Brindar a jóvenes y adultos con discapacidad una oportunidad laboral y, sobretodo, la posibilidad de desarrollar una vocación y fortalecer sus habilidades sociales. Ese es el impacto que tiene la iniciativa de la compañía teatral Las Ilusiones, gracias a la cual 12 artistas trabajan como preceptores. Todos son apasionados por las artes escénicas: algunos prefieren la actuación, otros el canto, la música, el baile o la comedia musical, y todos forman parte de esta comunidad artística inclusiva, que con una trayectoria de 15 años, cuenta con unos 500 participantes distribuidos en siete sedes del Área Metropolitana de Buenos Aires (Abasto, Olivos, San isidro, Villa Ballester, Ingeniero Maschwitz, Ramos Mejía y Lanús).
Los artistas seleccionados para desempeñarse como preceptores fueron elegidos por su responsabilidad y compromiso. Su tarea comenzó siendo voluntaria y se transformó en un trabajo rentado que requiere capacitación y asesoramiento constante. Como en cualquier institución educativa, la función del preceptor consiste en el cuidado y seguimiento de los alumnos, procurando su integración grupal, interesándose por los problemas que puedan tener y orientándolos en la búsqueda de soluciones. También tienen que colaborar con el profesor del curso en el acompañamiento y formación integral de los alumnos. Para Jorge Maxi Ortiz, joven de 27 años con un diagnóstico de retraso madurativo leve, ser preceptor “es asegurarme de que las diferentes actividades se desarrollen con normalidad y que los artistas se comporten bien en clase, que respeten las indicaciones del referente (profesor) y, sobre todo, que estén preparados para hacer la muestra de fin de año”. Por su parte, Ignacio Bastita, preceptor de la sede de Olivos, 35 años y con síndrome de Down, dice: “Este trabajo es muy importante para mí. Los viernes voy a mis clases semanales de teatro y los miércoles trabajo acompañando a otros actores. Me encanta, los ayudo en lo que necesiten, a veces guío la entrada en calor o la relajación final, hay que aprender muchas cosas, tengo que estar atento si alguno de los actores necesita ir al baño, hace falta agua o hay algún chico nuevo. Así gano algo de plata y con eso me compro cosas que me faltan en mi departamento, ya que vivo solo desde hace un año”.
Juan Ignacio Acosta, el director de Las Ilusiones, apostó hace 15 años a “ver potencial en vez de barreras”. Desde entonces, insta a pensar el arte inclusivo como un movimiento artístico y un cambio de paradigma respecto del canon tradicional de las artes escénicas. En relación a este proyecto laboral de formación de preceptores, Acosta cuenta que lo que empezó siendo algo casual y amateur se fue convirtiendo en un trabajo real. “Empezamos con el ‘título’ de asistente, de auxiliar en el 2018. Para cada una de las clases le asignábamos ese rol a uno de los artistas, le pedíamos que no faltara y, para estimular su presencia y compromiso, le ofrecíamos un pequeño incentivo económico. En la pandemia, gracias a la virtualidad, esta tarea se formalizó a través de una capacitación teórica de un año de duración, diseñada y dictada por los directivos de Las Ilusiones. En el 2021 tuvimos nuestra primera promoción de preceptores”.
Acosta cuenta que los preceptores de Las Ilusiones cobran el sueldo nomenclado por el valor hora de cualquier preceptor, según la cantidad de horas trabajadas, que en promedio son de dos a tres semanales.
El impacto positivo que tiene este trabajo en la vida de los actores/preceptores es significativo: se sienten valorados, capaces, productivos y dando pasos certeros hacia su mayor autonomía. Así lo manifiestan docentes y familiares. “A partir de afrontar un trabajo, se ve un cambio muy grande en cuanto a la posición que toman en sus propias clases y en su vida, están más atentos, más participativos. Tener un trabajo, cobrar un sueldo, hace que tengan ganas de prepararse para la docencia, familiarizarse con las herramientas pedagógicas y esos avances se ven reflejados en sus propios entrenamientos como artistas”, dice Sabrina Martínez Gandini, coordinadora de la sede Olivos. Además de la capacitación inicial, los preceptores tienen una reunión virtual mensual con Agostina Fischetti, coordinadora general, donde trabajan sobre su función, sus inquietudes y nuevos desafíos.
Noelia Sol Cortijos tiene 33 años, síndrome de Down y ha hecho diversas pasantías (en la municipalidad y en la Universidad de Lomas de Zamora, también en Cascos Verdes dando charlas sobre el cuidado del ambiente), pero en Las Ilusiones, más allá del trabajo, participa en algo que la hace feliz, porque está junto a sus pares, en un lugar que la apasiona y, como preceptora, puede brindar a otros chicos todo lo que aprende en sus clases de canto, teatro y teatro musical. Ella se capacitó en la pandemia y al arrancar tenía temor de que los adolescentes no la obedecieran —cuenta Liliana, su mamá—. Pero fue todo lo contrario, la respetan, la toman como referente. El año pasado en el grupo a su cargo había una nena ciega y fue maravilloso cómo Noelia guió y la acompañó. “Todo lo que gana lo ahorra para poder hacer los viajes que propone Las Ilusiones —aclara Liliana—. Acaba de volver de Córdoba, por ejemplo. Son salidas de ocio y tiempo libre de entre 4 y 7 días diseñadas para adquirir y fortalecer la vida independiente lejos de lo cotidiano y familiar”.
El paradigma invertido
En Las Ilusiones rige el concepto del paradigma invertido. “En nuestras producciones hay artistas con y sin discapacidad —explica Acosta—. Estos últimos son los incluidos, porque conforman la minoría y la propuesta es que experimenten de manera filosófica y empírica el ponerse en el lugar de la persona con discapacidad”.
Una de las mayores preocupaciones de las familias de actores que integran Las Ilusiones es la falta de espacios para los jóvenes al finalizar la escolaridad y la escasez de propuestas para fomentar su autonomía. Esto fomentó a la compañía a crear su ONG de inclusión educativa y laboral Despuntando, que se rige por tres principios: formación (brindar oportunidades para que las personas con discapacidad se desarrollen en ámbitos profesionales, acompañando su inserción desde la capacitación y el compromiso asumido); concientización (acciones necesarias para que la sociedad logre desmitificar los estereotipos negativos respecto de las personas con discapacidad y sean vistos como valores dentro de ella) y autonomía (acompañar a las personas adultas con discapacidad a vivir de manera independiente).
Fue desde esta ONG que inauguraron la Casa Tao, una vivienda totalmente equipada para el entrenamiento de la vida independiente, que promueve talleres de habilidades y estadías con supervisión que implican el desafío de convivir con otros pares con independencia familiar.
Además, entre otros programas, Las Ilusiones desarrolló el Banco de Talento dentro de la agencia Tú Productora, que cuenta con el apoyo de Disney y ASDRA (Asociación Síndrome de Down de la República Argentina). Tienen también una banda musical formada por artistas con y sin discapacidad Los Bonette, que ejecutan temas propios y covers y hacen shows presenciales y por streaming.
Un trabajo con muchos beneficios
La experiencia que van adquiriendo las personas con discapacidad intelectual al poder trabajar en lo que les apasiona repercute en el cuidado de su autoimagen, lo que también los ayuda a aumentar su autoestima. Además, genera mejoras en la expresión verbal y en la comunicación, mientras que hace crecer su habilidad para resolver problemas que se presenten a nivel laboral y en su vida cotidiana, y mejora sus habilidades sociales.
“El desafío de generar esta oportunidad de salida laboral para nuestros artistas resultó muy nutritivo en un doble sentido —explica Acosta—: por un lado, para los artistas que se prepararon para el puesto, pero también para los asistidos (alumnos), ya que juega a favor el hecho de que un par con discapacidad se vuelve un referente y puede ver en él un camino de crecimiento. Todo comenzó con Fer, un joven actor de la compañía al que convocamos para que nos diera una mano con los artistas más chicos. Y él estableció un vínculo motivador con los alumnos, que lo escuchaban, lo consultaban. Así vimos lo valioso que era que una persona con discapacidad intelectual trabajara a la par y fuera un referente para los menores”.
Acosta cuenta: “Estamos felices porque este año ganamos un concurso de mecenazgo con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que nos va a permitir crecer en un 400 % la cantidad de beneficiarios: tendremos 48 preceptores. Representa una salida laboral para más jóvenes y una contención mayor para todos los alumnos. Queremos que sea un modelo a replicar, para seguir generando conciencia inclusiva en la sociedad”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.