días trabajan de manera articulada en la escuela del hospital. Muchas veces la escuela de origen es la que indica los contenidos a trabajar para que no pierdan el ritmo o se pierdan de ver cosas que ven sus compañeros. También los chicos que hacen tratamientos oncológicos: mientras los padres esperan el turno, ellos pasan a un consultorio con la maestra y trabajan contenidos de su grado.

Ante un niño, niña o adolescente enfermo “el médico ve lo que tiene que curar mientras yo veo todo su potencial. Los maestros partimos de la convicción de que el niño hospitalizado no solo puede continuar su escolaridad, sino que es terapéutico que lo haga. Porque de esa manera se conecta con sus núcleos de salud, con lo que puede, con lo que quiere, con la posibilidad de tomar decisiones, de jugar y recrear el presente, y como consecuencia, generar aprendizajes significativos”, explica Inés.

Morena, Josefina, Inés y Dylan haciendo radio / Foto: Stella Bin

Por eso también incentivan el trabajo grupal, con el objetivo de favorecer la integración y el intercambio a través de la organización de talleres, como el de Radio, en los que participan niños de todas las unidades.

Comienza Radio Gutiérrez

Inés y seis chicos y chicas se sientan alrededor de una mesa. Allí están dispuestos los micrófonos y los guiones preparados por los estudiantes. En otra mesa, a la derecha, un grupo de maestros trabaja sobre las consolas y cumplen el rol de operadores. A la izquierda un televisor grande mostrará los videos preparados por los chicos, o fragmentos de películas sobre los que harán comentarios. Delante de todos ellos, en 4 o 5 filas de sillas unos 10 niños y niñas con sus familias van tomando asiento o haciéndole un lugar a su silla de ruedas.

Algunos llegaron desde sus casa porque reciben educación domiciliaria. Otros vienen de sus habitaciones, algunos con ropa de calle, otros en pijama.

Josefina está inquieta. Ella es ciega y no tuvo tiempo de pasar su guión a braille. Igual no se nota, ella habla con soltura y presenta el programa. Les da la bienvenida a todos los chicos que durante aproximadamente una hora conversarán sobre el impacto del cambio climático y la importancia de que los gobernantes entiendan la urgencia de tomar acciones que frenen el calentamiento global.

Láminas que realizaron los alumnos de la Escuela Ricardo Gutiérrez / Foto: Stella Bin

También presentan láminas que trabajaron, como las que se puede ver en cualquier colegio del país. Cada uno hace su aporte desde lo que investigó. 

El programa se hace cada 15 días y se escucha en los pasillos del hospital o por Facebook. Liderados por Inés, los chicos trabajan durante varios días con sus maestras, cada uno desde su lugar y posibilidades, preparando el tema. Para luego, durante esa hora de programa, estar ahí o mandar mensajes desde sus habitaciones o sus casas, estén donde estén.

El programa también tiene música, claro. Que a veces es grabada y otras en vivo. Ese viernes Morena, que tiene 15 años, canta tres temas a capela. Su voz es maravillosa. Ella hace algunos años que está en tratamiento por fibrosis quística y diabetes. Cuando canta “Somos Uno”, de Axel, pide que la acompañen. Yo puedo hacerlo porque a esa canción también la cantan mis hijos en la escuela.

En el televisor que está a un costado pasan videos que realizaron las chicas y chicos. Cada uno, desde donde toma las clases, se filmó contestando una consigna. Luego, alguno de los maestros editó y organizó en un pequeño video esas respuestas.

Llegan mensajes desde distintas partes del país. De chicos que estuvieron internados, de familias que siguen el programa por Facebook y aprovechan el momento para mandarle mensajes a las chicas y chicos que hoy están internados. Y llega uno de una nena que ahora vive en Colombia, pero que estuvo internada en el hospital tiempo atrás.

¿Cómo se articula con la escuela de origen?

Si bien algunos de los chicos internados o en tratamiento asisten a escuelas especiales, la gran mayoría viene de escuelas comunes, cuentan las maestras. Además, aunque el diseño curricular con el que trabajan es a nivel nacional, tratan de articular con cada escuela para que les envíen los contenidos con los que están trabajando. “También tratamos de ver con cada uno cosas específicas de sus lugares de origen, para que esos contenidos sean significativos para ellos”, sostiene Inés.

El objetivo que tienen es que cuando el niño o niña vuelva a su escuela de origen no haya perdido ningún tema abordado por sus compañeros. Aunque, claro, los haya visto con las características propias de la maestra que se lo dio.

Además, para que los niños y niñas no pierdan su escolaridad, se les entrega una constancia de alumno regular y un boletín de calificaciones, en los casos de larga permanencia, que los acreditan como alumnos de esta escuela durante el período de internación.

José Andino es el papá de Dylan, que tiene 10 años y hace tres que se atiende en el área de oncología del Hospital Gutiérrez. Ellos son de Trelew, Chubut. “Perder el vínculo con su escuela es exclusivo, lo opuesto a ser inclusivo. Para ellos, poder sentir que siguen con su escolaridad a través de la escuela hospitalaria y domiciliaria es fundamental. Porque la niñez queda congelada por los tratamientos y el vínculo con la escuela, la plaza es un paliativo. Además, las maestras son especiales, muy atentas a la emoción de los chicos, al dolor y a lo que ellos pueden dar en ese momento”, cuenta José.

Docentes y alumnos terminan el programa cantando / Foto: Stella Bin

Termina el programa pero el entusiasmo no decae. Mientras se despiden cruzan comentarios sobre el tema del próximo programa, que será sobre bullying. Una escuela del barrio de Palermo propuso trabajar ese tema y Luis es uno de los encargados de desarrollarlo. Él se atiende en el Hospital de Clínicas e Inés le da clases domiciliarias.

Salimos y en el jardín del hospital algunos niños se hamacan y otros trepan juegos de plaza. De un árbol cercano cuelgan mandalas realizadas en el Taller de Cuencos y Mandalas al que asisten los chicos y chicas internados.