Profundizamos en el vínculo entre la salud del ser humano y la problemática que ha generado con un sistema basado en la explotación de combustibles fósiles. No nos olvidamos de la salud mental y, para ello, tenemos una entrevista con útiles recomendaciones para pasar a la acción.
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Cambio climático y salud. Salud y cambio climático. No es la primera vez que hablo sobre este vínculo, ni tampoco será la última. Se suele hablar mucho más de salud por la crisis de la pandemia. Pero no se habla mucho de cambio climático ante la crisis a la que hemos llegado y quizás por eso su relación pasa desapercibida o es apenas atendida ante eventos puntuales. Hablar de salud y cambio climático implica comprender que el cambio climático nos está afectando -y nos va a afectar más si no impulsamos los cambios drásticos necesarios- a nosotros, seres humanos.
Durante mucho tiempo pensamos sólo en la imagen del oso polar perdiendo su hábitat, ¿hacemos esa misma asociación ante personas que pierden la vida por olas de calor cada vez más frecuentes o personas que migran por la degradación de su hábitat y la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas? Profundicemos un poco más en esta relación.
- Algunos datos básicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el cambio climático afecta los determinantes sociales y ambientales de la salud. Es decir: respirar un aire limpio, tener acceso a agua potable, acceder a alimentos suficientes y nutritivos, gozar de un refugio/hogar seguro. Todo ello se ve afectado cada vez más por el cambio climático.
- Los efectos en nuestra salud. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, conocidos como CDC y más aún populares desde el inicio de la pandemia, también se refieren al vínculo entre cambio climático y salud. Advierten que algunas amenazas para la salud ya existentes se intensificarán y que surgirán otras nuevas, producto del cambio climático. Explican que las alteraciones en sistemas físicos, biológicos y ecológicos pueden dar lugar, por ejemplo, a un aumento de las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, cambios en la prevalencia y distribución geográfica de las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua, y amenazas a la salud mental.
La siguiente ilustración muestra los principales efectos del cambio climático (aumento del nivel de CO2, aumento de la temperatura, más condiciones extremas del tiempo e incremento del nivel del mar), su efecto en la exposición y los resultados en la salud que pueden surgir de los distintos cambios en las exposiciones. Es decir, de nuevo, no es que la afectación es directamente por un efecto del cambio climático, sino que puede darse por múltiples combinaciones en la exposición a ellos.
- Fallecimientos por cambio climático. Las relaciones nunca son causa-efecto directamente. Sino que, como vimos recién, hay una incidencia indirecta respecto de cómo inciden los efectos del cambio climático y ellos alteran los determinantes de nuestra salud. No quiero ser dramática, mas realista, pero los costos de la inacción ante el cambio climático no son sólo económicos, se trata también de vidas humanas. La OMS estima que entre 2030 y 2050 el cambio climático causará aproximadamente 250.000 muertes adicionales por año, por desnutrición, malaria, diarrea y estrés por calor. Esto también me lleva al siguiente punto.
- El hallazgo más reciente. El pasado 29 de julio se publicó un estudio en la revista científica Nature Communications titulado El costo de mortalidad del carbón. Allí se propone una metodología de cálculo para, en lo llano del discurso, mostrar cuántas vidas "se pierden o ganan" a medida que las emisiones varían con el tiempo y a medida que, considerando las causas principales de esas emisiones, seguimos explotando combustibles fósiles -principalmente carbón- o no. El hallazgo: agregar a la atmósfera las emisiones equivalentes a lo generado por una cuarta parte de la producción de una central eléctrica a carbón, por encima de los niveles de 2020, causará durante sólo un año 226 muertes en todo el mundo. Por el contrario, reemplazar una central eléctrica a carbón por una alternativa de cero emisiones podría salvar 904 durante el siglo. Se puede acceder al estudio aquí.
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¿Qué acciones promover ante esta relación cambio climático - salud? La respuesta es casi obvia, ¿no? Si el cambio climático con sus múltiples efectos está incidiendo en nuestra salud, tenemos que actuar ante el cambio climático. Bien. Eso amerita recordar y/o subrayar tres ejes de acción de lo que ello significa.
- Mitigación. Desde ya, se necesita ambiciosa y sostenidamente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto es principalmente dejando un sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles a otro con foco en fuentes renovables. Esto es también cambiando los modos de producción en agricultura y ganadería por alternativas más amigables que contribuyan en la mitigación y no que aporten más emisiones. "Mejores opciones de transporte, alimentos y uso de energía" es lo que la OMS sugiere para reducir la contaminación del aire y contribuir a una mejor salud de las personas.
Nuestro complemento a ese cambio estructural necesario por parte de los tomadores de decisión va desde acciones individuales (como usar eficientemente la energía, movilizarnos en bicicleta en vez de vehículo u optar por una dieta más basada en plantas de producción local) hasta acciones colectivas (como involucrarse en iniciativas locales para exigirles a los respectivos gobiernos que cumplan con los compromisos climáticos asumidos).
- Adaptación. Es uno de los aspectos que más vengo mencionando en las últimas ediciones. Mientras se trabaja para reducir las emisiones, no hay que olvidar implementar políticas para adaptarnos a los efectos ya presentes del cambio climático. Y eso debe incluir también a la salud. Y eso debe incluir especialmente a los más vulnerables. La OMS advierte que "las áreas con una infraestructura de salud débil, principalmente en los países en desarrollo, serán las menos capaces de hacer frente sin ayuda para prepararse y responder". El estudio sobre la mortalidad del carbón muestra que los fallecimientos tienden a ser mayores en áreas menos responsables de las emisiones, pero más pobres y, por lo tanto, más expuestas a los efectos del cambio climático.
¿Qué medidas tomar ante olas de calor con temperaturas cada vez más elevadas en infraestructuras no preparadas o sin el acceso a recursos necesarios porque históricamente no era necesario y/o porque están en condición de vulnerabilidad? Sólo por interrogar sobre un ejemplo.
- Una sola salud. Es el enfoque propuesto desde distintos organismos ante la pandemia. La idea es muy concreta -y hasta casi obvia- y es que se trabaje en la salud humana, la salud ambiental y la salud animal con un enfoque de una sola salud. Porque están interconectadas y porque no podemos trabajar en una sin considerar a la otra. O acaso pensemos sino en la pandemia actual en la que nos hemos metido. Sobre este concepto profundicé en una edición anterior de PLANETA.
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La salud mental también es salud. Y también se ve afectada por el cambio climático. Mucho se habló sobre salud mental estos días por los Juegos Olímpicos. Poco se viene hablando sobre salud mental durante la pandemia. Lo cierto es que la salud no es sólo la física sino también la mental. Más precisamente, la OMS explica que "la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Es decir, y tal como refuerza, "la salud mental es algo más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales".
Con eso en mente (valga la redundancia), algunos psicólogos comenzaron a trabajar sobre el vínculo entre el cambio climático y la salud mental, más precisamente en algo que empezaron a dar en llamar eco-ansiedad o ansiedad climática. Científicos y activistas fueron los primeros que, ante toda la información sobre el estado actual de situación y la inacción o acción insuficiente de los tomadores de decisión, se vieron abrumados, ansiosos, tristes. Sobre ello profundicé en dos artículos para RED/ACCIÓN (artículo 1 - artículo 2).
Sobre ello también se interesó Andreu Escrivà, licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Biodiversidad, que actualmente trabaja como técnico de proyectos ambientales y responsable del Observatorio de Cambio Climático en la fundación València Clima i Energía en España; y quien se define a sí mismo como pesado climático. El resultado de su interés en la problemática fue un libro de muy ágil y compañera lectura, con foco puesto en cómo responder a ello: Y ahora yo qué hago - Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción . Sobre él, o a partir de él, conversamos.
- ¿Qué te ha motivado a escribir este libro? ¿Hubo algún tipo de eco-ansiedad en ti para abordarlo? El libro nace de mi libro anterior, Aún no es tarde: claves para entender y frenar el cambio climático, y de poder compartirlo con mucha gente. Ese era un libro muy de divulgación científica sobre el cambio climático y lo que le pasaba a la gente es que entendía el problema, pero se preguntaba cuáles son las herramientas para hacer frente a ello... y yo qué hago. Esto me empezó a generar muchas dudas. Porque yo veía que estábamos contando el problema, pero el libro estaba cojo de una parte sobre todo al ver el efecto que había provocado en la gente y el empezar a observar esto que se ha venido en llamar eco-ansiedad. Es decir, esta sensación de que somos impotentes frente a un problema enorme.
Me parece importante contrarrestar, en la medida de lo posible, este sentimiento de eco-ansiedad sobre todo para aquella gente que había entendido lo que era el cambio climático y había entendido que había que hacer algo. Yo, por supuesto, no soy una excepción. En el día a día, todos los días, siento eco-ansiedad, siento culpa climática, me cuestiono muchas cosas. Y el libro es, en parte, un libro casi de terapia de las cosas que me rondan por la cabeza. Por eso pretende ser útil y está construido como si fuera una conversación de tú a tú. No es un libro que te mire desde arriba y te diga "hay que hacer esto, esto y esto", sino "oye, a mi me pasa lo mismo que a ti, me agobio tanto como tú, por lo cual vamos a ver cómo podemos solucionar esto".
- Ya en la bajada del libro, se habla de "culpa". ¿Consideras que es culpa lo que tenemos ante la crisis climática, o impotencia, desesperación, angustia? ¿O un mix de todo eso? En el fondo no sabía si poner ansiedad climática, culpa climática, angustia climática. Creo que son conceptos distintos, pero que en el fondo representan lo mismo: una sensación de malestar por todo lo que está pasando con el cambio climático, por una parte, por estos escenarios tan desastrosos que nos cuentan sobre el futuro; y, por otra parte, una sensación de culpa que siente mucha gente porque gasta en coche, porque no ha dejado de comer carne, porque se ha subido a un avión para ir a algún sitio. Tienen la sensación de que están haciendo algo malo, pero no pueden o no quieren dejar de hacerlo. Mucha gente cree que o bien no puede hacer nada, o bien no le apetece hacer lo que se supone que debe hacer, o bien no tiene un incentivo, o bien ven que ellos pueden hacer algo, pero el resto de gente no, sobre todo las empresas que más contaminan. Lo que me preocupa es que toda esta angustia y este malestar climático se traduce en inacción. Y ahí es donde tenemos que ser capaces de incidir.
- En tu libro abordas esa doble cuestión de la responsabilidad individual y colectiva, ¿por qué ninguna de las dos es excluyente? ¿y qué resulta más efectivo? Durante mucho tiempo, hemos considerado que la acción individual o la acción colectiva eran la respuesta. Había gente que decía que poco a poco si todos generamos esos cambios íbamos a lograr un gran cambio y otra gente que decía "da igual lo que tu hagas a nivel personal porque tenemos que cambiar estructuras". Una cosa que nunca he entendido es por qué estas visiones son excluyentes. Creo que lo que sí es excluyente es decir "toda la solución la tiene lo colectivo" o "toda la solución la tiene lo personal". Lo que no es excluyente es que alguien pueda trabajar a nivel colectivo y a nivel individual frente al cambio climático. Tenemos que entender que se tienen que complementar. Toda acción personal tiene que huir del marco individualista, es decir, es mucho más transformador que nos unamos a una asociación de barrio y luchemos por un barrio más habitable, con menos humo y más verde, a que adoptemos una decisión individualista, como cambiar unas bombillas en nuestra casa. Toda la acción individual suma, incluso la individualista, pero sólo la colectiva transforma.
- ¿Qué acciones le recomendarías a los lectores para transformar sus sensaciones ante la crisis climática en acción? Lo primero es hablar de cambio climático. Muchos científicos del clima dicen que esto es lo primero, lo principal y no nos damos cuenta de lo importante que es. Porque sólo hablando de cambio climático, vamos a poder escuchar cuáles son las percepciones de la gente, vamos a poder pensar en común, vamos a poder plantear este tema como una prioridad política, mediática, empresarial, personal, de barrio, de pueblo. Necesitamos hablar de ello. Además es gratis y no contamina (risas). Necesitamos hablar de cambio climático.
Lo segundo es luchar por nuestro tiempo. La mayor parte de los comportamientos insostenibles que tenemos en el día a día, cuando llegamos tarde a un sitio y usamos el coche, cuando compramos comida sobre-envasada porque no hemos tenido tiempo de ir a la tienda de barrio y pesarla e ir con nuestra bolsa de tela; tienen que ver con el tiempo. Luchemos por nuestro tiempo. Tengamos tiempo de hacer las cosas más lentamente porque cuanto más lento hagamos todo, menos energía vamos a requerir.
Por último, recomendaría también hacer durar lo más posible cualquier cosa que tengamos. Es decir, no se trata tanto de comprarse el móvil más sostenible, sino de aguantar el móvil que tenemos. El móvil más sostenible es el que tenemos ahora en el bolsillo del pantalón. Necesitamos luchar contra la obsolescencia programada, necesitamos hacer que nos duren los pantalones, los muebles, los electrodomésticos, los televisores. No hasta que se caigan, pues aquí nadie está hablando de volver a la caverna ni de una austeridad destrozada, sino de resistir a esos impulsos de consumo rápido que todas y todos tenemos. No es cuestión de comprar mejor o peor, sino de reducir el consumo.
Por último último, unirnos con otras personas, unirnos a medios de comunicación que hablen de esto, exigir que se hable mejor, conocer nuestro entorno y hablar de esto en todos aquellos ámbitos que nos importen.
Recomiendo seguir a Andreu en Twitter porque es muy activo con material sumamente interesante. Además, les comparto que llegué a este libro como uno de los elegidos para la segunda edición del Club de Lectura Climática que co-dirijo. ¿Un club de lectura? Sí, pueden conocer más sobre este tipo de iniciativas en la edición de ayer de SIE7E PÁRRAFOS.
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Más países con nuevos compromisos climáticos. Spoiler: aún no es suficiente. ¿Se acuerdan de las NDCs? ¡No se me las olviden! Son los planes que elaboran (y teóricamente deben cumplir) los países con sus metas y políticas para reducir emisiones y adaptarse al cambio climático. La idea es que, con todos los planes, se llegue a limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C y cumplir con el Acuerdo de París.
Bueno, el pasado sábado 31 de julio cerro el plazo para presentar NDCs más ambiciosas y que éstas formen parte de un informe de síntesis que se publicará antes de la COP26 (recuerden que sería en noviembre en Glasgow). El propósito del informe es saber cómo venimos y, básicamente, todo lo que aún queda por mejorar para llegar al objetivo.
Hasta diciembre, 75 partes habían presentado NDCs nuevas o actualizadas. El sábado esa cifra ascendió a 110 partes, pero apenas representa un 58% del total de las partes. Por ejemplo, China, segundo país más emisor, aún no presentó una nueva o actualizada NDC. Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC), subrayó que "es necesario mejorar el nivel de ambición reflejado en las NDCs". ¿Por qué? Porque todavía estamos muy lejos de alcanzar la meta de calentamiento de los 2°C, ni hablar de la necesaria del 1,5°C.
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En agenda I: la primera COP del Acuerdo de Escazú. Pues sí, no sólo hay COP sobre cambio climático sino que también, como hemos visto en PLANETA, hay, por ejemplo, COP de biodiversidad. Bueno, ahora será el turno del inicio de las COP para el Acuerdo de Escazú. Así lo anunció Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para America Latina y el Caribe (CEPAL), en un conversatorio organizado por Claves 21 y LatinClima. Recordemos que el Acuerdo de Escazú busca garantizar el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe.
Luego de la entrada en vigor en abril de este año, se espera que la primera COP se celebre en abril de 2022 en Santiago de Chile -siempre que la pandemia permita la presencialidad-. "La COP es la máxima autoridad que lidera los procesos de implementación del Acuerdo", explicó Carlos de Miguel, de la CEPAL, y agrego que la COP es la encargada del monitoreo, vigilancia y acompañamiento a las partes para el cumplimiento del Acuerdo.
Llamó la atención la elección del lugar pues Chile aún no ha firmado el acuerdo y su gobierno se niega rotundamente a hacerlo. Lo cierto es que la locación elegida responde a que Santiago de Chile es la sede de la CEPAL.
Pueden profundizar sobre el Acuerdo de Escazú en esta nota que escribí en 2018 desde Nueva York en el momento de inicio de su firma (fue mi primera nota en RED/ACCIÓN -corazoncito-) y pueden disfrutar del conservatorio aquí.
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En agenda II: Dinosaurs o que la realidad no supere a la ficción. Cuando vi que Disney+ iba a sumar Dinosaurios a su plataforma, me emocioné un poco. Sí, una sit-com estadounidense de los ´90 sobre una familia de dinosaurios de clase media que veía cuando era chica, pero que recuperé en mi memoria hace poco por su final. No quiero spoilear, pero creo que el final justifica todo. Si hablamos de dinosaurios hablamos desde un inicio de extinción. Y eso lo sabían los productores. El modo en que eligieron terminar -que generó todo tipo de críticas y polémica- buscó dejar un mensaje a la humanidad. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. O es puro despertar de conciencia para actuar.
Dinosaurios estará disponible en Disney+ a partir del 13 de agosto. (Espero no llegar a ser el periodista del último capítulo).
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Mientras estoy inmersa en todo lo que el informe del IPCC nos brindará en información sobre cambio climático (y que será obvio el tema central de la próxima edición de PLANETA), les comparto una foto en un parque eólico en territorio argentino para recordarles que estoy trabajando en un artículo para RED/ACCIÓN sobre la transición energética en el país y me encantaría conocer sus inquietudes al respecto. Pueden compartirme sus consultas, preguntas, dudas en este (muy) breve formulario.
¡Hasta el próximo miércoles!
Tais
PD: quiero mucho al oso polar 🙂