Viaje al corazón de "Ciudad de Dios": intimidad del rodaje de la nueva serie en la favela

Viaje al corazón de "Ciudad de Dios": intimidad del rodaje de la nueva serie en la favela

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

"Ciudad de Dios" no sólo es la película brasileña más vista en el mundo sino la creadora del género "favela film", un registro que demuestra su vigencia con el rodaje de una secuela en forma de serie que por estos días, más de 20 años después y luego de negociaciones con las administraciones de los barrios, es llevada a cabo el grupo Warner Bros. Discovery en las calles de San Pablo para su plataforma HBO Max.

Viaje al corazón de "Ciudad de Dios": intimidad del rodaje de la nueva serie en la favela

Rodaje de la serie "Ciudad de Dios" . Fuente: Télam

A las siete de la mañana el tránsito de San Pablo ya es agotador para alguien que no está acostumbrado. Dicen los paulistas que en hora pico aún es peor. La locación del día es en la favela, o "comunidad", como fueron rebautizadas, Jardim Iporanga, ubicada en el suroeste de la capital financiera brasileña, a una hora aproximadamente de la coqueta Avenida Freire.

En una cancha de fútbol 5 a la entrada del barrio está dispuesta la zona de comidas para el personal que trabaja en esta serie, de la que también participa, aunque solo como productor, Fernando Meirelles, el director del aclamado filme. De un lado de un gran telón, las mesas, bandejas y el infaltable café; del otro, la zona de maquillaje del elenco.

En una de las mesas, Wellington Pingo, productor ejecutivo de la serie, espera sentado, café en mano, al grupo de seis periodistas latinoamericanos entre los que se encuentra Télam como único medio argentino, para explicar los pormenores de este suceso con el que se intentará conquistar a las audiencias de América Latina. "Esta es una película -explica Pingo- que nunca salió del inconsciente del mundo. Vemos chicos que ni habían nacido cuando se estrenó (en 2002), que conocen a todos los personajes".

Rodaje de la serie "Ciudad de Dios" . Fuente: Télam

Pingo es uno de los máximos responsables de esta secuela. Él revisó cuadro por cuadro la película de Meirelles para encontrar las locaciones adecuadas para la serie. También estuvo al frente de las conversaciones con los administradores de las favelas para poder filmar. En esta negociación, explica el productor ejecutivo, es necesario hablar con la verdad y puede suceder que sobre la marcha se deba cancelar el acuerdo.

"A Jardim Iporanga llegamos sobre el final, luego de tener que cambiar de comunidad porque justo antes del rodaje, nos quisieron cambiar las reglas", señala el cineasta. Pingo explicó que siempre suelen contratar a personas de los barrios para cualquier rubro: desde el catering hasta los técnicos, pasando por actores, seguridad y extras. Por día, son cerca de 100 personas abocadas al trabajo. "Somos como un 'circo ambulante' de seis camiones que armamos y desarmamos todos los días", dice sobre esta serie que demandó un año de producción más otro de desarrollo.

Pingo debe regresar al set, pero antes surge la pregunta obligada: ¿Por qué no se filma en Río de Janeiro, donde transcurre la trama? El productor explica que se prioriza la seguridad y que en estos días la ciudad carioca está pasando "por un mal momento". De hecho, la entrevista sucedió dos días después de que las milicias prendieran fuego 35 colectivos en distintos puntos de esa urbe.

En el piso superior de este centro cultural modificado a set de filmación se encuentra en un momento de descanso Aly Muritiba, el director. Hoy le toca filmar una de las escenas finales entre el protagonista Buscapé y Ligia, un personaje ingresado para la serie, en una de las casas alquiladas. El nivel de realismo que buscaron junto a la productora O2 Films obligó a evitar el estudio para reproducir interiores y, por lo tanto, a buscar locaciones reales.

Muritiba siente una enorme "responsablidad" por tener que hacer esta "'Ciudad de Dios' de seis horas", pero a la vez se muestra con confianza en llegar a buen puerto. Para ello, explica, estuvo de acuerdo con expandir la historia para no sólo contar el mundo del narcotráfico y el avance de las milicias en los últimos 20 años, sino también el empoderamiento de las mujeres y la comunidad negra dentro de las favelas.

Otro de los atractivos serán los flasbacks. El director aclaró que él será el que le dé la impronta estética y que va a difererir un tanto de la que diseñó para la recordada película Meirelles (quien tiene la última palabra), pero para retroceder dos décadas se apoyarán en imágenes inéditas del filme. "Mis referencias estéticas fueron el cine africano de los 60 y 70. La serie será más colorida, con planos secuencia diferentes", adelanta durante la semana 13 de rodaje, apenas a dos del final.

En concreto, la serie retoma la vida de Buscapé 20 años más tarde. Ya periodista hecho, se fue de la favela y ve la vida con mucha decepción. En ese momento aparece Ligia, una colega de oficio que regresa de España y le pide ayuda para escribir historias sobre la famosa favela carioca.

"Acá -explicó Muritiba- las protagonistas son las mujeres, desde la música con la hija de Buscapé intentando triunfar, como desde la cultura y el deporte. Las mejores practicantes de jiu jitsu son mujeres".

Son apenas las 10 de la mañana y pareciera que fueran las seis de la tarde. En los pasillos de la favela ya corretean algunos niños que se entremezclan con la organización de pecheras azules y gorras celestes con la publicidad de la serie. En una terraza convertida en dojo de jiu jitsu aparece con una gran y tímida sonrisa Alexandre Rodrigues, que tantos años después retoma su papel de Buscapé.

"La película dejó parte de la realidad afuera. Yo, que vivo en una favela, me di cuenta de que había cosas que faltaban. Lo que se mostró es una parte de la realidad que no me representa. Me parece que el nuevo punto de vista trae la potencia de la gente que vive y lucha ahí adentro por el bienestar de los demás", dice Rodrigues, quien profundiza: "Mi referencia de la comunidad es mi madre, que fue una mujer muy trabajadora, con dos o tres empleos a la vez, y estas personas son las que hacen esta comunidad. El 99,9% de la comunidad son trabajadores y el 0,01% son los bandidos".

Cuando lo llamaron para repetir el personaje, Rodrigues se sorprendió mucho y hasta sintió miedo: "No fue fácil volver a Buscapé. ¿Qué más se podía contar que no fue ya contado?", se preguntaba. Sin embargo, hubo una experiencia que le hizo ver la hondura de la historia. Rodrigues, además de actor, trabaja leyendo audiolibros y el primero que agarró fue la novela "Ciudad de Dios" (Paulo Lins, 1997). Ahí descubrió que había mucha tela para cortar. De hecho, insinuó que hay material para tres temporadas "y mucho más" si se quiere.

La nueva capa de Buscapé se la agrega Ligia (Eli Ferreira), la periodista que lo busca para poder ingresar a Ciudad de Dios. "Ella le hace recuperar la esencia del foto-periodista investigador. Hace que regrese a la favela, a los amigos y a su propia familia", explicó Rodrigues.

"La búsqueda de Ligia por sus artículos -explica Ferreira, de blanco inmaculado previo a su personificación- es la forma de presentar a los personajes". Ferreira es un actriz con un recorrido interesante en series y cine de Brasil y llegó a esta producción por medio de casting. Le dieron el papel tres semanas antes de rodar y, a diferencia de Rodrigues, tuvo que armar el personaje desde cero.

"Mi método fue la búsqueda de cosas que no están en el guion. Lo que las palabras no dicen. Así, cuando se pone en peligro, la justificación se encuentra en su pasado, en lo que no se ven en pantalla. A partir de allí, se le puede dar más profundidad al personajes", comenta la actriz.

Consultada por la violenta realidad que vive parte de Brasil, Ferreira se mostró un tanto decepcionada al notar que los temas que trata la serie, ambientada en 2004, hoy son una realidad. "Hace 20 años las milicias apenas empezaban y hoy prendieron fuego 35 micros en Río", reflexiona.

En el mismo dojo de jiu jitsu aparece Thiago Martins, quien le dio vida en la película y serie a Bradock, el niño inocente que le da fin al mafioso Ze Pequeño.

Ya con una carrera exitosa tanto como músico como actor, Martins reconció que volver a Bradock lo saca de su zona de confort: "Mi mamá está preocupada (risas). Amigos y familiares están preocupados porque me compenetro mucho en el personaje. Pero bueno, en dos semanas vuelvo a ser Thiago".

"Como residente de favela -amplió Martins sobre el nuevo punto de vista- veo a la gente que sufre, vive y trabaja con la violencia en la esquina de la casa. Esta serie muestra eso. Y creo que hay que mostrar que las comunidades no son sólo droga y milicias, sino también otra cosa".

Su personaje pasó 20 años en la cárcel por el asesinato del narco y se sirve de la abogada Jerusa (Andreia Horta) para regresar al barrio y recuperar lo que cree que merece. Aunque en realidad, no es tan así. "Mi personaje tiene un fuerte sentido de supervivencia y ansias de poder", señala Horta.

El suyo es uno de los más fuertes de la serie, según explica, y es toda una toma de posición que sea femenino. Al igual que el de Ligia, Jerusa se debe imponer en un mundo de hombres, aunque lo que la impulsa no son sentimientos altruistas. "Es por las fuerzas contrarias que aparecen y están los justos, los buenos", sostiene. La actriz espera que con la serie, la violencia narco y de milicias se pueda llegar a discutir en niveles más altos y que haya un fin a la situación.

Las entrevistas llegan a su fin porque es la hora del almuerzo. Todos, actores y equipos, se reúnen en la cancha de fútlbol 5 para almorzar, sin distinción de roles. La escena de la tarde se desarrollará en una casa alquilada a una familia. Pingo explica que la familia puede quedarse a dormir o, si lo prefiere, se le busca un hotel o un lugar para alojarse. La filmación se realiza a una cámara, con planos y contraplanos bien trabajados, en una puesta cercana a lo cinematográfico.

Debajo de la favela, San Pablo continúa con su ritmo vertiginoso. Desde lejos, se escuchan los ruidos de los cientos de edificios que se construyen por día en esta metrópolis de 22 millones de habitantes. Al interior, algún ladrido de perro interrumpe la filmación, mientras un asistente pide silencio en un pasillo transitado por niños que vuelven del colegio.