En el barrio Alto Comedero, a unos 10 kilómetros al sur de la ciudad de san Salvador de Jujuy, viven Ana Calpanchay, su esposo y su hija de 8 años. Allí, la señal de su celular es intermitente y aunque nos lleva horas lo logramos, podemos hablar sin que se corte la llamada.
Ella es una de los 20.000 usuarios de UMANA, un servicio de salud que permite la atención médica en consultorios privados a personas de Jujuy, Salta y Tucumán que no tienen obra social o prepaga. Es decir, que no cuentan con un trabajo en blanco. Todos pagan al final de la consulta y apenas un tercio de lo que pagarían por una atención particular.
Ana habla pausado y cuenta que es peluquera. Atiende en su casa o va a la casa de las clientas. “Los tres tenemos la tarjeta de UMANA desde hace cuatro años. Primero porque no teníamos obra social y ahora, que mi marido trabaja en blanco en un supermercado, porque nos permite acceder a prestaciones que la obra social no nos ofrece”.
Como muchos de los usuarios, Ana se enteró de la existencia del plan por una amiga. “Un día le conté que había ido al hospital con mi hija y que no conseguía turno para que la vieran y ella me recomendó comprar la tarjeta de UMANA”.
Ahora, la usa para las consultas con la ginecóloga, el pediatra y los controles oftalmológicos de su hija que usa anteojos. También para hacerse radiografías y ecografías. Y en las farmacias le hacen entre un 10% y un 15% de descuento en la compra de medicamentos.
¿Qué es y cómo funciona UMANA?
Es un servicio de salud que ofrece asistencia en el primer nivel. Es decir, una atención en consultorio que no requiera internación. Incluye estudios de laboratorio y especialidades como clínica médica, odontología, oftalmología, pediatría, nutrición, psicología y cardiología, entre otras. En total cuenta con unos 150 prestadores, entre médicos, farmacias y ópticas, repartidos en las tres provincias.
Desde UMANA, puntualizan que desde 2009 a hoy han usado sus servicios unas 85.000 personas y actualmente hay 16.000 socios activos en Jujuy y 4.000 en Salta. En Tucumán lanzaron el servicio el 1 de julio. También destacan que entre sus usuarios hay personas de Bolivia y turistas extranjeros.
No existen topes de edad, nacionalidad ni enfermedades prevalentes. “Nosotros no somos una obra social, somos un sistema de salud que facilita la relación médico-paciente”, define Irene González, presidenta de la Fundación SER, organización sin fines de lucro que gestiona a UMANA.
Para asociarse, la persona tiene que comprar por $ 250 una tarjeta, que es personal y válida por un año. Una vez vencida su membresía, si la persona decide no pagar por algunos meses no hay problema. Puede pagar cuando lo necesite y nuevamente tener los servicios desde el momento en que compra la tarjeta y por otro año.
A la tarjeta se la puede adquirir en farmacias, fundaciones y consultorios. Luego, hay que llamar a un 0800 que figura al dorso de la misma, donde le toman los datos e inmediatamente le dan el alta y le envían por mail o WhatsApp la cartilla de médicos, con las direcciones y honorarios de cada uno, más el listado de farmacias y ópticas.
Con la cartilla, “el socio puede llamar y acordar el turno con cualquier especialista y lo más importante, sabe de antemano cuánto le va a cobrar el médico”, explica Irene.
“Por una consulta privada que ronda los $ 800 o $ 1000, el asociado a UMANA paga entre $ 250 y $ 300. Aunque los oculistas cobran un poco más por los insumos que necesitan y los estudios que realizan. Es un sistema donde gana el paciente y gana el médico”, detalla Irene.
Los médicos cobran lo mismo que les paga la obra social o prepaga
La odontóloga Sofía Gamez no sólo coincide con esa última oración. Ella, sin querer ni conocer a UMANA comenzó a recorrer un camino similar pero desde su consultorio.
Sofía nació en Jujuy, se fue a estudiar odontología a la Universidad de Buenos Aires y cuando se recibió, en 2014, se instaló en Salta. Desde que comenzó a atender consideró que cobrarle a un particular más de lo que la obra social o prepaga le pagaba a ella por una consulta o tratamiento no era honesto.
Hace poco más de un año su mamá le contó que Jorge Gronda, el obstetra que la había atendido cuando ella nació, tenía un servicio de salud con el mismo espíritu con el que ella atendía.
“Los llamé y les dije que quería sumarme a su cartilla. Me pidieron el curriculum, visitaron mi consultorio para ver que cumpliera con todos los requisitos habilitantes y me hicieron una entrevista personal. Poco después ingresé a la cartilla de ellos, sin que me cobren nada en ningún momento”, cuenta Sofía.
Los tratamientos odontológicos suelen ser muy costosos. Por eso muchas veces la gente llega al consultorio de Sofía para pedirle un presupuesto y un plan de pago para hacerse el tratamiento que necesita. “Yo siempre les aclaro que les cobro lo mismo que me paga la obra social o prepaga y les recomiendo asociarse a UMANA”.
Por ejemplo, un certificado de buena salud odontológico que requieren las escuelas para inscribir a los chicos, algunos colegas de Sofía le cobran al particular $500, cuando la prepaga por eso mismo le paga $300. Para tratar una carie chiquita cobran $1000 cuando la obra social te paga $400. "Es como si castigaras a la persona que no tiene un trabajo en blanco que le cubra una obra social o prepaga”, remarca.
Sofía también explica que cuando habla de $300, en realidad no es ese el monto exacto porque de ese valor le retienen “el 5% de la facturación, más alícuotas y descuento por débito. A lo que hay que sumar el trámite burocrático que no es sencillo y demanda tiempo, más el cobro que suele ser a 90 días. Por lo que nunca sé cuándo ni cuánto cobro”.
En ese sentido es que Sofía sostiene que UMANA “es una excelente herramienta tanto para los pacientes como para los médicos: no requiere de trámites burocráticos mensuales y permite brindar y recibir una atención adecuada a un bajo costo”.
Trabajando de esta manera, “me va muy bien. Tengo muchos pacientes que me mandan de las salitas porque cobro barato. Y de UMANA atiendo a un paciente por semana porque todavía son pocos en Salta. Pero la última semana ya mandé a 4 personas que necesitan atenderse con profesionales de otras especialidades, para que se adhieran”.
Una cobertura que nació para ayudar a mujeres de la puna
La historia de UMANA empezó cuando el ginecólogo Jorge Gronda no pudo seguir yendo a atender a las mujeres de la puna jujeña como lo venía haciendo desde hacía mucho tiempo, de manera gratuita. Entonces, las empezó a recibir gratis en su consultorio privado, el Centro Ginecológico (CEGIN) en San Salvador de Jujuy.
Pero viendo que las mujeres eran cada vez más y dependían de que él estuviera para ser atendidas, acordó con otros médicos del centro que las pacientes que fueran con una tarjetita que él les daría serían atendidas por un honorario accesible para ellas. Así, de manera artesanal, empezó a desarrollarse la idea que en 2005 se lanzó con el nombre de Sistema SER, en el marco de la Fundación SER.
Funcionando de esa manera estuvo hasta 2008, cuando Irene González y Simón Gronda, la esposa y uno de los hijos de Jorge comenzaron a gestionarla, dándole una estructura más formal al servicio y ampliando la cartilla de prestadores.
En 2012 se asociaron a Njambre, una organización social que promueve a empresas que generen impacto social y ambiental positivo en América Latina, y lanzaron UMANA. Desarrollaron la plataforma digital y pasaron a funcionar de manera online.
“Umana es totalmente auto sustentable. Además de lo que percibimos por cada persona que se adhiere, recibimos apoyo de CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) para fortalecer el sistema en Jujuy y Salta y mejorar la plataforma. También recibimos apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de Fomin a través de Njambre para expandir el modelo”, especifica Irene.
En línea con su visión de acercar la salud a todas las personas, en 2016, UMANA firmó un acuerdo con la red Mamotest, por el que las mujeres pueden hacerse las mamografías en un centro adherido y las imágenes se envían digitalmente a un centro especializado de diagnóstico en Corrientes. Y de requerirse una segunda opinión, “tenemos un acuerdo con un centro en Estados Unidos”, puntualizó Irene. En la práctica, este acuerdo significa que una mujer de la puna jujeña puede realizarse un estudio y un especialista podría estar viendo las imágenes a las pocas horas en Estados Unidos por un costo de $ 500.
En el mundo, UMANA no está sola. En Latinoamérica, por lo menos hay otras tres propuestas que se han desarrollado con la misma visión: Bive en Colombia -que se crea puntualmente a partir de la experiencia de UMANA-, Toth en Chile y Cartão de TODOS en Brasil.