“No solo se trata de salud visual, sino de calidad de vida e igualdad de oportunidades”, dice Nicolás Rosemblat, que tiene 42 años y vive en la Ciudad de Buenos Aires. Se dedica a la fabricación de armazones para lentes, muchos de los cuales dona al Banco de Anteojos de la Fundación Hacer Futuro, dedicada a promover la equidad social mediante acciones educativas y de cuidado ambiental.
Banco de Anteojos es una iniciativa social y ambiental creada por Enrique Bach. Su principal objetivo es aprovechar anteojos en desuso para reutilizarlos. Estos anteojos son donados por personas particulares que ya no los usan a través de colectas realizadas por empresas, colegios, asociaciones y clubes. Luego son equipados con lentes graduadas según las necesidades de cada paciente, a través de alianzas con ópticas autorizadas. Llevan reutilizados 5.000 marcos, con los cuales beneficiaron a 3.750 personas con dificultades de visión que no pueden comprarse los anteojos que necesitan.
“Nos enteramos de que en la fundación iba a haber oculistas, entonces con mi señora fuimos y nos recetaron anteojos a los dos. Como nosotros no tenemos muchos recursos, para mí es una ayuda muy grande. Yo soy electricista, y estos anteojos me van a ser muy útiles para hacer mi trabajo. Me gustaría que esta labor del Banco de Anteojos siga ayudando a la gente, porque muchos no tienen los recursos para comprar los anteojos que necesitan”, cuenta Raúl Eduardo Rossi, tucumano.
Bach resume la iniciativa así: “Nos motiva la equidad social y trabajar para que toda la comunidad tenga la misma calidad de vida, resolviendo una problemática tan importante como es la visión, de una forma rápida, económica y con un impacto ambiental positivo". El empresario tucumano, de 62 años, es fundador y presidente de la Fundación Hacer Futuro, creador de este proyecto y activista ambiental.
Los inicios
“El banco de anteojos nace en 2018 casi por casualidad. En una de las escuelas que asistíamos desde la fundación, nos empezaron a pedir anteojos para los chicos. Compramos dos o tres veces, y a la cuarta vimos que no había presupuesto que aguantara, porque son muy caros. Entonces, pensamos cómo podíamos solucionarlo. Lo unimos con nuestro objetivo ambiental y dijimos: ‘¿Qué pasa si pedimos donaciones de marcos de anteojos y los reciclamos?’ Así fue, y logramos solucionar la demanda de los chicos en la escuela”, cuenta.
En aquel momento, la secretaria de la fundación, cuya madre es de la comunidad de los Quilmes en Amaicha, les pidió si podían ir a Amaicha con el Banco de Anteojos. Pero además con oftalmólogos, porque hasta ahí no llegaban médicos especialistas en la visión. Así fue que agotaron las pocas donaciones que les quedaron de aquella primera acción. Pero el proyecto se difundió y comenzó a conocerse en todo el país, por lo que la demanda pronto aumentó.
En ese contexto fue que empezaron a tejer redes y a armar alianzas. Como la que tienen con Nicolás Rosemblat de la fábrica de marcos Ecovisual. “Mis primeros contactos con el banco fueron a raíz de una inquietud mía, justamente desarrollando un programa social y buscando aliados estratégicos. Enseguida vimos con Enrique que teníamos las mismas maneras de pensar, la misma filosofía. En los próximos meses vamos a lanzar desde Ecovisual el Programa Hagamos Eco, que va a incluir nuevas donaciones de marcos para el banco”, cuenta Rosemblat.
Para Rosemblat, el Banco de Anteojos representa una respuesta a una problemática que va más allá de poder ver mejor. Abarca una solución y la igualdad de oportunidades en muchos ámbitos y rangos etarios. Desde los niños en edad escolar, ya que los iguala a la hora de poder leer y los alienta. “Porque un niño que no puede leer bien y que no está cómodo con su vista para ver un pizarrón o lo que sea, ya no arranca en igualdad de condiciones. Y sabemos que hoy en día hacerse un anteojo no es accesible para todo el mundo. También para los jóvenes y la población laboralmente activa es una forma de igualar. Hay muchos trabajos que también incluyen pantallas, computadoras, teléfonos y eso genera un desgaste visual. E incluso con la tercera edad, para poder entretenerse, leer un libro, o lo que sea”, analiza Rosemblat.
Hacer Futuro
La Fundación Hacer Futuro nació en Tucumán a través de pequeñas acciones sociales vinculadas a promover la educación y el trabajo digno. Hoy su objetivo es lograr la equidad social a través del cuidado del ambiente, la educación y capacitación laboral. Sus proyectos actualmente son el Banco de Anteojos, Coopeco (recuperadores urbanos), Medio Ambiente en Acción, Multimedios sobre Medio Ambiente, Baño Digno y Vidriera Solidaria.
En ese marco, ven el trabajo ambiental como parte de una sociedad más equitativa, porque sin un ambiente sano el desarrollo de una comunidad es muy difícil. Esta problemática impacta más fuerte sobre los sectores más vulnerables.
La fundación opera principalmente en San Miguel de Tucumán, ciudad natal de Bach. Sin embargo, el Banco de Anteojos también trabaja en provincias como Salta y Jujuy. También en la selva misionera y en el Penal de Olmos en la provincia de Buenos Aires. Asimismo, atienden consultas semanales de donantes (por ejemplo, cómo hacer llegar las donaciones de todo el país) y de beneficiarios del programa. Más de diez voluntarios colaboran directamente con el proyecto en la sede central y las tres filiales (Tucumán, Salta y Jujuy), mientras que treinta voluntarios indirectos participan a través de organizaciones aliadas.
Paola Del Castillo es tucumana y conoció a la fundación y su banco de anteojos por medio de las redes sociales. Yo tengo una enfermedad autoinmune, perdí la visión casi por completo y con los anteojos pude recuperarla. Pero necesito utilizar anteojos permanentemente y no puedo costear los gastos”. Del Castillo es ama de casa y mamá de una niña. “Es menor de edad y depende de mí, entre otras cosas para acompañarla en su trayecto a la escuela. Los anteojos son mis ojos y me sirven mucho para ayudarla. La fundación me dio unos anteojos nuevos; los míos ya estaban demasiado deteriorados. Fui por varias ópticas y la verdad que los costos eran impagables, más para una persona de bajos recursos. Se nos hace muy difícil conseguirlos”, cuenta.
Doble impacto
El proyecto del Banco de Anteojos tiene un gran impacto social y ambiental. Social porque resuelve algo tan importante como ver bien; tan necesario para todas las actividades cotidianas como aprender, trabajar, jugar, leer, coser, etc. Y ambiental porque reutilizan algo que iría a parar a la basura por siglos.
Con un alcance que crece cada año, para Bach es un modelo fácilmente replicable en cualquier lugar o país. “El proyecto funciona por una alianza de personas y empresas que hacen posible que funcione con un presupuesto muy bajo: los marcos donados por personas que dejaron de usarlos por distintos motivos; Vía Cargo con 600 agencias en el país hace posible que las donaciones nos lleguen a nuestra oficinas y podamos enviar los anteojos que nos solicitan en otras localidades; la infraestructura brindada por nuestra empresa como responsabilidad social empresaria (oficina, luz, comunicación, vehiculos, internet); voluntarios que permiten llevar la gestión. Y una parte fundamental, las ópticas Solmar en Tucumán y Uriburu en Buenos Aires, que realizan los lentes con un costo muy bajo y reciben donaciones de marcos. Estas óptica-fábrica son, además, de las mejores del país por su tecnología”, cuenta.
El banco cobra un bono contribución voluntario, porque el objetivo fundacional del programa no es la beneficencia, sino que las personas valoren el esfuerzo y que las cosas cuestan. Esto los compromete a retirar los anteojos y les permite financiar parte del proyecto.
En ocasiones, se enfrentan a casos muy desafiantes, con altísimas graduaciones que tienen un costo muy elevado, enfermedades complejas, o casos muy puntuales como de un niño que nació sin sus iris, u otro que perdió uno de los ojos, o personas de baja visión o ciegas (a quienes, por ejemplo, los anteojos protegen de radiación solar o de lastimaduras en los ojos).
“No conocemos otra iniciativa igual, donde transformen y vuelvan a hacer anteojos para quien los necesita. Hay unos pocos proyectos en el mundo, pero con marcos nuevos”, explica Bach. También aclara que, en cada provincia en la que trabajan contactan a los colegios o cámaras de ópticos, para enmarcarse en las legislaciones vigentes. “Les explicamos nuestro proyecto, transparentando el proceso, detallando quien realiza los lentes y mostrando nuestro accionar en las redes sociales para que vean que es realizado en forma seria y profesional. Y lo más importante: que es un proyecto con un alto impacto social para personas que no pueden adquirir unos nuevos”.
Líderes por el planeta: 21 referentes que, desde América Latina, cambian el mundo
Actualmente Bach se encuentra entre los ganadores de la primera edición de la iniciativa Líderes por el Planeta. Esta se divide en tres categorías: protección del medio ambiente, inclusión social y desarrollo económico local. Se destaca el compromiso de 21 agentes de cambio de América Latina que, desde diversos sectores, impulsan el desarrollo sostenible en sus comunidades y países. La noticia fue anunciada en noviembre pasado, por CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, en colaboración con la plataforma América Futura del diario El País de España.
El proceso de selección consideró criterios como pertinencia, impacto, contribución a los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, así como la promoción de la inclusión y la diversidad. El objetivo de este reconocimiento es inspirar a más personas a convertirse en agentes de cambio en sus propios contextos, aportando soluciones innovadoras para abordar los complejos desafíos que enfrenta la región en términos de reducción de la pobreza y la desigualdad.
Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF, destacó que en CAF creen en la necesidad de que América Latina y el Caribe eleve su voz ante los desafíos globales. Para él, los líderes por el planeta son el rostro de una región que toma acción para hacer frente a los retos de nuestros países. “Una muestra de que somos una región-solución", según sus palabras.
“El Banco de Anteojos es un proyecto que soluciona una gran problemática como no ver bien, en forma sencilla, con un costo muy bajo y fácilmente replicable en cualquier parte del mundo. Uno que cada vez demandará más anteojos por el uso excesivo de las pantallas digitales”, concluye Bach.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.