Valeria Kechichian, la mujer que creó la comunidad más grande de longboard femenino- RED/ACCIÓN

Valeria Kechichian, la mujer que creó la comunidad más grande de longboard femenino

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA
Valeria Kechichian, la mujer que creó la comunidad más grande de longboard femenino

Foto: Alina Negoita | Intervención: Pablo Domrose

En todos los ámbitos de la cultura se habla de una mayor inclusión de la mujer y de romper estereotipos. Valeria Kechichian lo sabe bien.

Nacida en el seno de un hogar armenio-argentino, como tercera generación en nuestro país, Kechichian decidió autoexiliarse para tomar distancia de una situación familiar compleja. Empezó su inusual recorrido en Madrid, donde luego de realizar todo tipo de trabajos creó la comunidad más grande dentro de lo que se conoce como Actions Sport Industry (deportes extremos): la Longboard Girls Crew. Un grupo que practica longboard y skating que, además, tiene la particularidad de ser 100% femenino. Mujeres en un campo en el que estamos más habituados a ver varones, chicos y adultos, saltando, cayendo al suelo y haciendo piruetas.

A diferencia de muchos skaters profesionales o conocidos Valeria no llegó al longboard sino hasta los 28 años, cuando trataba de escapar de los malos hábitos (drogas, desórdenes alimenticios) y de superar su adicción al alcohol. Cuando tuvo que empezar a reemplazar aquellas prácticas por actividades recreativas dio con la tabla y ya no se bajó más. Aunque admite que es bastante torpe y trata de no accidentarse practicando lo interesante de su iniciativa, basada en la unión y la camaradería entre chicas longborders amateurs de todo el mundo, es cómo logró proveer una espacio y una plataforma de encuentro y apoyo entre mujeres. En el proceso, Kechichian, de 39 años, se propuso también hacer un aporte para cambiar los estereotipos en la industria y cómo se mostraba a las deportistas hasta entonces: sexualizadas, poniendo el foco en la belleza física más que en aptitudes como la destreza, la agilidad, la coordinación o la osadía, entre muchas otras cosas que se necesitan para subirse a cualquiera de las tablas (surf, skate, longboard, wakesurfing, snowboard).

Llevo años trabajando en mí misma, sanando, curando heridas, limpiando odio, rencores y traumas pasados para dar lugar a lo nuevo. Inclusive en épocas complicadas de cambios, de tener que desapegarme de gente que quiero, de procesos de transformación interna que suelen ser bastante incómodos, intento entender todo como parte de un desarrollo y no identificarme con esa incomodidad”, cuenta. Su testimonio echa luz sobre el valor de esta actividad, no solo como forma de mantener a las chicas y jóvenes alejadas de factores de riesgo (embarazo adolescente, violencia doméstica, adicciones) sino también como herramienta para fortalecer la autoestima, la resiliencia, la autopercepción, el sentido de los logros y, por supuesto, la pertenencia a una comunidad.

La agrupación que creó en 2010 comenzó como algo local, en Madrid, mostrando en un video el costado divertido y accesible del deporte practicado entre chicas. Luego, se convirtió en fenómeno. Hoy en día tienen una comunidad activa de casi 100.000 seguidores en Instagram, sus videos son vistos por millones de personas, tienen 70 embajadores y presencia en casi 100 países.

Tienen también una ONG, Longboard Women United, que lleva adelante proyectos e intervenciones en las áreas de género, salud e inclusión; en sitios tan disímiles como Cambodia, Brasil, India y Holanda. Trabajan con mujeres, niños, refugiados, personas con habilidades diferentes, poblaciones de zonas vulnerables y adultos mayores.

Pese a todos estos logros Valeria suele contar lo dificultoso que fue el camino; sobre todo teniendo en cuenta que este, como tantos otros ámbitos, estaba copado por hombres que no veían con buenos ojos el crecimiento de la comunidad. “Hacer las cosas de forma diferente siempre asusta”, dice.

Quizás lo más valioso que las mujeres que participan de Longboard Girls Crew se llevan, y que puede extrapolarse a otras áreas, es la idea de que juntas podemos lograr más cosas, dejar atrás nociones caducas en torno a la mujer y su relación con otras chicas. “A medida que crecimos y nos apoyamos más unas a otras, sin competir entre nosotras, nos dimos cuenta de que esto que estábamos haciendo en la comunidad del longboard podía aplicarse afuera —dice Kechichian—. Al final, lo estuvimos haciendo mal todo este tiempo porque así nos educaron. Hoy sé que quiero ayudar y contar lo que he aprendido y voy aprendiendo cuando me deshago de esos mandatos: hay una vida maravillosa más allá de todo lo que nos han dicho y enseñado” .

Foto: Noelia Otegui

Nombre: Valeria Kechichian
Edad: 38 años
Profesión: Skater y promotora de cambio
Sector en el que trabaja: Deportes, sociedad, género
Lugar de Nacimiento: Buenos Aires, Argentina
Lugar en el que desarrolla su actividad: En todo el mundo

1. ¿Cuál es tu motor interior? ¿Qué te inspira a hacer lo que hacés? 

Tengo fe ciega en que si estás trabajando por un bien mayor, por algo más grande que vos, el universo te ayuda. Lo he comprobado cientos de veces y es hermoso. Siempre estoy atenta a las sincronicidades. Creo que cualquier cosa que hagamos, nos la hacemos primero y principalmente a nosotros mismos. Estar enfadada con algo o alguien consume muchísima de mi energía y me come por dentro. Estar de buen humor y sentirme en armonía con el entorno me llena y expande. Intento tirar por ahí.

2. ¿Qué te hace feliz? 

Cuando medito todas las mañanas soy feliz, abrazar a mi chico me hace feliz, salir a patinar, estar con mi familia y amigos, hablar con gente, comer cosas ricas, la conciencia social, hacer deporte, la naturaleza, transplantar una planta y que le salgan flores, hacer algo por alguien, ver cómo prospera la comunidad y los proyectos de nuestra ONG, cualquier animal bebé de cualquier raza (quizás las cucarachas no, pero todo el resto), ver crecer la conciencia medioambiental en el planeta y mil cosas más supercursis que me encantan.

3. ¿Qué no te deja dormir?

Intento que nada. Si yo no estoy bien no puedo hacer nada. Pero el tráfico humano, la esclavitud o la mutilación genital femenina son temas que me sacuden profundamente. Hay más de 40 millones de personas viviendo en alguna forma de esclavitud en el planeta: sexual, laboral, matrimonios infantiles… No concibo vivir con mis privilegios sin ayudar a quienes están pasando por situaciones inimaginables.

4. ¿Qué te gustaría cambiar del mundo?

Me gustaría ayudar a despertar la conciencia social a la vez que la personal. Que entendamos que siempre podemos hacer algo, que no hace falta que tengamos altos cargos en ninguna entidad o que tengamos poder sobre nada. Ya lo tenemos, ya tenemos ese poder de cambiar las cosas, pero creo que el cambio siempre empieza en nuestro interior. Darnos cuenta de que la separación es una ilusión. Que el “no me importa porque no lo conozco” no es real.

5. Cuándo eras chica, ¿qué querías ser de grande?

No lo sabía. Y de grande tampoco lo supe. Recién hace unos años me di cuenta de lo que quería ser y hacer. Uno de los mayores problemas de la educación tradicional es que no nos enseñan a mirar ni a buscar soluciones dentro, a pensar, a querernos. No nos dicen que tenemos un potencial maravilloso. Nos adoctrinan en lo que al sistema le conviene. Pero no conocemos otra cosa y la gente sigue con esas vidas armadas en un sistema que no está diseñado para nuestra felicidad sino para lograr los beneficios de muy pocos basado en la opresión de muchos.