¡Hola! Este es un envío especial: quiero contarte de una iniciativa grande que se está gestando: la de unir a las personas que, a lo largo del planeta, tienen el deseo de ayudar.
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Esta pandemia puso de manifiesto lo que veníamos viendo históricamente: que la Argentina, América Latina y el mundo tienen una tremenda capacidad de dar, una tremenda cultura solidaria de la cual nos toca ser testigos todo el tiempo.
Hay tantas comunidades solidarias en todo el mundo. Algunas ligadas al autismo, otras a los inmigrantes. Otras que tienen que ver con la donación (de sangre, plasma u órganos): en todos los países hay personas y organizaciones que construyen redes para ayudar de distintas maneras.
¿Será posible que estas redes se junten, se reúnan, se aúnen? ¿Será útil, eficiente, necesario que las personas con una inquietud social en un país se conecten con sus pares del país de al lado? ¿Se multiplicará la capacidad de cambiar la realidad con tantas redes? ¿Habrá que conformar una gran red solidaria global?
Los invitamos a pensar, a compartir sus opiniones. En eso estamos.
Intuimos que sería muy útil. Y no solo una red de Estados o empresas u organizaciones tradicionales, sino que las personas de cada país que no participan de ninguno de estos espacios formales puedan tener una relación con otra en otro lugar del mudo para transformar la realidad de los sitios donde viven.
Así nace el intento de empezar a conformar la red solidaria global. Y apelamos a cualquier persona que tiene alguna amistad, alguna persona conocida en algún lugar del mundo: nos interesa contactarlas, queremos saber qué pasa en cada lugar.
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En segundo lugar, pensábamos: ¿qué podemos aportarle al mundo desde una Red Solidaria que nace en Argentina y otros países de América Latina?
Sabemos que en Argentina hay unas 110 familias que buscan a sus hijos e hijas perdidos que un día no aparecieron más. Algunos desde hace 25 años. Cada una es una historia catastrófica. En el mundo el número de niños y niñas extraviadas asciende a 10.000 en los últimos 30 años. 10.000 familias del mundo buscan a sus hijos e hijas perdidos.
Quien tiene una necesidad sabe lo que necesita. Por eso preguntamos a papás, mamás y parientes. Hablamos con la tía de Sarita, una chiquita que se perdió en Colombia. Con el papá de una adolescente que se extravió en España. Con la mamá de Majo, una beba que secuestraron hace diez años en México. Y así con ocho familias. Les preguntamos qué les parecía la iniciativa. Y nos dijeron que les parecía muy bien que a alguien les preocupe lo que les ocurre, aun a la distancia. Acercarse a quien sufre y decirle: “acá estoy”, no es menor.
Entonces, buscamos una excusa.
Queremos aprovechar la oportunidad de los Juegos Olímpicos. Estamos difundiendo las imágenes de estas niñas y niños extraviados en el mundo. A través de los hashtags, redes sociales o de lo que a uno se le ocurra, invitamos a compartir.
Nuestro primer paso de cultura solidaria global es: hay unos Juegos Olímpicos sobre los que el mundo posa su mirada, ¿qué pasa si allí ponemos a Madeleine McCan, la chiquita inglesa que desapareció en Portugal? ¿Qué pasa si ponemos a Sofía Herrera, aquella niña que seguimos buscando de la Patagonia? ¿O a David, un joven con autismo que hace seis años se perdió en Chile?
En síntesis, queremos, en medio del evento olímpico, darle visibilidad a la solidaridad, a tantos y a tantas familias que necesitan que vean a sus hijos. Y esperar el milagro de que aparezcan pistas de alguno de los 10.000.
Estamos ante el primer paso de una red solidaria global. Un sueño maravilloso. Siempre pensamos que, si se globalizó la economía, se podría globalizar la solidaridad. Y si se globalizó, afortunadamente, en esta pandemia la ciencia, podríamos intentar globalizar la solidaridad. Allá vamos.
Estimamos que tenemos amigos en 38 países. Es un buen paso para llegar a los 205 países: en cualquier lugar queremos tener a una persona. Pero ahora el primer paso: encontrar uno o una de estos niños extraviados en el mundo.
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A propósito de la iniciativa de difundir los rostros de niños y niñas perdidos usando los hashtags de los Juegos Olímpicos, te recuerdo esta nota que publicamos hace unos días en RED/ACCIÓN: Juegos Olímpicos: una oportunidad para buscar a niños, niñas y adolescentes perdidos.
En el texto se describen algunos de los hashtags que podés usar y se explica por qué un evento global como lo es el de Tokio cobra gran relevancia para la búsqueda de personas perdidas en un contexto de pandemia.
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Cada mes, en RED/ACCIÓN te acercamos un listado de iniciativas para ayudar a algún grupo de personas o sobre un tema concreto. Es lo que llamamos la “campaña del mes”. Y hoy estrenamos la de agosto.
En este caso, nuestro foco está en las comunidades indígenas, con quienes en Argentina tenemos una deuda histórica: se trata de pueblos relegados, muchos de los cuales viven en contextos de vulnerabilidad social y ambiental.
Y hay muchas formas no solo de ayudarlas, sino de aprender de estas comunidades.
- Conocé las iniciativas de la campaña del mes acá.
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Marina y Cecilia son amigas. Ambas comparten dos pasiones: los libros y ayudar. Y las combinaron en @unlibroxunaoportunidad.
Esta iniciativa consiste en lo siguiente: reciben libros y los reparten a personas en situación de calle o que perdieron el trabajo para que los vendan y puedan generar ingresos.
“Sabemos que con ese ingreso no pueden vivir pero lo pensamos como un proyecto trampolín, para aguantar estos meses tan difíciles. Esta semana, uno de los vendedores consiguió trabajo como albañil y eso nos pone contentas”, cuenta Cecilia. El proyecto funciona hoy en Buenos Aires, San Fernando, San Isidro y Salta.
Podés ayudar a esta propuesta con algo tan simple como donar un libro.
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No nos cansamos de repetirlo: hay personas solidarias por todas partes. Como, por ejemplo, Gustavo. Él vive en General Roca (Rio Negro), es ciego e hizo de la accesibilidad para personas con discapacidad visual una causa.
No con planes faraónicos, sino a pulmón: transcribe en braille cartas y menús de confiterías y comercios gastronómicos de su localidad. También las describe en audios de WhatsApp para quienes no saben braille.
"Quiero que la accesibilidad sea real", sueña Gustavo. Mientras tanto, aporta su granito de arena.
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Para despedirnos esta semana, otra muestra de solidaridad que nace en una persona pero que trasciende fronteras.
Esta persona es un hombre anónimo de la localidad de San Pedro, quien decidió ser donante de médula. Luego de hacerse estudios, lo llamaron porque su médula era compatible con una niña de Australia, quien necesita un trasplante. Una compatibilidad que solo se da en un caso entre 10 millones.
"Me llamaron a principios de año, me hicieron análisis de sangre, los enviaron a analizar a Estados Unidos y salió compatible con una nena de Australia. Cuando me contaron que eran 1 en 10 millones compatibles, fue doblemente emocionante", dijo al sitio local La Noticia 1.
Nos necesitamos unos a otros. Vivamos en Argentina, en Australia o en Japón. Somos, ante todo, seres humanos.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un abrazo.
Juan
