En la Argentina el 40% de las personas que pasaron por una cárcel vuelve a reincidir, y los especialistas señalan que la falta de trabajo es una de las principales causas. “Las personas privadas de su libertad necesitan una transformación”, explican, y eso es lo que ofrece la cooperativa de trabajo Esquina Libertad, que hoy es el sueño hecho realidad de un grupo de detenidos, ex detenidos y sus familiares. La crearon desde el encierro y les permite la inserción social y laboral que algunos nunca habían vivido. Aquí, la historia de cómo funciona esta cooperativa y qué vacíos busca llenar.
Habla con la voz entrecortada y mirando fijo a su interlocutor. “Es mentira que la pena no trasciende a la familia de la persona privada de su libertad”, sostiene Ayelén Stroker, familiar de un detenido en la cárcel de Devoto y presidenta de la cooperativa de trabajo Esquina Libertad. Apenas termina la oración baja la mirada hacia sus manos que sostienen el mate.
Pero enseguida, como sabiendo que no puede detenerse en esa zona llena de recuerdos dolorosos, toma aire y continúa con la ayuda de un mate que ahora sí toma. Y explica: “Por ese motivo, precisamente, fueron los detenidos junto a las familias los que empezamos a pensar cómo organizar un espacio de contención que permitiera no volver al encierro una vez recuperada la libertad. También porque no había desde el Estado una propuesta para acompañar y gestar durante el encierro un proyecto laboral, un espacio habitacional o vínculos familiares”.
Los enumerados por Ayelén son todos aspectos vitales en la vida de cualquier ser humano. Pero mucho más aún en la de alguien que acaba de salir de la cárcel. “Si eso falta pueden aparecer las viejas ‘amistades’, que son las primeras en irlos a buscar, y con ellas los delitos y la vuelta al encierro”, explica Coco Cerrella, diseñador gráfico y miembro de la organización Ingenierías sin Fronteras Argentina, que dicta talleres en la cárcel de Devoto, entre otra unidades. Desde allí, Cerella acompañó la creación de la imprenta Esquina Libertad capacitando en diseño e impresión a sus integrantes.
El impacto de las cárceles en las familias de los detenidos es insoslayable desde el sistema penitenciario actual. Cada año la cantidad de detenidos crece proporcionalmente 12 veces más rápido que la población del país. Eso hace que ya haya 85 mil personas en cárceles provinciales y federales. Y según reveló un informe de la Universidad Católica Argentina son por lo menos 146.000 los niños, niñas y adolescentes menores de 17 años que tienen a su padre, madre o un familiar en prisión.
Por eso, para los que conforman la cooperativa, esta es mucho más que un espacio de trabajo, es también una red de contención. “Desde acá buscamos curar distintos niveles de daño personal y familiar que las personas privadas de su libertad y sus familias tienen que sortear para lograr una reinserción social que se sostenga en el tiempo”, profundiza Ayelén.
Los servicios penitenciarios mismos reconocen al trabajo como el principal motor de la reinserción social. Por eso, alertan sobre la necesidad de ampliar la oferta de cursos de capacitación laboral, al tiempo que aclaran que el 40% de los internos trabaja en prisión y eso ayuda a su formación.
Hay que tener en cuenta que a las cárceles argentinas, la mayoría de los detenidos ingresa con menos de 34 años (el 61%), sin empleo (41%), ni oficio (50%) y con apenas estudios primarios (63%). Durante su paso por la prisión, la mayoría no recibe capacitación laboral (79%) ni trabaja (60%), ni progresa en su educación (48%), según los últimos datos del Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena.
En este contexto nacional, la cárcel de Devoto es una de las que más alternativas de estudio ofrece. De hecho, Esquina Libertad se gestó en el Centro Universitarios Devoto (CUD), que depende de UBA XXII, el programa de la Universidad de Buenos Aires que lleva la universidad a los establecimientos del Servicio Penitenciario Federal.
Paso a paso. Cómo se conformó la cooperativa
- En 2010, un grupo de 15 personas, de los cuáles 3 o 4 eran familiares, comienzan a pensar un proyecto laboral que pudieran iniciar estando en la cárcel pero que se continuara afuera. Entre ellos había detenidos que estaban cursando las carreras de Administración de Empresas y Derecho.
- Analizaron los recursos que tenían y qué tipo de emprendimiento podían conformar. Eligieron desarrollar una cooperativa autogestionada, desde la solidaridad y con una perspectiva de inserción laboral y social.
- Semanas después diseñaron los primeros cuadernos reciclando lo que encontraban en la cárcel (restos de ropa, de revistas), los hicieron y los familiares los vendieron en ferias. “Hicimos fotos de las personas comprando los cuadernos y eso fue maravilloso de ver para ellos, de constatar que lo que hacían se vendía y les servía a otros”, recuerda Ayelén.
- Con esas primeras ventas, reunieron dinero para adquirir insumos para seguir capacitándose y seguir produciendo, evaluando qué productos se vendían mejor.
- Coco Cerrella dio talleres de diseño para reforzar ese área. “Para ese momento ya era evidente la transformación que habían tenido estas personas desde el conocimiento universitario y, especialmente, las herramientas que habían incorporado en la carrera de administración de empresas. Ese conocimiento les permitió entender procesos productivos, administración, comercialización. Todo eso era impensable al comienzo de la historia de cada uno de ellos”, relata Estela Cammarota, presidenta de Ingeniería sin Fronteras y coordinadora de la Facultad de Ciencias Económicas en las cárceles, dentro de UBA XXII
- Un grupo de profesores, entre los que estaba Estela Cammarota, acompañaron al proyecto desde su inicio y también ayudaron a gestionar un programa UBANEX con el que financiaron la compra de la primera impresora. A varios de los que conforman la cooperativa, Estela los conoce porque estudiaron en su carrera.
- En 2014 la cooperativa se instala en el edificio que la Mutual Sentimiento, tiene en el barrio porteño de Chacarita. Comienzan a desarrollarse las áreas de salud y legales, entre otras, que buscan acompañar a las familias y los detenidos sobre las mejores formas de transitar el tiempo de encierro impulsándolos a que se capaciten y trabajen. “Porque, desde nuestra experiencia, cuanto antes empiecen a trabajar es mejor, es mucho más efectiva la inserción cuando salen de la cárcel”, sostiene Ayelén.
- Actualmente, encuadernación sigue siendo un área fuerte dentro de la cooperativa y los trabajos administrativos, de producción y capacitación se siguen haciendo dentro y fuera de la cárcel. Producen desde copias anilladas, tarjetas y carteles hasta impresiones de libros cosidos o binder (pegados). También estampan tazas y telas y hacen serigrafía sobre tela y papel. “Los clientes llegan por las ferias en las que ofrecemos los productos, por las redes sociales y de boca en boca porque se va haciendo conocido el proyecto. Además, proveemos a otras cooperativas de trabajo similares a la nuestra”, ilustra Ayelén.
- Los desafíos de hoy, lista Ayelén, son: “sobrevivir y garantizar y en los posible ampliar los puesto de trabajo. Pero la crisis y los aumentos de tarifas nos golpearon mal, la luz nos aumentó $3000 en los últimos meses”.
- Hoy la cooperativa está conformada por 35 personas en total -entre detenidos, liberados y familiares-, que trabajan en el área productiva y dando talleres. De los cuales, 10 viven del trabajo de la cooperativa que distribuye ingresos que rondan el salario mínimo, vital y móvil.
- Cada 15 días realizan una asamblea en la que se definen las cuestiones centrales, evalúan y definen cuestiones relacionadas con los clientes, los proyectos productivos, analizamos cómo trabajamos y cómo podemos mejorar.
La concurrencia de todas esas miradas que fueron acompañando el desarrollo de la cooperativa, “más la voluntad grandiosa de los familiares y de los protagonista directos: los detenidos, permitieron que la cooperativa diera sus primeros pasos. Hoy creo que hay una sociedad que confía y se sensibiliza con personas que sinceramente quieren modificar su destino y ser parte de una sociedad trabajadora, responsable y con valores. Por eso la cooperativa se sigue desarrollando”, evalúa Estela Cammarota. Y continúa orgullosa: “Soy testigo de un proyecto que funciona y que es positivo para mucha gente”.
Los desafíos de ser una cooperativa
Respecto al formato de cooperativa, tanto los que la conforman como especialistas y funcionarios coincidieron que es la mejor de las formas bajo las que se puede organizar una unidad productiva en estas circunstancias.
“Por eso trabajamos en la modificación de la Ley 20.337 de Cooperativas que, desde su artículo 64, no permite hasta pasado 10 años de cumplida la pena que los ex detenidos puedan formar parte del consejo directivo de la organización”, remarca Fiorella Canoni, Directora Nacional de Readaptación Social, de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial y la Comunidad Académica, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
Es que por eso la presidenta de Esquina Libertad es un familiar y no un liberado. Y por el mismo motivo, explica Canoni, cuando Elma Vega recuperó la libertad y creó Las Muñecas de Elma, no pudo organizarla como cooperativa. “Su emprendimiento hoy incluye a 15 ex detenidas que recuperaron su libertad y está cerrando un convenio con el banco Santander Río, para venderle las muñecas que el banco ofrecerá entre los productos de canje por puntos a sus clientes”. Y agrega: “En este caso, desde la Dirección acompañamos acercando a las empresas, entre otras cosas”.
Para incorporar nuevos detenidos o detenidas que comienzan a hacer sus salidas laborales o personas liberadas las cooperativas, necesitan “mejorar la comercialización y ese es el cuello de botella que tienen”, señala la funcionaria.
Por eso, pensando en las cooperativas que podrían crearse Canoni considera que “a la hora de conformarlas no sólo hay que ver qué saben hacer las personas interesadas, también qué demandas insatisfechas hay en la comunidad en la que viven o piensan radicar el emprendimiento”.
¿Qué está haciendo el Estado?
El Programa de Inclusión Social del liberado y su familia, que depende de la Dirección Nacional de Readaptación Social, comienzan a trabajar en los seis meses previos al egreso de los detenidos en el Servicio Penitenciario Federal (SPF).
“Nosotros tenemos el listado de personas que van a dejar la cárcel, nos acercamos a ellos, les hacemos una entrevista profunda para evaluar sus necesidades y contarles cómo podemos ayudarlos, y les dejamos nuestro contacto para que su familia o ellos cuando queden en libertad se acerquen a alguna de nuestras oficinas. Desde allí, nosotros articulamos con todo el Estado para resolver sus necesidades. Las más reiteradas: tramitar el DNI porque lo han perdido y lo necesitan para cobrar el último cheque por el trabajo que han hecho en la cárcel, tramitar la Asignación Universal por Hijo, la inscripción de los hijos a la escuela y armado de mochilas, y subsidios habitacionales porque hay muchos liberados en situación de calle”, enumera Canoni.
En 2017, desde la Dirección se creó la primera base de datos de seguimiento de los liberados del SPF y sus familias y desde este año se empezarán a recabar datos de los sistemas penitenciarios provinciales. El objetivo de reunir estos datos, destaca la funcionaria, es poder implementar políticas que mejoren la reinserción social de los liberados y medir la efectividad de esas políticas.
Hay que observar que el momento más crítico para la persona que recupera su libertad, según Canoni, son las primeras 48 horas, “donde se reencuentra con la red vincular (su pareja, sus hijos, su familia). Además, en los primeros seis meses se juega lo laboral lo habitacional y adaptarse a las relaciones sociales en el medio libre. Por eso el primer año es muy crítico para quien recupera la libertad y de allí la importante función que cubren las cooperativas donde no sólo contienen desde lo laboral, también desde otras áreas”.
Ayelén agrega su experiencia desde Esquina Libertad: “El funcionamiento de la cooperativa va contra la lógica del sistema que es romper los vínculos que la persona privada de su libertad puede tener con su familia, sus amigos. De hecho, cuando durante el encierro hay propuestas de trabajo, educación y salud son otros los resultados. Por caso, de las personas que han pasado por la cooperativa, ya sea por los talleres que damos o produciendo en la gráfica, el 95% no reingresa (ni como procesado ni con condena). Algunos se capacitaron y generaron sus propios emprendimientos, una pequeña minoría fue incorporada por empresas del sector gráfico, otros dan talleres en otras cárceles y, por supuesto, algunos siguen trabajando en la cooperativa en las áreas de producción o comercial”.
Quienes acompañaron desde afuera el proceso de Esquina Libertad subrayan el valor de generar una cooperativa a pesar del sistema. De hecho, la imprenta fue creada por fuera de los talleres que ofrece el SPF a través del Ente de Cooperación Técnica y Financiera (ENCOPE).
Según consta en su página web “el ENCOPE es un organismo autónomo que gestiona talleres productivos dentro de las cárceles”. Pero el trabajo que allí hacen, sostienen los entrevistados “es otra forma de precarización dentro del contexto de encierro: hacer bolsitas, broches o coser la ropa del SPF, por ejemplo”.
Nahuel estuvo detenidos en la cárcel de Devoto y allí se vinculó con referentes de Esquina Libertad, de la que hoy forma parte. “Enseguida sentí que pertenecía a este lugar. A tal punto que acerqué a familiares, amigos y conocidos para que se capacitaran en los talleres que se dictan acá. Me siento un afortunado por este presente. Espero cubrir las expectativas de mis compañeros. Ojalá logremos sumar a más personas al proyecto y sigamos generando fuentes de trabajo”.