“Mi primera reacción al terminar la nota fue cerrarla. Quizá por vergüenza a leer mi reflejo sobre mis pares o quizá por temor a transmitir cosas que tanto rondan por mi cabeza y me acusan constantemente. Tengo 22 años y N.P.P. es mi nombre. Me presento de esta forma porque me atemoriza abrirme tanto al mundo de internet pero es suficiente como para que aquellos que me conocen me reconozcan.”
“Leyendo la nota me puse a reflexionar sobre mis actos y, al igual que los hombres que aparecen mencionados, abusé. Si bien mi paso por la adolescencia fue muy ajeno a las mujeres no estoy exento de esos hechos, tan burdos como los que cometí. Como cuando en los boliches caminaba con la palma de la mano abierta para rozar algún culo al pasar por los tumultos de gente, o cuando me propasé con una amiga porque buscaba perder mi virginidad y como ella tenía una vida sexual activa la consideré una opción viable. Fue una corta noche de tres horas en la que me excedí y le insistí sin parar, en dos ocasiones me le insinué muy directamente, apoyándola. No llegó a nada porque ella se negó con la misma insistencia. Y yo, por fin, lo acepté. Considero que ella tenía tan normalizado ese trato masculino que jamás me mencionó el hecho, ni siquiera se enojó. Pero yo sí me enojo, me enoja recordar ese que fui.”
“Cuando en las redes sociales se comenzó a escrachar a abusadores, violentos y violadores, lo primero que hice fue hablarle a mi exnovia. ¿Pánico al escrache? Posiblemente. Igual yo lo quería. Deseaba que si había cometido un acto tan cruento como los que leía se me crucificara y denostara. Lo veía como mi única forma de expiación. El mensaje que me envió como respuesta me destruyó. Leyéndolo, mis actitudes misóginas y machistas no son ni comparables con otras que se han leído. Ella mencionó dos cosas en el mensaje, yo agrego una más.”
“En lo personal, considero que insistir para tener sexo es un grave error que cometí en la relación (nunca la obligué o la forcé, pero el convencimiento mediante la excesiva insistencia tampoco es lo ideal para llegar al acto). En cuanto a las que mencionó ella, la primera es que la apoyaba por la mañana cuando me despertaba con una erección; yo lo veía como un gesto cariñoso y ella jamás se quejó, pero si me lo señala ahora es porque le molestaba. Lo tomo y acepto. La segunda es la peor de todas las acciones que cometí. Luego del rompimiento nos encontramos en una fiesta y, en una mezcla de emociones, alcohol y calentura, terminamos juntos encerrados en un baño. Ahora que lo he reflexionado pienso que ella quería acercarse sentimentalmente a mí, como en los viejos tiempos, yo solo estaba muy caliente, la deseaba y consideraba que tenía las puertas abiertas para que volviéramos a tener sexo. La manoseaba, insistía, la consolaba y volvía a intentar. En el punto máximo de la horrible situación terminé tirándome sobre ella en una cama. Ella se puso a llorar. En el manoseo sentí que estaba excitada y eso me llevó a la idea de que también quería, pero fue un espantoso acto que jamás me pude perdonar, aún habiéndome disculpado y hablado con ella. Su angustia en esa situación generó que yo me levantara y todo se calmara. Considero que eso fue lo más bajo y violento que he sido. Me volví aquello que detesto tanto.”
“Jamás golpeé a una mujer. Jamás violé a una mujer. Pero sí abusé. De formas menos cruentas que otros, quizás, pero esos actos me hacen sentir mal.”
“Considero que la sociedad y el individuo cambian a la par. Yo he cambiado, me educo y hablo de eso. Impacto sobre quienes me rodean y ellos en mí, hemos hablado, nos hemos abierto. Nos cuestionamos. Cuestiono a mi padre y lo incentivo a cambiar, lo acompaño. Si me pongo a pensar, la última situación de esta índole habrá sido hace tres años. No he vuelto a formalizar en una relación así que no puedo aseverar mi cambio por completo, pero sí se modificó mucho mi relación con las mujeres, por lo que tengo entendido, para bien.”
“No sé si escribí esto como una forma de autopsicoanalizarme por millonésima vez, tampoco busco comprensión o palabras para sentirme bien, simplemente me puse a volcarme aquí. Estoy seguro de que quiero ser parte de los cambios concebidos en pos del bienestar de todos y todas. Otra masculinidad es posible, una más abierta, más emocional, una que quizá me sea ajena, pero la aprecio. No soy bueno, tampoco soy malo, simplemente soy y es por eso que me puedo cambiar y ser distinto. Así que, esta es una forma de ser… distinto”.