Karat chale, badhat chale (seguir trabajando, seguir creciendo) es el lema. Empoderar a las personas brindándoles acceso a internet y enseñándoles sobre herramientas digitales, la misión. Con esas premisas se gestó y creció en la India la DEF ―Digital Empowerment Foundation― que, desde 2002, trabaja con comunidades alejadas de las urbes, en zonas rurales o remotas, con el objetivo de incluir, igualar y acercar.
Este proyecto nació de la inquietud del emprendedor social indio Osama Manzar y de su obsesión por achicar la brecha tecnológica y brindar oportunidades reales a través de la conectividad. Este líder global, columnista, autor y conferencista, además, es becario Chevening ―la beca que otorga el Reino Unido a quienes demuestran capacidades de liderazgo― y miembro de diversos organismos que desarrollan políticas de inclusión digital. Lleva décadas trabajando para mitigar la pobreza en la India y revitalizar poblaciones postergadas a través de la herramienta más poderosa de los últimos tiempos: la información. Manzar cree en el acceso a internet como elemento igualador.
Mucho más que conectar dispositivos, la preocupación de la DEF consiste en la alfabetización digital y en generar comunidades interactivas, para colaborar en que las personas puedan ejercer sus derechos civiles con plenitud. Manzar pregunta repetidamente en sus ponencias: “En los años que internet lleva creciendo, ¿estamos significativamente conectados o solo conectados?”.
Un tercio del mundo está desconectado
Según datos recientes de la Organización de Naciones Unidas, 2.900 millones de personas ―más de un tercio de la población mundial― todavía no pueden acceder a internet. Esta cifra se ha vuelto mucho más relevante en tiempos de pandemia, situación que demostró la importancia vital de la conectividad para poder trabajar, estudiar y, en muchos casos, acceder a servicios básicos y también puso al desnudo la brecha digital. Todavía más: no fueron pocas las gestiones que asumieron erróneamente que existía un acceso universal a internet y competencias digitales al momento de implementar políticas de vacunación, educación online o acciones de bienestar social y terminaron dejando al margen a las poblaciones desconectadas.
África y Asia son los dos continentes más relegados en términos de conectividad y de acceso a herramientas digitales: en ambas regiones, solo entre el 20 y el 40 % de la población puede y sabe cómo conectarse. Los niveles de conectividad de América del Norte, Europa e incluso algunas zonas de América Latina son de entre el 70 y el 90 %.
Puntualmente, la India hoy tiene 1.300 millones de habitantes y solo cerca de 481 millones de personas conectadas. Vale decir que solamente un 37 % de su población tiene acceso a internet y la inmensa mayoría se concentra en ciudades. En las zonas remotas, este porcentaje se reduce aún más.
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Mientras en los lugares donde hay internet la cantidad de usuarios y las horas que pasan en línea no paran de crecer, las zonas más relegadas del planeta se atrasan cada vez más.
El sur de Asia representa un quinto de la población mundial y es una de las regiones que más crecimiento económico ha experimentado en los últimos años. Según proyecciones del Banco Mundial para este 2022, será el continente que más habrá crecido después del parate que supuso la pandemia a nivel global. En Asia oriental y el Pacífico, se prevé para este año que el crecimiento se acelerará entre un 7,7 % y un 5,3 %. En Asia meridional, se estima que la actividad económica se expandirá en un 6,8 % . Pero este repunte es tan potente como desigual, porque suele concentrarse en las grandes ciudades.
En zonas rurales, donde vive más de dos tercios de la población de esta región, los habitantes no llegan a ver los beneficios de semejante crecimiento. Por eso, aunque Asia y el Pacífico sean el gigante de las telecomunicaciones a nivel global, su verdadero desafío es llevar la tecnología a un nivel básico y utilizarla para mejorar las vidas de millones de ciudadanos de sus propios países que aún están desconectados.
Los argumentos a favor de tal acceso ya no se discuten: la digitalización impulsa la inclusión social, económica y financiera; permite alcanzar formación educativa y servicios de salud; facilita las capacitaciones y el aprendizaje de oficios y hasta hace posibles operaciones básicas como trámites cívicos a distancia o comprar y vender productos. Además, el acceso a internet permite moldear y potenciar cambios sociales, porque estar conectados es una herramienta fundamental de formación y participación ciudadana. Básicamente, permite tener voz y conocer voces ajenas. Por eso, ningún desarrollo puede darse hoy sin internet.
Conectar para incluir
En 2002 el mundo era bien distinto. Internet se había extendido en Occidente en la década de 1990 con el surgimiento y el uso popular de la www (world wide web). ¿Cómo era el panorama de las telecomunicaciones en la India? Internet tenía apenas unos siete años en el país. Solo había 13 millones de suscripciones móviles y las empresas luchaban por aumentar este volumen con mejores tarifas. Solo existían en el país unas 82.500 suscripciones de banda ancha.
“Desde que surgió internet, estar conectados pasó de ser una alternativa y un deseo a ser una necesidad. Hoy, dos décadas después, la mayoría de las personas que no tienen conexión vive en la India”, afirma Manzar en la charla Welcome Change: Making Internet access universal in India, en conversación con el documentalista Subhashish Panigrahi.
Mucho cambió. Y gran parte de ese cambio fue gracias a la acción de DEF, la fundación que hoy no solo se ocupa de llevar internet, sino de educar, formar y conectar a personas.
Nacida como una organización integral de acción digital, DEF trabaja en crear comunidades equitativas y empoderadas a través del acceso digital a la información, el conocimiento y la capacidad contextual. Su enfoque principal se apoya en hacer que la tecnología sea fácilmente accesible para las masas a través de la formación digital funcional, la alfabetización mediática y la mejora digital en agricultura, micro y nanoempresas, salud, educación, sustento y emprendimiento. Por esta labor, Manzar es parte de Ashoka, asociación que identifica y apoya a los emprendedores sociales líderes en el mundo, aprende de los patrones en sus innovaciones y los difunde globalmente.
El modelo de trabajo de la DEF lleva años mostrando resultados positivos y proviene de una idea fundamental. La enuncia Manzar: “El mensaje elemental es que no debemos crear un producto para las masas sino que sea creado por las masas”. Esto explica por qué el objetivo de la DEF en pueblos rurales es generar centros comunitarios conectados y puntos públicos con dispositivos de acceso a internet, para que sean puente con servicios básicos y estén coordinados por emprendedores que puedan asesorar y guiar. Y contagiar las ganas de emprender. Porque no alcanza con llevar y traer servicios de internet si las personas no conocen cómo usarlos ni hacerlos propios en su día a día. Por eso, el modelo de trabajo se sustenta y reproduce en las propias poblaciones donde opera.
Así, la organización participa activamente en el empoderamiento digital de las comunidades locales a través de sus 1.000 centros de recursos de información comunitaria, que se crean y amplían con personas que van recorriendo las aldeas y ayudando en los procesos de alfabetización digital. Hoy son más de 10.000 los “soldados de a pie digitales” que trabajan en 24 estados y 135 distritos de áreas rurales, tribales, marginadas y no alcanzadas. Este esquema de conectividad colaborativa alcanza más de 600 lugares remotos de la India.
El contacto humano en la introducción de este tipo de herramientas no es menor. Todavía más: es lo que garantiza el éxito en la implementación. Las nuevas tecnologías no cambian por sí solas la situación de las zonas postergadas. Implican una forma nueva de trabajar y colaborar y, por lo tanto, si los servicios que llegan como solución no se brindan en estrecha colaboración con los miembros de la comunidad, difícilmente respondan a sus necesidades y estén en sintonía con su entorno, sus costumbres y sus creencias. Y, en última instancia, los cambios nunca serán adoptados por más positivos que sean.
Para llevar adelante este modelo de trabajo fue clave el cambio regulatorio que se produjo en la India las últimas décadas, que consistió en empezar eliminando las licencias para ser distribuidor de internet. Hoy cualquiera puede llevar y contratar conectividad solo pagando el servicio. Eso agilizó y democratizó su distribución. Otro avance crucial fue la promulgación de la Ley del Derecho a la Información en 2005, que significó un gran paso hacia el reconocimiento formal de la importancia de este insumo para el empoderamiento y el ejercicio de los derechos de las personas.
La promesa regional
Hoy la India es un país mayoritariamente mobile. Una enorme parte de su población solo se conecta con celulares y la penetración de dispositivos de este tipo es de casi 500 millones de usuarios. En los últimos años, la digitalización de servicios esenciales creció mucho más que los porcentajes de conectividad de la población.
Teniendo en cuenta que India es líder en la región del sur de Asia, hay elementos para pensar que se puede generar un salto de calidad en el acceso de la población a las herramientas digitales. “Es posible debido a estos números: India tiene 150 millones de penetración de radio, 120 millones de suscriptores de televisión, 50 millones de usuarios de internet y la enorme base de usuarios móviles de 500 millones”, enumera Manzar en una columna reciente para la ONG Empodera. Y describe un futuro que podría ser prometedor: “combinándolos todos y trazando un plan integral para llegar a los ciudadanos con los servicios correctos a través de cualquiera de los medios correctos, India puede progresar geométricamente para liderar el mundo en el siglo XXI”.
Los avances que muestra un proyecto sociotecnológico como DEF no son pocos. El impacto positivo de la conectividad y la alfabetización es inmenso y está asociado a la igualdad en todos los planos: el acceso digital permite consolidar muchísimos otros esfuerzos relacionados con la salud, la educación y toda la subsistencia.
Democratizar el acceso a la información y las tecnologías en las zonas postergadas está transformando las estructuras de poder locales y está dándoles voz a personas largamente desfavorecidas. En definitiva, fomenta que puedan ser protagonistas de sus propias vidas.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 23 de febrero de 2022.
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