Un episodio de Black Mirror - RED/ACCIÓN

Un episodio de Black Mirror

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Las peleas entre Nicolás Maduro y Elon Musk, el fallo contra Google y los mensajes que comprometen a Alberto Fernández tienen en común la presencia dominante de lo digital, con consecuencias sociales y políticas cada vez más relevantes.

Un episodio de Black Mirror

Intervención: Marisol Echarri.

RED/ACCIÓN, el grupo editorial en el que nació Comms hace ya cuatro años, ayer lamentablemente anunció su cierre. Fue un honor haber formado parte de este medio que apostó desde el principio por un periodismo distinto, priorizando la cobertura de temas sociales y dándole un lugar protagónico a la participación ciudadana. 

Comms, sin embargo, seguirá saliendo cada semana como lo ha hecho hasta ahora. En los próximos días daremos los detalles sobre cuál será su nuevo marco institucional. ¡Gracias por seguir acompañándonos!

Ahora sí, vamos con la edición del día. Las peleas entre Nicolás Maduro y Elon Musk, el fallo contra Google y los mensajes que comprometen a Alberto Fernández tienen en común la presencia dominante de lo digital, con consecuencias sociales y políticas cada vez más relevantes.

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Intervención: Marisol Echarri.

Digital. Primero Hugo Chávez y después Nicolás Maduro se hicieron con el control de los medios de comunicación en Venezuela y las redes sociales empezaron a funcionar como canales alternativos de información para los ciudadanos. El Estado bolivariano activó entonces su ojo controlador en X, Facebook e Instagram, y los venezolanos  encontraron en WhatsApp, Telegram y otras aplicaciones de mensajería la manera de intercambiar noticias y opiniones. “Donde se cierra una puerta, se abre una ventana”: se comprueba una vez más la sabiduría del viejo refrán.

En su “lucha contra el mal”, sin embargo, Maduro no descansa: culpa ahora a WhatsApp de ser el canal que se usa para amenazar a militares y policías, y pide a los venezolanos que lo desinstalen en sus teléfonos. Una especie de boicot cívico de improbable cumplimiento: ¿quién renunciaría a sus beneficios?. Y aunque el poder llegara al extremo de prohibirlo —solo Corea del Norte, Siria y China se atrevieron a tanto—, en algún momento los venezolanos encontrarían la manera de abrir otra vez una ventana en la pared. Es la naturaleza humana, amigo.

El WhatsApp affaire de Maduro se relaciona con algunos hechos que sucedieron los últimos días que dan material para la reflexión, por sus potenciales implicancias económicas, sociales y políticas:

  • Elon Musk se sube al ring. El dueño de X empezó por quitarle la insignia gris de “verificada” a la cuenta de Maduro: es el signo que suelen llevar las cuentas de los presidentes y las organizaciones gubernamentales o multilaterales. Una manera sutil de decirle que perdió la elección. Poco después, fiel a su estilo, Musk prefirió pasar a la confrontación explícita con mensajes inequívocos sobre el líder chavista, que no tardó en responderle con pareja elocuencia. Ambos sacaron su tajada: los seguidores del empresario celebraron su franqueza, y las huestes bolivarianas aplaudieron a quien todavía consideran su presidente. Pelea por una red social.
  • Fallo contra Google. “La compañía ha violado la ley antimonopolio de los Estados Unidos con su negocio de búsqueda”, dijo el juez Amit Mehta en su dictamen de este lunes. Se descuenta que Google va a apelar antes de que se haga efectiva la sentencia, cuyas consecuencias todavía no se conocen. Podría ser una penalidad económica, la obligación de ofrecer un menú de opciones de buscadores en la página de inicio, o incluso el improbable extremo de dividir la compañía (como el fallo histórico de Bell Company). Por su parte, el gobierno de Joe Biden celebró la sentencia en un año electoral, con la opinión pública más polarizada que nunca. Pelea por un buscador de Internet.
  • Fabiola pasa al ataque. En el marco de la investigación a Alberto Fernández por la supuesta contratación irregular de seguros, el juez Julián Ercolini tuvo acceso al teléfono de María Cantero, secretaria del ex Presidente. Ahí aparecen intercambios de mensajes de WhatsApp entre Cantero y Fabiola Yáñez que probarían los delitos de violencia física e intimidación de Fernández contra su ex mujer. Ella ahora hace la denuncia y Fernández tiene que salir a defenderse y queda con prohibición de salir del país. Sobre llovido, mojado: causa de los seguros y violencia de género. Pelea conyugal con WhatsApp de nuevo en la escena, esta vez como posible medio de prueba de un delito.

Hasta no hace muchos años, se discutía sobre lo que pasaba en la vida real. Hoy, buena parte de las disputas son sobre hechos o dichos que, al final, están cifrados en ceros y unos. Los poderosos y la gente común, de a poco, lo van entendiendo: la resistencia venezolana y Maduro, Google y el juez Mehta, Alberto y Fabiola… todos se juegan su futuro en el mundo digital. Como si fuera un capítulo de Black Mirror.

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Tres preguntas a Moisés Naím. Es un periodista y escritor venezolano. Fue Ministro de Industria y Comercio, director del Banco Central de Venezuela durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y Director Ejecutivo del Banco Mundial

—¿Qué formas te parece que adopta el populismo?

—El populismo no es ni de izquierda ni de derecha, puede ser verde o negacionista del cambio climático, por ejemplo. Lo que a mí me importa más es si va hacia la democracia o si tiende a la autocracia y a la permanencia del mismo equipo o el mismo líder en el poder. Porque el populismo, la polarización y la posverdad pueden ser de todos los colores, pero lo que más me interesa es que no vayan a hacer las trampas, travesuras, farsas que se utilizan para perpetuarse en el poder. Muchas veces lo hacen a escondidas, se presentan como demócratas, pero realmente son autócratas. Esa es la gran batalla: desenmascarar a los autócratas e impedir que continúen. Yo escribí en una de mis columnas que mucho más peligroso que el populismo es el continuismo. O sea, los que se encaraman en el poder y ya no los sacan más nunca: Nicolás Maduro, Viktor Orbán, etc. Eso es lo que creo que es importante destacar: la propensión autoritaria o democrática del gobierno o del régimen del cual estemos hablando.

—¿Cómo ves el rol de China en el tablero internacional?

—La relación bilateral más importante del mundo, y probablemente de la historia, es la de China y los Estados Unidos, que están enfrascados en una rivalidad en la cual a China todavía le falta mucho para llegar a tener las capacidades que tiene Estados Unidos, pero va en esa dirección, y en algún momento llegarán a la paridad de recursos y capacidades bélicas. La pregunta es qué van a hacer con eso. Hay áreas en las que están condenados a competir, pero también a colaborar. El cambio climático, por ejemplo, no lo puede resolver nadie sin la presencia de estos dos. Nadie actuando a solas puede resolver el problema. Se puede atenuar, se puede disminuir… Pero es solo uno de la larga lista de retos que hay hoy en la humanidad que no pueden ser resueltos por un país actuando solo. Hace falta la concertación, coordinación, sincronización, de varios países —quizá no 190 países como los que hay en la ONU—, pero sí los principales, que tienen que estar de acuerdo para que algo suceda. Y hasta ahora eso no está pasando. Pero hay la esperanza de que, ante lo que viene, que es tan amenazante, aparezcan esas capacidades de coordinación y de multilateralismo que ahora están enterradas.

—¿Qué opinión te merecen los problemas migratorios?

—La migración en estos tiempos es un problema espinoso que no tiene solución. Lo que tiene son alivios pequeños. Si Estados Unidos abre todas las puertas a los inmigrantes, va a tener varios millones de personas de todo el mundo caminando, nadando y volando a los Estados Unidos. Y si les cierra completamente tampoco va a funcionar. Este es uno de esos problemas que no puede ser solucionado por ningún país actuando solo. Los Estados Unidos tiene que concertar con la Unión Europea, pero también con los países centroamericanos, por ejemplo. No hay soluciones mágicas, pero sí hay paliativos. Se podría pensar en un gran plan de apoyo a Centroamérica, donde empiecen a aparecer empleos, posibilidades de progreso, donde la violencia no sea un factor determinante de la vida de la gente. Este plan no es la solución final y es defectuoso, pero es lo que hay y lo que se puede hacer. Pero hay que entender que necesita coordinación internacional y de eso hay muy poco. Otro tema al que prestarle atención es la migración venezolana. La población de ese país ha estado tan asediada durante tantos años que el flujo migratorio ha sido enorme: entre siete y ocho millones de personas. Estamos hablando de una de las migraciones más numerosas que hay en estos tiempos en el planeta.

Las tres preguntas a Moisés Naím se tomaron de la entrevista hecha por Mariana Toro Nader, publicada recientemente por Ethic. Para acceder a la conversación completa podés hacer click acá.

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Recomendaciones woke. El universo woke se pregunta cómo reaccionar ante la resistencia que le ofrece ahora el woke capitalism, esa especie de contrarreforma que aparece siempre que surge una reforma. Este artículo de Philip Mirvis, ya referido en otra ocasión, ensaya una serie de recomendaciones prácticas para el mundo corporativo: 1) ser estratégicos, evaluando si el tema es relevante para el negocio y si se alinea o no con los intereses de los principales stakeholders; 2) ser auténticos, considerando la historia de la compañía en torno al tema y qué hace actualmente; 3) ser responsables, analizando la honestidad e integridad con que la organización enfoca el tema; y 4) ser efectivos, implementando consistentemente medidas concretas y medibles. O sea, tomárselo en serio o, si no, esperar al siguiente tren.

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Academia. El tema ya generó desarrollos teóricos. El libro Woke Capitalism: How Corporate Morality is Sabotaging Democracy, de Carl Rhodes, plantea que hay dos perspectivas dominantes: por un lado, los que sostienen que el movimiento woke es una amenaza peligrosa para el capitalismo porque desvía su atención de su función central: la de generar riqueza; por el otro, la versión que sostiene que las compañías pueden y deben hacer contribuciones importantes a cuestiones sociales apremiantes. Rhodes ofrece una tercera perspectiva: si a las empresas se les asigna un rol social tan relevante, se corre el riesgo de expandir su poder hasta límites peligrosos, ocupando espacios que deberían corresponder a las ONG o al Estado. Un debate interesante, por las consecuencias prácticas que plantea.

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Oportunidades laborales

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

Con apoyo de

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* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *