Desde que comenzó la cuarentena, las personas que viven en barrios vulnerables son las más golpeadas. Hace dos meses que muchos de los trabajos que hacen, en general oficios manuales fuera de sus casas, están interrumpidos.
Sin embargo, algunas de esas familias hicieron la diferencia cuando al menos uno de sus miembros aprendió a manejar las redes sociales, a entender cómo funcionan las tiendas virtuales o a cómo armar una campaña de marketing digital. Hoy, esas familias ofrecen servicios desde sus casas.
Giuliana Rojas es un ejemplo. Tiene 24 años y es de Gregorio de Laferrere, municipio de La Matanza, en el oeste del conurbano bonaerense. Si bien su sueño a corto plazo es independizarse, hoy vive con su familia. Su mamá, Carmen, es acompañante terapéutica; su papá, Daniel, es electricista de obras; su hermano Germán también es electricista; y su hermano Gonzalo de 19 años, está desempleado.
“Por el momento, dada la situación del Covid-19, solo yo estoy trabajando, porque lo que hago es digital y lo puedo hacer desde casa”, dice Giuliana.
Ella maneja las redes sociales de la Fundación Compromiso. Además, tiene desde hace tres años su propio emprendimiento, Kaya, de sublimación personalizada de tazas, remeras y almohadones. Para ese proyecto, también sigue produciendo y vendiendo de manera online.
Pero hace dos años las perspectivas económicas de Giuliana eran otras. Había tenido distintos trabajos en relación de dependencia y si bien sabía que para posicionar a su emprendimiento en las redes necesitaba de conocimientos de marketing digital, no sabía cómo hacerlo.
Hasta que en septiembre de 2018, su mamá, que ya había tomado algunos cursos en la cooperativa La Juanita, le contó que allí se estaba abriendo Potrero Digital, una escuela de oficios digitales orientada a la integración social, la capacitación y la obtención de trabajo para personas mayores de 16 años, a través de la tecnología.
Giuliana conoció las aulas donde se darían los cursos y asistió a una charla en la que había más de 100 personas interesadas y supo que solo entrarían 40. Llenó el formulario en la página web de Potrero con pocas esperanzas. “Creí que no tenía posibilidades. Pero a la semana me avisaron que había entrado y en marzo de 2019 empecé a cursar Marketing Digital”, cuenta.
De lo presencial a lo virtual
El Potrero Digital de La Juanita fue la primera de una red de escuelas que siguió con la apertura de otra en Morón, también en 2019. Y a la que se han sumado en 2020 nodos en los municipios bonaerense de Pilar y Tigre, y en los barrios porteños de Retiro, Barracas, Bajo Flores, Lugano y Ciudad Oculta.
Si bien la mayor parte del proyecto pedagógico de Potrero Digital fue pensado desde un inicio para darse de manera presencial, las escuelas arrancaron el 15 de abril pasado con toda su oferta educativa de manera virtual.
Para empezar, la invitación a inscribirse este año se hizo por las redes sociales. Claro, de 180 inscriptos el año pasado pasaron a cerca de 500.
“La cursada es semanal y tratamos de que estén todos los estudiantes simultáneamente para generar de alguna manera una cercanía y para poder hacerlo interactivo”, detalla Demian Niedfeld, asesor pedagógico y docente de Potrero.
A los contenidos que daban en 3 horas presenciales pasaron a darlos en una hora de modo virtual. “Compartimos la pantalla con una presentación, incluimos encuestas online para hacer en vivo y verificar si entendieron o no. Y pos clase dejamos abierto un grupo de WhatsApp donde plantean dudas y hacen consultas”, ilustra Niedfeld.
En cuanto a los trabajos finales que antes eran presentaciones en vivo, hoy las envían y tienen tres minutos para contar por videollamada, y frente a sus compañeros, en qué consiste.
Como no todos están acostumbrados a las videollamadas, desarrollaron un código de convivencia: todos tienen que estar silenciados y si quieren participar deben usar la mano del icono para que les den la palabra; si tienen dudas usan el foro; y si no tienen buena conectividad, no usan la cámara.
“Al pensar el armado de la clases, tenemos en cuenta que casi todos trabajan desde su celular y con mala conectividad, por lo que no podemos hacerlo entrar y salir de pestañas”, puntualiza Niedfeld.
Qué estudiar en Potrero
Potrero Digital ofrece tres especializaciones: Programación, de la mano de Digital House (ellos capacitaron a los docentes y prestan su plataforma), Marketing Digital (con un programa desarrollado por Google Argentina), y Asistente de Ventas Online (con un programa que ayudó a diseñar e implementar Mercado Libre).
A su vez, varias de las organizaciones que acompañan a Potrero han desarrollado programas de mentoreo con sus empleados. Entre otras: Google, Identia PR, Ukelele, Cooperativa La Juanita, Fundación Compromiso. Este año están viendo cómo llevar las mentorías al espacio virtual.
“En 2019, se inscribieron 140 personas en La Juanita y 40 en Morón. El 75% de ellos terminó y, de ellos, el 40% está trabajando. Algunos en empresas como Oracle, banco Santander, Megatlon, La Juanita Digital (que es una cooperativa de servicios digitales). Y otros tienen sus propios emprendimientos: les manejan las páginas o redes sociales a supermercados o peluquerías, por ejemplo”, explica Carolina Biquard, directora ejecutiva de Fundación Compromiso, una de las instituciones fundadoras de Potrero Digital.
Las historia de Jaquelín Vallejos y Elizabeth Franco ilustran muy bien lo que dice Biquard. Ambas viven en Gregorio de Laferrere y cursaron Marketing Digital el año pasado.
Jaquelín hoy es la única de su familia que está trabajando. Tiene un emprendimiento que presta servicios de marketing digital: JV, que gestiona desde su casa. Y Elizabeth trabaja en comunicación interna del área de recursos humanos de Megatlon.
Teniendo en cuenta el impacto que tienen los cursos en la vida de los estudiantes y sus familias, es que pretenden “pasar de 500 a 1000 alumnos al finalizar el año”, puntualiza Juan José Bertamoni, director de Potrero.
Y las expectativas no son infundadas. Este año, con la apertura de nuevos Potreros se sumaron al ciclo lectivo virtual estudiantes de barrios populares de la ciudad de Buenos Aires y de los municipios bonaerenses de Pilar y Tigre. Y, desde mayo funcionan dos Potreros en Mendoza, uno en el barrio La Favorita y otro en el barrio San Martín.
“Si bien la idea es que al final de la cuarentena volvamos a los encuentros presenciales, la educación virtual abrió una puerta para los que no tienen Potreros en sus barrios, que seguro no cerraremos”, sostiene Bertamoni.
En ese sentido están trabajando con organizaciones que ya vienen desarrollando actividades en los barrios, como Socialba, Fundación Pilares, Instituto Villero de Formación, Fundación Progresar, Inicia. Ellos convocan a los interesados en tomar los cursos, les hacen seguimiento y verifican -junto a los docentes- si cuentan con el equipamiento para tomar el curso, si pasan los exámenes y si consiguen trabajo.
“Si no tienen el equipamiento necesario, se los conseguimos. Nos donaron 120 computadoras y se van a sumar más, que iban a ir a los Potreros pero que hoy se le prestan a los alumnos. Además, Newsan nos donó 80 celulares de gama media que también están disponibles”, informa Biquard.
Ventajas y desventajas de la cursada virtual
Cada especialización está pensada para cursar en cuatro cuatrimestres y en cada uno se da un curso. Por ejemplo: Gestión de contenidos en redes sociales-Community Manager; o Programación Web: Front End y Back End Developer; o Comercio Electrónico: Asistente de Ventas en Mercado Libre, Emprendedorismo y Plan de Negocios y Alfabetización Digital.
La pandemia no solo cambió el formato de las clases y abrió oportunidades a más jóvenes, también modificó la currícula e incorporó nuevos cursos.
Demian Niedfeld, que además de docente de Potrero es uno de los fundadores de la empresa de comercio electrónico Ukelele, cuenta que al empezar la cuarentena detectaron que las ventas de Amazon se disparaban, al igual que el e-commerce en Europa.
“Vimos que esa podía ser una salida laboral para los jóvenes de los barrios. Sabemos que muchas pymes están vendiendo online y necesitan vendedores virtuales. Es decir, que contestan preguntas, solucionan reclamos, publican productos en Mercado Libre y hacen el envío. Por eso, hablamos con Mercado Libre y desarrollamos el curso de Asistente de Ventas para Mercado Libre, que hoy ya tiene 80 inscriptos”, explica Niedfeld.
Giuliana, que cursó el año pasado de manera presencial y este lo está haciendo de modo virtual, sostiene: “Lo presencial me hacía sentir más cómoda, el intercambio era más fluido, los trabajos grupales eran mejores. También la contención que ofrecía el grupo a quien la necesitara era mejor”. Pero, destaca: “En lo presencial había que cumplir horario y si alguien conseguía trabajo tenía que abandonar porque no podía asistir”.
Mientras que “lo bueno de lo virtual es que evitás gastos y tiempo en viaje, y no corres peligros saliendo. Además, las clases quedan guardada y las puedo ver más de una vez. La contra es que tenemos mala conectividad”, detalla Giuliana.
“Potrero Digital está pensado para cubrir un nicho de oportunidad de 100.000 oficios digitales que necesita Argentina y que hoy no existen. Desde oficios básicos como gestión de redes sociales o soportes de tecnología en una empresa de telecomunicaciones, pasando por desarrolladores web, desarrolladores de plataforma digitales, hasta soluciones e inteligencia artificial”, sostiene Bertamoni.
Y sigue: “Son estos los oficios mejores pagos, muchas veces con remuneraciones en dólares. Además, mientras en la última medición del INDEC hablan de un 10% de desempleo, en los oficios digitales la realidad es otra: hay plena ocupación y no se alcanza a cubrir la demanda de perfiles. Por eso, si hacemos bien nuestra tarea los alumnos deberían conseguir trabajo”.
Claro que el primer paso es mostrarle a los jóvenes el mundo digital, porque como destaca Niedfeld, “nadie desea lo que no conoce”.