Situaciones cotidianas donde las únicas respuestas posibles son sí o no y no parece haber malos entendidos ni insistencias hasta que se trata de una posible relación sexual; la necesidad de que el consentimiento se traduzca en una señal tan llana como las de tránsito para que no queden dudas de lo que se desea; lo que genera en una persona recibir en el teléfono imágenes de desnudos (nudes) no solicitadas; la —necesaria— aclaración de que haber aceptado o deseado una vez no significa que aceptemos o deseemos siempre; recordar que si no hay consentimiento hay violencia. Estas son solo algunas de las situaciones ilustradas por siete artistas latinoamericanos para la campaña #SiNoHaySÍesNO, lanzada en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
El 25 de noviembre de 1960, por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo —quien gobernó República Dominicana desde 1930 hasta su asesinato, en 1961— las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, militantes opositoras, fueron molidas a golpes. Sus asesinos metieron sus restos en un vehículo para simular un accidente. El mismo día, sus cuerpos aparecieron destrozados al noreste del país. Nunca hubo dudas de que se trataba de un crimen.
“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”, solía decir Minerva Mirabal cuando se sabía amenazada. Y eso hizo. Ella y sus hermanas se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la violencia de género que afecta a las mujeres de todo el mundo.
Dos décadas después de su asesinato, en 1981, se celebró en Bogotá el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, donde se decidió que el 25 de noviembre se transformaría en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en su memoria. Y diez años más tarde comenzó la campaña “16 días de activismo contra la violencia de género”, durante el primer encuentro del Centro para el Liderazgo Global de Mujeres, en la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (Estados Unidos). Allí se propusieron actividades para la erradicación de la violencia de género desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos. Desde ese momento, los 16 días de activismo se realizan año a año.
Es en este contexto que la Fundación Avon, que participa de esta conmemoración abriendo diferentes conversaciones, decidió reunir a artistas como Tute y Pepita Sandwich (Argentina), Helô D'Angelo y the Karynne (Brasil), Thalía Mendoza (México), Javiera Camposano (Chile) y Sara Tomate (Colombia) para que dibujen sobre el consentimiento. “Un tema que parece ser tan simple y que solo depende de dos palabras: sí o no. Porque es importante dejar bien claro: cuando no hay consentimiento, hay violencia”, destacan desde la fundación.
Escogieron a ilustradores e ilustradoras para transmitir un mensaje y hablar de la importancia del consentimiento explícito, también cuando se trata de vínculos que se tejen en la virtualidad, porque apuestan al poder transformador del arte y a su capacidad de instalar nuevas —o viejas pero necesarias— conversaciones.
Consentimiento en la era digital
“Me pareció muy interesante abordar el tema del consentimiento digital porque mi campo de acción muchas veces es lo digital. Todos los días ilustro para distintas plataformas online, entonces esta conversación me resultaba muy alineada con mis propios deseos de comunicar, de hacer un mundo más justo para las mujeres en todos sus aspectos, tanto en la vida real como en la vida digital”, dice Josefina Guarracino (Pepita Sandwich).
La ilustradora cuenta que para esta iniciativa dibujó sobre las relaciones humanas en el entorno digital; sobre la importancia de comprender que “sí es sí y no es no, en Internet también”; sobre los distintos tipos de violencia digital y sobre que “Internet no es tierra de nadie si no que hay algunas leyes que nos defienden de estas agresiones”. “El cerebro procesa imágenes mucho más rápido, entonces hay algo de hacerlo visual que me parece hace que llegue a muchas más personas. Y aplicar la ilustración y la historieta a temas que son un poco más difíciles de entender siempre es muy rico”, reflexiona.
Ella misma vive a diario algunas de las situaciones sobre las que versa la campaña: “Me llegan fotos sin mi consentimiento o comentarios que no tengo ganas de recibir, entonces me parecía interesante abordar el tema desde mi perspectiva, desde mi experiencia íntima y transformar eso en algo que pueda ser universal, para que muchas personas se puedan sentir identificadas”.
Para trabajar las ilustraciones de la campaña, Pepita Sandwich investigó sobre los diferentes tipos de violencia que se dan en el mundo digital y cómo comunicarlos. Luego, realizó diferentes historietas cortas “como si fuese un cómic aplicado a un tema”. “Si alguien lee, entiende y puede ver que no tenemos que aceptar este tipo de conductas, ya me siento satisfecha”, dice.
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Al igual que la historietista, Tute también se sintió interpelado cuando lo convocaron: “Siempre me parece una buena idea y una buena noticia que se piense en el humor, que se apele a la historieta y al dibujo para la transmisión de ideas. El humor y el dibujo tienen esa capacidad de síntesis que muchas veces no se logra encontrar en otras disciplinas”, dice.
El dibujante pone el foco en cómo el mundo virtual parece exacerbar lo que sucede en el mundo real, en el sentido de que muchas personas se esconden tras el anonimato para hacer y decir cosas que cara a cara no harían ni dirían.
“Me parece que hay que poner especial atención en el mundo virtual porque si ya vivimos en un mundo machista, en la vida real, en el mundo virtual es aún peor”, dice Tute. Y sigue: “Creo que lo importante es que estos dibujos puedan convertirse en espejos para que la gente se vea reflejada, porque el humor lo que hace finalmente es acompañar la temperatura social, lo que está aconteciendo, en forma de denuncia o no, pero siempre con la idea de establecer un mensaje”.
Hasta el 10 de diciembre, desde las redes sociales de la Fundación, se publicará una ilustración diferente cada día. Las viñetas hablan, en una primera etapa, sobre qué es el consentimiento (“esos acuerdos mutuos, sin ninguna presión, que deben existir entre las partes involucradas en las relaciones sexoafectivas”, dice Lucila Decoud, Responsable de la Promesa Avon para Erradicar la Violencia hacia Mujeres y Niñas). En una segunda, sobre cuáles son las peores prácticas que no lo tienen en cuenta en el mundo digital (como “el cyber flashing, esta técnica que utilizan los pervertidos para enviar fotos obscenas a infinitas personas, sin consentimiento, a través de los teléfonos celulares”) y cuáles sus consecuencias. Y, en una tercera, sobre la importancia del diálogo a la hora de relacionarse en cualquier entorno, presencial o virtual (“cuando nos sentimos incómodas, ¿podemos decir esto me incomoda? Sí, podemos”, afirma Decoud).
“Estos mensajes queremos que se repliquen en todo el mundo. Y queremos destacar la importancia que tiene el entorno para acompañar estas situaciones. Y esa red de contención para salir de una situación de violencia. La violencia también se da en el ámbito virtual. Entonces, si la nombramos, existe, y si existe la podemos abordar y la podemos trabajar”, indica la integrante de Fundación AVON.
Consentimiento e incomodidad: algunos datos que preocupan
Además de recurrir al arte como un potente transmisor de mensajes, esta iniciativa se complementó con la Encuesta de Consentimiento y Violencia Digital que realizó la Fundación Avon a más de 1600 mujeres de 18 a 54 años de todo el país.
“¿Qué está pasando en la Argentina? ¿Qué dicen las mujeres que pasa con el consentimiento y la violencia digital? Hay una avidez de encontrar información. Y lo primero que salimos a ver fue qué entendían por consentimiento y consentimiento en el mundo digital. Y la verdad es que encontramos mucho acuerdo en torno a que el consentimiento se renueva, a que es necesario en cualquier tipo de relación”, dice Ana Álvarez, directora ejecutiva de Fundación Avon.
Sin embargo, otras respuestas prendieron alarmas: por ejemplo, un 26% de las mujeres consultadas indicó que está de acuerdo con que en una relación ya establecida el sí se sobreentiende y no hace falta dar consentimiento explícito permanentemente. Y un 42% dijo que el sí se puede sobreentender por el contexto.
“¿Entonces qué: determinados contextos habilitan a que yo tenga que decir que sí? Ahí empezamos a ver que no está tan claro, que no es tal el acuerdo. Y vemos mucho más que la falta de consentimiento es violencia”, enfatiza Álvarez.
Entre otros datos que muestran la opinión de las mujeres sobre el tema se destaca que el 48%, casi la mitad, piensa que el consentimiento en el mundo digital no es igual al consentimiento en lo presencial.
La encuesta también relevó diferentes situaciones que suceden en los vínculos virtuales y midió tanto la frecuencia con la que suceden como el grado de incomodidad que generan en las mujeres. Sobre esto recogió que 8 de cada 10 mujeres recibieron imágenes, mensajes, emojis o memes de índole sexual sin su consentimiento; 7 de cada 10 fueron presionadas a enviar fotos íntimas aún habiendo dejado claro que no querían; 1 de cada 2 indicó que sufrió y/o conoce a alguien que fue víctima de sextorsión y/o difusión de imágenes íntimas sin consentimiento.
El grado de incomodidad frente a estas acciones y al hostigamientos en lo digital fue otra de las variables que causó sorpresa: mientras el 84% de las mujeres afirmó haber recibido mensajes o interacciones con insistencia en sus redes sociales y el 68% dijo haber sido blanco de comentarios “subidos de tono” en sus fotos, solo el 37% manifiestó haberse sentido muy incómoda con la primera situación y un 65% con la segunda.
“Tomamos la incomodidad como esa forma de poder detectar qué registro tenemos, cómo me impactó. Y cómo afecta en mi integridad y en mi ciudadanía digital. El 97% dijo que le generó gran incomodidad que compartieran imágenes íntimas suyas sin su permiso; que las amenazaran con compartir esas imágenes para forzarlas a hacer algo; que les insistieran; que las presionaran a enviar una foto íntima. Ahora bien, que alguien reaccione a todo lo que alguien hace en las redes no causa la misma sensación. ¿Será que se naturaliza? ¿Dejamos de ver que es muy parecido a cuando nos gritan cosas inapropiadas por la calle? Empecemos a registrar que tiene que haber un consentimiento explícito para cada cosa”, enfatiza Alvarez.
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El consentimiento solo tiene forma de “sí”
“¿Es consentimiento que me manden un fueguito?¿Eso fue un sí? Cuánta nueva simbología hay creada que pareciera venir a llenar ese blanco del lugar de la respuesta. El sí es siempre sí. No es fueguito, no es meme, no es foto: es un sí”, resalta la directora ejecutiva de Avon.
Y hace hincapié en que luego de la encuesta pudieron ver que hay “altos grados de violencia digital que están naturalizados”. Como si en la virtualidad se diluyeran determinadas acciones que no se admitirían en la presencialidad. Como si perdiéramos de vista que cualquier tipo de interacción debe tener en cuenta el deseo y la voluntad de las personas que participan.
“La era digital trajo un nuevo lenguaje —memes, stickers, emojis, likes— que es altamente polisémico. Un ‘fueguito’ no puede constituirse como la vara del consentimiento. Tenemos que generar acuerdos claros que impulsen el disfrute y no la violencia.”, continúa Álvarez.
Lucila Decoud coincide y añade que la búsqueda del consentimiento “no mata la seducción ni mucho menos”. “Preguntemos, así avanzamos de manera sana y respetuosa. Si hay silencio no estoy dando el sí. ¿Qué pasaría con esto en el ámbito público? Ahí empezamos a conectar qué nos pasa con esto”.
La campaña señala la importancia de darle a las palabras el valor que tienen: solo la pregunta conduce al consentimiento. Solo el sí es un sí. Y el no debe respetarse. La virtualidad no nos convierte en seres susceptibles de cualquier acción.
“Lo digital también es una relación humana: somos personas del otro lado de la pantalla, así que tiene que haber un acuerdo entre estos participantes para establecer una relación con límites. Y no todos los límites son iguales. Cada uno tiene sus propios límites. [Deseo que adolescentes y mujeres] sepan que si les está pasando algo de esta índole, donde se sienten incómodas, pueden decir que no y pueden poner un freno. Y pueden bloquear, denunciar o hacer diferentes tipos de acciones para frenar esta violencia”, dice Pepita Sandwich.
“El machismo es transversal: atraviesa a todas las generaciones y a todos los géneros, así que pienso en un público lo más grande posible que se pueda ver interpelado de distintas formas por nuestros dibujos y por el mensaje. Me parece que puede colaborar para desnaturalizar algunas conductas, porque hay algo que es tremendo y es que cuando algo se sostiene en el tiempo se naturaliza. Y me parece que es peligrosísimo”, añade Tute.
Por eso es que esta campaña apeló al arte como recurso, como medio y mensaje: para “modificar esto y que no nos dé lo mismo”, dice Ana Álvarez. “Queremos generar nuevos sentidos, nuevos relatos que permitan construir otras realidades. Y por eso creamos #SiNoHaySíEsNo, para empezar a entender que hay que construir ‘sís’ activos, libres y conscientes, y creemos que, desde los dibujos, desde las palabras, algo se mueve”.