¡Hola! En los últimos días tuvimos, como comunidad, una gran victoria: la de Omar, un joven de 12 años cuya vida se salvó gracias a un trasplante hepático urgente.
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En medio de la pandemia, surge una situación impactante: un chico, un adolescente, 12 años, que tiene una vida normal: deportista, hermano, familia, estudios. Un día se siente mal, empeora al día siguiente. A los tres o cuatro días termina internado en una terapia intensiva y se le diagnostica una falla hepática tan grande que no hay mucha medicación ni disponibilidad terapéutica: hace falta un trasplante. Hace falta un donante.
En nuestro país, la consciencia de la donación aumenta cada vez más. Por suerte el número de trasplantes sigue creciendo. Pero aun así no hay disponibilidad inmediata: hoy en Argentina más de 7.000 personas esperan un órgano.
Los familiares de Omar nos dicen que la urgencia es extrema y salimos a gritar al viento que el chico espera un trasplante. Ahí van de vuelta ustedes: las redes, la comunidad, el otro, el prójimo, sus amigos, su familia, sus conocidos, sus desconocidos, el futbol, los medios. Conmueve siempre la respuesta de 44 millones que se ponen en movimiento ante una necesidad tan compleja, tan importante.
Cuando pasaron varias horas del inicio de la difusión y pensábamos cómo levantar más la voz, aparecen ellos o ellas: los héroes o las heroínas de alguien que vive una tragedia, una muerte. Aparece la donación, el trasplante. Esta oscuridad que pasa a claridad. Esta noche que empieza a amanecer y la situación cambia. Alguien que grita “milagro”, aunque no lo es.
El primer homenaje es para esta familia donante. Cada 12, 14, 16 horas una familia sufre la tragedia de una pérdida y decide donar los órganos. Una familia heroica en nuestro país, nuestra comunidad. El otro es para esa comunidad, tejida entre redes solidarias. Ese sentir de que somos país: es el dolor de todos, no de uno solo. Un homenaje a 44 millones de nosotros que se pusieron en movimiento por Omar. El hasthag que sus amigos crearon era #UnaSonrisaParaOmar. En unos días despertará y volverá a sonreír.
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Tres preguntas a Agustina Recalde, encargada de desarrollo institucional en Nuestras Huellas [por David Flier]. Esta organización sin fines de lucro promueve el desarrollo de mujeres en situación de vulnerabilidad social para que alcancen libertad económica. Para ello, organizan y coordinan Bancos Comunales: grupos de mujeres a los que se enseña a trabajar en equipo, la cultura del ahorro y se les entrega microcréditos.
—¿Cómo la pandemia afectó su trabajo?
—Tuvimos que desafiarnos y pensar otras maneras. Las reuniones quincenales que se hacían en las casas de las emprendedoras, con ocho o diez personas, se transformaron en videollamadas o conferencias de Facebook. Tuvimos que acompañar a las emprendedoras para que incorporaran herramientas tecnológicas, aunque tuvimos que adaptarnos porque el acceso a tecnología es poco y malo. Por otra parte, muchas tuvieron que reinventarse, buscar otras actividades para emprender. Y también debieron usar algo que fomentamos mucho: el ahorro. En muchos casos, además, fue clave lo colectivo: agruparse para hacer una compra más grande a algún proveedor y conseguir mejores precios.
—¿Qué enseñanzas transmiten más allá de lo estrictamente financiero?
—Una de las principales es la comunicación respetuosa. Trabajamos con grupos de ocho a diez mujeres que se reúnen como en una asamblea cooperativa: ponen cosas en común, preguntas, dudas, decisiones que hay que tomar de manera unánime, y para eso hay que conocer la opinión de cada una. Nuestro rol es conseguir que todas puedan expresar su voz. En general, cuando llegan al banco comunal se muestran de manera más sumisa, no están acostumbradas a dar su opinión y a que se las escuche. Pero luego aprenden a escuchar la opinión del otro, a no juzgar ante el primer hecho (por ejemplo, en cuanto al manejo del dinero). El ejercicio de buscar empatizar es uno de los grandes valores del banco comunal, y apoyarse y alentarse en un grupo es una tremenda ventaja en contexto de crisis.
—¿Qué genera en mujeres emprendedoras que se les demuestre confianza?
—Tiene un valor enorme cuando el otro ve en vos cosas que ni vos mismo ves. Para nosotros es un trabajo de varios pasos pequeños para que ellas crean que pueden emprender y crecer. Pero cuando uno las ve de pie, luego de tantos años, son una inspiración.
Podés colaborar con el trabajo de Nuestras Huellas acá.
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La pandemia trajo muchos desafíos a la educación y obligó, entre otras cosas, a desarrollar la creatividad y trabajar entre todos. Así, numerosas propuestas educativas y solidarias se crearon en todo el mundo.
Para ordenar un poco tantas buenas iniciativas, desde el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS) crearon un mapa mundial con experiencias de aprendizaje y servicio de instituciones educativas que desarrollan proyectos vinculados a la pandemia.
Hay proyectos de distintas áreas (salud, liderazgo, derecho, negocios) y desde el jardín a la universidad.
Podés mirarlo acá (y sumar tu proyecto, si trabajás en uno).
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La de Vero es una historia de empuje. Hace un par de años, por violencia de género, perdió todo y tuvo que esforzarse sola para mantener a sus seis hijos: ella trabaja cada día vendiendo en la calle y en ferias.
Vero vive en una casa de chapas, plástico y madera, pero hace un año, con mucho esfuerzo, comenzó a construir una casa con ladrillos. Ladrillos que vos también podés sumar.
La Fundación Horizonte de Máxima, que desarrolla emprendimientos de impacto social, junta donaciones para ayudar a Vero con la construcción de su casa. Enterate más de su historia y de cómo ayudarla acá.
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No sabemos cuándo una persona puede necesitar nuestra ayuda. Pero hay maneras de dejar la mano tendida para cuando alguien necesite asirse de ella.
Una muestra es lo que una organización benéfica hizo en Londres: en un puente, pusieron un cartel con un número de teléfono de asistencia para personas que estuvieran en el lugar con deseos suicidas.
Pero a esta buena obra le siguieron otras: los ciudadanos que pasaron por ahí escribieron en el cartel frases motivadoras como "un día más" o "eres amado/a". La solidaridad es contagiosa.
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Unir personas mediante la solidaridad y los deseos de ayudar es uno de los ejes de lo que hacemos en RED/ACCIÓN. Te dejo un ejemplo: hace unas semanas, Cristian Calavia contó en primera persona su lucha contra el cáncer en plena pandemia.
Fue un relato valiente, en el que contó de sus temores, de la importancia de la contención de sus seres queridos y de cómo la situación lo llevó a replantearse cosas. Cristian, además, se ofreció a ayudar desde su experiencia a quien pasara por algo similar.
En las redes, nuestros lectores y miembros co-responsables le respondieron con mensajes que hablan de la importancia de la empatía y el apoyo mutuo en tiempos difíciles: "Estoy pasando por un cáncer. Te abrazo" o "¡Yo te siento cerca sin conocerte!".
Reinventamos la home de redaccion.com.ar ¿ya la conocés? El nuevo sitio busca ofrecer una experiencia más interactiva y simple a la hora de informarse y, al mismo tiempo, facilitar el compromiso ciudadano. Al final, vas a encontrar un espacio para decirnos qué te pareció (y ayudarnos a seguir mejorándola).
- Vimos que la comunidad de lectores de RED/ACCIÓN comparte una característica: son ciudadanos comprometidos, activos en la búsqueda de una sociedad más tolerante e inclusiva. Una de las preguntas clave que busca responder esta nueva experiencia es ¿cómo puede RED/ACCIÓN ayudarlos en esa tarea?
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un abrazo.
Juan.