Lo viejo muere y lo nuevo nace, en un proceso de transformación inevitable. Sucede en la naturaleza, en las personas, y en las ideas. Algunos eventos tienen fecha y lo aceptamos, como la llegada del invierno. En otros casos, el fin de un ciclo se puede estirar, como cuando perdemos nuestra forma de vida, o cuando nuestras ideas pierden vigencia, y es natural que luchemos por defender lo nuestro.
Estamos viviendo tiempos difíciles, que exceden la coyuntura, y nos ponen a prueba. Transitamos una suerte de reseteo global, causado por el impacto tecnológico y la mayor conciencia del daño que estamos haciendo al planeta.
Vemos morir viejos hábitos de consumo, muchos empleos, y hasta creencias. Eso nos desestabiliza, y genera el dilema de luchar por lo que muere, o de abrazar lo nuevo. En este siglo, prevalecerán las sociedades que faciliten en su seno el nacimiento de lo nuevo.
Veamos un par de ejemplos de este tipo de proceso.
Muchos empleos que se pueden automatizar o virtualizar, están muriendo. Y el nuevo empleo, el que lo reemplaza, nace más flexible, requiere nuevos conocimientos, y no tiene frontera. En Argentina no nace ese nuevo empleo. ¿Por qué? Porque muchos asumen que el empleo actual se puede “acorralar” para que no muera, y agregan trabas y costos y además, como sociedad, aceptamos prácticas que hacen todo más complejo .
¿Quién tomaría, en la actualidad, un empleado nuevo, en una sociedad que tolera que ser empleador sea un desafío?
Entonces el nuevo empleo se crea fuera del país, y como los viejos terminan muriendo de todas maneras, hace 10 años que cae y se degrada el empleo formal.
Algo parecido pasa con la política. Líderes cuyas ideas ya no tienen vigencia, buscan blindarse pactando con grupos de interés para, entre todos, mantener las cosas como están. Esto agranda las diferencias entre 2 grandes grupos que tiran para sentidos opuestos, unos que quieren controlar y profundizar lo viejo, y otros que quieren el nacimiento de lo nuevo. Ambos grupos ven en el deseo del otro una gran amenaza y, potenciado por la influencia de los liderazgos, se hizo un grieta muy profunda, provocando un estancamiento social desesperanzador.
¿Quién compraría un departamento en un edificio con una grieta que llega hasta sus cimientos y corre riesgos de derrumbarse? La grieta profunda nos paraliza, y lo nuevo nace en otro lado.
No hay que desesperar, porque en este reseteo global se está muriendo nuestro pasado, lo que iba a morir de todas maneras, y nuestra salida es hacer nacer lo nuevo en cada uno nosotros. Pretender adaptarse al reseteo global espantando el futuro es tan absurdo y dañino para nuestro desarrollo como si los gobiernos originales de Argentina hubiesen prohibido la inmigración para mantener su control.
En este siglo 21, debemos despertar y hacer nacer en Argentina las nuevas formas de trabajo, las nuevas formas de educación, un nuevo espíritu de convivencia, la nueva economía y que, además, todos asumamos que el cambio que deseamos debe nacer en cada uno de nosotros. Y esto es posible si elegimos correctamente cual es la lucha a dar, que no es la anulación del otro, sino encontrar la agenda común.
Usando al fútbol como ejemplo, ser hincha de Boca o River es un sentimiento. La rivalidad es natural, necesaria, y sería absurdo querer convencer al hincha de un club que se cambie al otro porque en un momento determinado su equipo es muy malo.El desafío es descubrir puntos de unión, entender que a todos les gusta el futbol e ir a la cancha en paz con sus familias y amigos, y sobre ese entendimiento, realizar acuerdos para preservarlo, cada uno desde su equipo.
Lo mismo pasa con la agenda de una sociedad, y debemos despertar a tiempo y pelear por esa nueva agenda, antes de transformarnos en una sociedad irrelevante, anárquica, que ha perdido la capacidad de engendrar nueva vida.
Si los mayas y los incas desaparecieron, ¿Por qué estamos tan seguros de que no desapareceremos nosotros?
Marcos Ayerra es ex presidente de la Comisión Nacional de Valores durante el gobierno de Mauricio Macri y esta columna es parte de “El futuro de Argentino”, una novela de ficción que acaba de publicar, y que describe la década de crisis que estamos viviendo, y las ideas que pueden viabilizar el renacimiento Argentino.