Emprender en medio de la pandemia no es tarea sencilla. Y menos en la Villa 31, donde en las últimas semanas se multiplicaron los contagios. De todas formas, un grupo de vecinos y emprendedores de este barrio popular de Retiro se organizó para hacer ventas de manera online y lograr que sus productos lleguen a toda la ciudad de Buenos Aires.
Matilde Bernal creó "MB Repostería" hace dos años. Sus tortas acompañan muchos festejos de cumpleaños y celebraciones de la Villa 31, también llamado por los vecinos como barrio Mugica. Cuando comenzó el aislamiento social, a mediados de marzo, las fiestas se suspendieron y la emprendedora de 38 años ya no tenía a quién venderle sus productos. Pero en los primeros días de abril apareció una nueva oportunidad: vender fuera del barrio y hacerlo junto a otros emprendedores.
Los productos que ofrecen los 13 emprendedores que se sumaron a esta iniciativa son empanadas y tartas, tortas y budines, facturas y pan casero, bombones y chocolates, chipás, bolsones de fruta y verdura, y tapabocas.
Para minimizar el movimiento de personas y respetar el aislamiento, organizaron un esquema para distribuir los pedidos todos juntos y por zona. Por ahora, los productos se pueden ver en su Instagram y el pedido se hace a través de un formulario. Mientras, trabajan en la creación de una plataforma de e-commerce o tienda online para mejorar la logística y poder sumar más pedidos.
El proyecto comenzó como una idea para que los más de 700 empleados del Gobierno de la Ciudad que trabajan en el entorno de la Villa 31 pudieran continuar comprando a los emprendedores del barrio desde sus casas.
“Gran parte de los comerciantes, a los que estamos habituados a comprar, iban a bajar sus ventas porque no estábamos yendo. Por eso, pensamos en generar un servicio de delivery. Después nos dimos cuenta de que el proyecto tenía un potencial enorme entre nuestros amigos y familia. Así se pensó en extender a todos los vecinos de la ciudad. Hoy, entre todos los emprendedores están vendiendo entre $ 50.000 y $ 60.000 por semana”, cuenta Bruno Giannoni, responsable de alivio económico de la Secretaria de Integración Social y Urbana del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
En el barrio popular viven más de 40.000 personas. Allí, hay alrededor de 850 comercios, 1200 emprendedores y 220 feriantes que tienen puestos formales en la Feria Latina, uno de los principales focos de actividad económica para los vecinos. Si bien hoy el proyecto de venta online es una prueba piloto que ocupa a 13 emprendedores, es una potencial oportunidad para aquellos vecinos que quieran potenciar su emprendimiento.
Matilde cuenta que desde la Secretaría le aconsejaron sobre qué productos podían funcionar mejor en la venta online: su especialidad, la torta de coco y los budines. La primera entrega de pedidos fue el 6 de abril.
Por el formulario, Matilde recibió siete pedidos, que fueron retirados por Ernesto Quispe Guzmán, el fletero que entrega todos los pedidos de los emprendedores. Los miércoles y viernes, entre las 10.30 y las 16.30, lleva los productos al domicilio de los compradores. Ahora van a sumar un día más para hacer entregas. Estas semanas estuvo entregando mayormente por Microcentro, Recoleta y Palermo.
Matilde llegó a Argentina desde Paraguay hace 16 años y desde ese momento vive en la Villa 31. Antes de convertirse en emprendedora, ella era empleada domestica. Cuenta: “Dejé de trabajar porque no quería dejar a mi hijo tan chico. En ese momento, mi prima empezó a organizar eventos en el barrio y me pedía que yo le hiciera las tortas, las mesas dulces o el candy bar". Al principio no le generaba mucha ganancia pero poco a poco los vecinos le fueron encargando más y más tortas. Incluso, tenía encargos hasta junio de este año, pero muchos se suspendieron con la pandemia.
“Mi fuerte son las tortas en crema, que me las piden mucho para cumpleaños, casamientos y fiestas de 15. Ahora vendo tortas chicas para los vecinos que cumplen años y celebran con las personas con las que conviven. Vendo dos o tres por fin de semana. Para afuera del barrio, la semana pasada me hicieron 20 pedidos de budines y tartas dulces”, cuenta Matilde. Su hija, de 14 años, y su marido la ayudan con el emprendimiento, ya que no pueden ir a la escuela ni a trabajar.
Con los cursos del Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral (CeDEL), Matilde mejoró su marca y armó las redes sociales. “Hoy me motiva ofrecer mis productos fuera del barrio. A raíz de esto me gustaría abrir mi tienda de budines más adelante”, se entusiasma.
El 63% de la población económicamente activa del barrio pasó por el CeDEL. Allí se ofrecen capacitaciones en oficios, asesoramiento personalizado a los emprendedores y hay una bolsa de empleo que, a través de un Programa de Integración Laboral, acerca más oportunidades de acceder a un trabajo en blanco.
El CeDEL es un edificio público dentro del Barrio 31 destinado a potenciar el desarrollo económico de los vecinos. Se construyó en un espacio antes vinculado al narcotráfico que, tras ser allanado por la Justicia, se transformó en un lugar de oportunidades.
El local de Hugo Bareiro está ubicado cerca de la terminal de ómnibus, sobre calle Perette. En el barrio dicen que sus chipás son ideales para acompañar el mate en encuentros y charlas con amigos. El emprendedor de 25 años siempre vivió en la villa 31 y trabaja junto a su novia.
“Hace cinco años empecé a trabajar en la chipería. Me estaba yendo bien, pero llegó la pandemia y me bajó toda la venta. Antes, vendía a los vecinos de barrio, a Gendarmería, Prefectura y a los trabajadores del Ministerio de Educación. Alquilo el local, pero ahora no estoy atendiendo. Trabajo por encargo”, dice Bareiro.
La semana pasada, entregó más de 150 pedidos.
“El barrio 31 tiene muchos bienes y servicios que puede ofrecer a la ciudad. Hoy estamos trabajando en una marca del barrio para que salgan a vender con este sello. Estamos detectando a estos campeones del emprendedurismo que puedan potenciar la marca”, dice dice Giannoni.
Los 13 emprendedores que conformaron la red están conectados a través de un grupo de WhatsApp y el equipo de alivio económico los visita dos veces por semana. Giannoni explica: “Ahí aclaramos dudas de los pedidos y ordenamos la logística con el flete. La idea es sumar a una persona del barrio para que se encargue de la administración del proyecto. Queremos que sea un proyecto de ellos”.
Ysabel Franco Benegas tiene un emprendimiento de tartas y empanadas, que comenzó hace cinco años en su casa. Ella fusiona sabores paraguayos y argentinos para crear viandas saludables y servicio de catering. La marca se llama Paraje Kue.
“Olemos más a lavandina que a cebolla. Preparar alimentos siempre requiere un monton de cuidados, pero con la pandemia hay que intensificarlos. Usamos guantes, barbijos y estamos desinfectando permanentemente”, dice la emprendedora de 52 años.
Los vecinos de la villa 31 están en estado de alerta porque allí ya se superaron los 1400 casos de coronavirus.
“Hoy el barrio está en el ojo público por la situación de contagios que existe. Pensamos que eso podía generar una baja de ventas a los emprendedores, pero la verdad es que no sucedió. Intensificamos las medidas de seguridad e higiene para que el consumidor se sienta seguro de que va a recibir un producto en condiciones”, dice Giannoni.
En primer lugar, se desinfectan todos los pedidos antes de que suban al flete. Un equipo de seguridad e higiene de la Secretaría revisó todo el proceso y estableció protocolos. También, incorporaron un software que avisa al consumidor que el producto llega a determinada hora. Finalmente, el fletero deja los productos en la puerta de la casa del cliente. Todo el proceso se realiza con barbijos, guantes y alcohol en gel.
Ysabel Franco Benegas llegó a Argentina hace más de 20 años desde Paraguay. “Vine buscando otro horizonte”, comenta. La emprendedora comenzó cuidando adultos mayores, pero cuando pudo hacerse un tiempo, se anotó en cursos de repostería.
“Finalmente terminé cocinando cosas saladas. Mi sobrina se puso una panadería en el centro y me preguntó si me animaba a preparar una docena de empanadas de carne y otra de pollo para probar si se vendían. Esto fue hace unos cincos años. En ese momento, decidí quedarme en casa cuidando a un nieto y me dediqué a cocinar”, relata Ysabel.
Con ahorros y créditos, Ysabel fue equipando su cocina. Compró un horno, un freezer y un par de heladeras. Además de vender en la panadería de su sobrina, comenzó a crear una clientela dentro del barrio. También le compraban productos los vendedores ambulantes de la estación Mitre.
Hace dos años y medio Ysabel se anotó en el programa Pacto Emprendedor para capacitarse y profesionalizar su emprendimiento. Aquel programa tenía como objetivo ampliar el capital social de los emprendedores en situación de vulnerabilidad y acompañarlos en el proceso de desarrollo del proyecto. El programa constaba de mentorías durante cinco meses.
“Cuando empezó la pandemia, no vendía ni una empanada. La panadería de mi sobrina estaba cerrada y los vendedores de la estación Mitre no trabajaban. Me quedé mirando el techo. Cuando surgió este proyecto de agrupar emprendedores y salir a vender afuera del barrio, la cosa se empezó a mover de nuevo", cuenta Ysabel.
La emprendedora está entusiasmada y dice que viene trabajando muy bien. Ella está ofreciendo el catering a los trabajadores del Gobierno de la Ciudad que hacen los testeos en el barrio. Preparó el almuerzo para unas 80 personas durante varios días seguidos. Además fuera del barrio, a través del formulario, vendió 300 tartas en una semana.
“Mi hijo, mi nuera y un sobrino me están ayudando con el emprendimiento. Como no pueden salir a ningún lado, los meto a todos en la cocina”, dice.
Algunos vecinos del barrio estuvieron sin agua en las últimas semanas, pero Ysabel dice que a ella nunca se le cortó. Comenta: “En este momento que estamos produciendo y lavando todo permanentemente el agua es super importante”.
Uno de los principales deseos de Ysabel es que este proyecto de venta online rompa con la idea de que si un producto sale de una villa no es bueno. Enfatiza: “Hay que romper con ese rechazo porque acá tenemos mucho potencial”.