Los incidentes viales son la principal causa de muerte entre los jóvenes en Argentina. Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en 2017 fallecieron 5611 personas en las calles y rutas del país, de los cuáles 2.339 tenían entre 15 y 34 años. Es decir, cada 4 horas muere un joven por causas que podemos evitar. Qué está haciendo el estado para mitigar la epidemia y el ejemplo de Mendoza que logró reducir la mortalidad por incidentes de tránsito.
“Manuel no murió en un accidente. A mi hijo de 18 años lo atropelló un jóven de 20 años, que conducía alcoholizado, y lo mató”, precisa Ema Cibotti. Y enseguida explica: “es que un accidente es algo fortuito, inesperado e infrecuente. Y los choques, vuelcos, atropellos, embestidas no tienen nada de eso. Se pueden prevenir y evitar”.
La corrección semántica parece un detalle, sin embargo contiene la esencia del problema: las muertes provocadas por la violencia vial pueden prevenirse.
Manuel murió el 15 de mayo de 2006, en la ciudad de Buenos Aires. Tiempo después, Cibotti fundó la Asociación Civil Trabajar Contra la Inseguridad y la Violencia Vial (Activvas), que promueve el debate en torno a estas conductas.
Hoy, una estrella amarilla con el nombre de Manuel se erige en el sitio en el que lo mataron. Con estas señales, los familiares de las víctimas no sólo buscan recordarlos, también pretenden despertar la consciencia de quienes conducen, acompañan o caminan por las calles. En el país ya hay más de 50.000 estrellas bajo el lema “De vos depende no sumar una estrella más al cielo”.
Según los últimos datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en 2017 se produjeron 137.567 siniestros viales que no solo provocaron 5.611 muertos. También hirieron a 118.550 personas, de los cuales 89% fueron leves y 11% graves.
En coincidencia con los datos nacionales, un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que analizó las causas de muerte entre 2000 y 2014 en las personas de entre 10 y 24 años de todo el continente americano, demuestra el impacto de los siniestros viales en los adolescentes y jóvenes. Y destaca que Argentina es unos de los países en los que se han registrado los mayores aumentos.
Los accidentes de tránsito son una de las principales causas de muerte entre los jóvenes en casi todos los países del mundo. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 93% de las víctimas fatales menores de 20 años tiene lugar en países de ingresos medios y bajos, donde se ubica la Argentina.
A tal punto las muertes por esta causa preocupan a escala mundial que en marzo de 2011 la Asamblea de las Naciones Unidas lanzó la Década de Acción por la Seguridad Vial con un objetivo de máxima: colocar a la seguridad vial en la agenda de todos los gobiernos del mundo.
Para hacerse una idea, según expone la OMS, cada año mueren en el mundo aproximadamente 1,35 millones de personas por incidentes de tránsito. Y el 93% de esas muertes tienen lugar en los países de ingresos medios y medios bajos, aún cuando esos países registran el 60% de los vehículos del mundo.
También hay que decir, que si bien dentro de latinoamérica la Argentina no se encuentra entre los países con mayor tasa de mortalidad por siniestros de tránsito, sí supera el valor establecido por la OMS para que una enfermedad sea considerada como una epidemia.
¿Cómo somos conduciendo?
Los factores de riesgo determinados por la OMS son la velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y otras sustancias psicoactivas, el mal uso de elementos de retención (cinturones de seguridad y sillas para niños, por caso), el mal uso del casco, elementos de distracción y la somnolencia y la fatiga.
Es decir, todas causas que pueden prevenirse y así disminuir la probabilidad de siniestros viales. Por eso también son las variables que los estados analizan al desarrollar políticas públicas para reducir el número de siniestros en calles y rutas.
En Argentina, la ANSV a través de su Observatorio Vial ya ha estudiado en profundidad a algunos de los factores:
Conducir alcoholizados. En marzo de 2018, el observatorio presentó un informe que sostiene que el mayor consumo de alcohol en general, no necesariamente al momento de conducir, se da entre los jóvenes de 18 a 24 años y es del 79%. Mientras que la franja que va de los 25 a los 34 años solo reducía levemente su consumo.
Según el mismo estudio, Argentina es el segundo consumidor de alcohol por bebedor más alto de América del Sur detrás de Perú, con 16 litros por año. Y si bien no existen estadísticas nacionales precisas, el informe estima que en 2015 las muertes por siniestros viales relacionados al consumo de sustancias representaron cerca del 5%. De hecho, del total de jóvenes conductores que asistieron a un hospital público con motivo de un siniestro vial, el 28% había consumido alcohol en las horas previas.
El estudio también reveló que en 2016 el 27% de los jóvenes argentinos de entre 16 y 35 años conductores de autos y el 29% de los jóvenes conductores de motos, según sus propias declaraciones habían conducido bajos los efectos del alcohol en el último año.
A modo de conclusión el informe observó que para los jóvenes manejar es símbolo de mayor libertad, independencia y adultez. Mientras que tomar alcohol implica mayor sociabilidad, disfrute y compañía con amigos. A su vez, los jóvenes no sienten que pueda tener costos el consumir alcohol y manejar. Por un lado, porque no perciben el riesgo de sufrir un siniestro vial al conducir en esas circunstancias y, por el otro, porque no sienten que el Estado los controle y sancione.
Entonces, ¿por qué los jóvenes deberían dejar de realizar una acción que ellos perciben como un beneficio? El estudio considera que la decisión de beber y conducir debería ser penalizada. Para ello es vital la implementación de controles y sanciones que favorezcan el cambio de conducta.
También recomienda sensibilizar a los jóvenes acerca de los riesgos (físicos y psíquicos) implicados ante la eventualidad de un siniestro vial ocurrido por causa del alcohol. “La concientización debe incluir la implementación de campañas masivas, cuyo contenido incluya los hallazgos de esta investigación con el objetivo de que los jóvenes se interpelen sobre su accionar”, cierra el informe.
El uso del cinturón de seguridad. En el último estudio observacional sobre la Situación de la Seguridad Vial en Argentina que realizó la ANSV y publicó en marzo de 2018, determinó que en Argentina solo el 43,6% de los vehículos transitan con todos sus ocupantes protegidos mediante el uso del cinturón de seguridad. Es decir, solo 4 de cada 10 vehículo. Aunque el uso del mismo está normado en la Ley de Tránsito desde 1994 y posee amplio conocimiento por parte de la población.
La última medición del Estudio Observacional del comportamiento de conductores y ocupantes de vehículos de 4 (o más) y 2 ruedas realizado en 2016 por el Observatorio Vial, determinó que en Argentina sólo el 43,6% de los vehículos transita con todos sus ocupantes protegidos mediante el uso del cinturón de seguridad.
El relevamiento también observó que cuando el conductor usa cinturón de seguridad, es mayor el uso del dispositivo en los demás ocupantes del vehículo. Y que las mujeres al volante se protegen más que los hombres (58,4% y 48,6% respectivamente).
Por supuesto, el uso de cinturón de seguridad, independientemente de la posición, varía de acuerdo a la región. La zona de Cuyo observa una tasa de uso muy superior a la media nacional, mientras que las regiones del NEA y el NOA registran las tasas de uso más bajas del territorio nacional.
El informe también observó que 7 de cada 10 menores de edad (0 a 17 años) viajaban totalmente desprotegidos, ya sea por el no uso del cinturón de seguridad o por su uso incorrecto.
El uso de luces diurnas. Otro aspecto importante relacionado con los elementos de seguridad del automóvil es el uso de luces durante el día. El informe sostiene que, aunque desde 2013 viene aumentando el uso de luces diurnas reglamentarias, para 2016 solo 4 de cada 10 vehículos las usaban.
Las motos y los cascos. La ANSV registra a escala nacional un crecimiento sostenido en el uso del casco desde 2011 hasta 2014, mostrando estabilidad hacia 2016. Pero con ese incremento, solo 6 de cada 10 motos observadas circula con todos sus ocupantes protegidos con cascos.
Por otro lado, los relevamientos evidencian que el norte argentino es la región que menos elementos de seguridad vial usa. El dato adquiere gravedad cuando observamos que esta es la región que presenta la tasa más altas de motorización motovehicular y tiene un escaso uso del casco.
“En este marco, se visualiza el desafío de continuar realizando campañas de concientización focalizadas en el uso del casco y en el desarrollo de planes locales de seguridad vial con énfasis en el motociclista”, recomienda el estudio sobre la Situación de la Seguridad Vial en Argentina.
Como ocurre con los cinturones de seguridad, el uso del casco por parte del conductor incide positivamente en su uso por parte del resto de los ocupantes de la moto.
Por último, solo 4 de cada 10 motos utilizan las luces diurnas reglamentarias. Siendo las regiones del NEA y el NOA las que registran los niveles más bajos de uso de luces.
Vale subrayar que el uso de elementos de seguridad vial en vías urbanas es menor al que se da en ámbitos ruteros, si bien en éstos últimos tampoco se alcanza un nivel de uso deseable.
Tras analizar estas variables la ANSV sostiene “que los comportamientos viales en Argentina se caracterizan por altos niveles de transgresión a las normas de tránsito. Transgresión asociada, por un lado, a cuestiones percibidas del contexto y, por el otro, con cuestiones actitudinales como la falta de hábito, creencias instaladas en torno a la conducción, y aspectos sensoriales que afectan el uso de elementos de seguridad vial. Todo esto, como se pudo observar, se enmarca en una cultura argentina caracterizada por la falta de apego a la ley”.
Las provincias con más siniestros
El diagnóstico de la situación de la seguridad vial en Argentina permitió establecer que en el país existen dos zonas altamente comprometidas con la seguridad vial. Una zona que concentra la mayor cantidad muertos por siniestros viales: el Área Metropolitana de Buenos Aires y la región pampeana. Y otra donde en términos relativos se observan las tasas más elevadas de mortalidad: el norte argentino.
Entrá y mirá los datos de tu provincia
En el marco de un país federal, la ANSV se ha propuesto una serie de desafíos a escala nacional: continuar impulsando la creación de observatorios viales en todo el territorio, investigar temáticas aún no exploradas que permitan brindar soluciones y promover mejoras en las normas legales con el objetivo de incrementar la eficiencia y efectividad de los controles.
Mendoza lo está logrando
En esta provincia, la tasa de uso de elementos de seguridad vial es muy superior a la media nacional.
Por eso la ANSV decidió investigar los factores que lo hicieron posible, con el fin de elaborar un manual de buenas prácticas de gestión que pudiera ser compartido con el resto de las jurisdicciones que quieran generar cambios positivos en materia de seguridad vial en sus territorios.
De ese relevamiento se desprende que en Mendoza, 8 de cada 10 conductores utilizan el cinturón de seguridad, mientras sólo 3 de cada 10 ocupantes traseros lo hacen. Así, la provincia exhibe los niveles de uso de cinturón más altos del territorio nacional.
Es importante considerar que, según la OMS, el uso del cinturón de seguridad disminuye el riesgo de muerte de los ocupantes delanteros de un vehículo entre 40% y 50%, y entre 25% y 75% el de los pasajeros de asientos traseros.
Al igual que con el uso del cinturón, el uso de sistemas de retención infantil apropiados en la provincia de Mendoza es superior a la media regional y nacional, alcanzando al 71,3% de los niños entre 0 y 4 años que se trasladan en la parte de atrás del auto.
En el mismo sentido, las OMS, observa que los medios de sujeción de niños, si se instalan como es debido y se usan correctamente, reducen un 70% las muertes de los menores de un año, y entre 54% y 80% las de los niños de corta edad.
Lo mismo ocurre con el uso de casco por parte de los motociclistas. Puede reducir el riesgo de muerte casi un 40%, y el riesgo de un traumatismo grave en más del 70% (OMS). En Mendoza 9 de cada 10 personas que van en moto usa casco.
En cuanto a circular con luces encendidas, se observó que solo 4 de cada 10 vehículos de 2, 4 o más ruedas lo hace a nivel nacional. Mientras que en la provincia de Mendoza, la tasa de uso asciende al 88,4% entre vehículos de 4 (o más ruedas) y al 82,3% entre vehículos de 2 ruedas.
No obstante este decrecimiento, la tasa de mortalidad en Mendoza (14,4) fue superior a la tasa registrada para el total nacional (12,7) para el año 2016, evidenciando la problemática que debe seguir enfrentando la provincia en cuanto a la siniestralidad vial. Es más, en Mendoza, el 44.3% de los muertos por siniestros viales tienen entre 15 y 34 años.
Las medidas que implementó
Para lograr estos avances, Mendoza sancionó una ley de tránsito que priorizó la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad, casco y luces reglamentarias, generando concientización y acciones concretas para incrementar el nivel de utilización por parte de los ciudadanos.
Luego, la provincia buscó el consenso entre los diferentes municipios, prohibiendo legalmente que éstos pudieran entrar en conflicto con la normativa provincial, la cual adhería en espíritu a la normativa nacional.
Esta coordinación de prioridades favoreció la creación y designación de los órganos intervinientes en la gestión y control de la seguridad vial, aspecto que fue clave para implementar los mecanismos de control y sanción de manera efectiva.
También se trabajó en preparar a la ciudadanía en la aceptación de los nuevos requerimientos viales, cuestión que se vuelve esencial cuando de lo que se trata es de la modificación de conductas socialmente arraigadas.
Además, hubo un período de gracia que incluyó mecanismos para hacer más accesible la adquisición de elementos de seguridad. Tras el cual se desplegaron fuertes controles a los vehículos, con sus consecuentes sanciones, generando visibilidad del poder de fiscalización en las calles para generar mayor legitimidad.
El estudio sobre Mendoza concluye enumerando los próximos desafíos: “la provincia registra una tasa de mortalidad por siniestros de tránsito más alta que la nacional, que podría estar explicado por otros factores de riesgo no estudiados hasta el momento como, por ejemplo, el exceso de velocidad, el consumo de alcohol previo a la conducción, o las distracciones al conducir”.
Con el potencial de llegar a todo el país, la ANSV lanzó hace pocas semanas la Red Federal de Asistencia a Víctimas y Familiares de Víctimas de Siniestros Viales. El organismo brinda asesoramiento legal, psicológico, social y de rehabilitación en la post emergencia vial. Nuclea provincias, municipios y organismos privados, que ponen a disposición sus recursos y articulan a nivel interjurisdiccional.
Para Ema Cibotti, como mamá de una víctima de la violencia vial, la Red Federal de Asistencia a Víctimas y Familiares de Víctimas de Siniestros Viales es un logro enorme. “Porque lo peor es el día después. No sabés qué hacer y en general las decisiones que tomas no son las mejores”, explica en tono suave. Como repite varias veces ella misma durante la entrevista: “modificar los hábitos sociales que producen la violencia vial es un trabajo colaborativo a largo plazo. Tenemos que ser tenaces y no bajar los brazos”.