Cómo la medida que dispone la creación de espacios de cuidado cambiará la vida de madres que hoy hacen "malabares inimaginables"- RED/ACCIÓN

Cómo la medida que dispone la creación de espacios de cuidado cambiará la vida de madres que hoy hacen "malabares inimaginables"

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

A fines de marzo el Gobierno reglamentó una ley pendiente desde hace más de 40 años por la cual las empresas con más de 100 personas empleadas deberán ofrecer espacios de cuidado para bebés, niños y niñas. A la medida deberán adaptarse unas 9.000 compañías, según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo. Lectoras y lectores de RED/ACCIÓN cuentan las complicaciones que implica hoy cuidar y a la vez desempeñar un trabajo remunerado. ¿Qué grupos serán los más beneficiados por la medida? ¿Cómo debería implementarse?

Cómo la medida que dispone la creación de espacios de cuidado cambiará la vida de madres que hoy hacen "malabares inimaginables"

Imagen: Julieta De la Cal

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Compatibilizar las tareas de cuidado con las responsabilidades que implica un trabajo remunerado es, si no el mayor, uno de los más grandes desafíos que trae tener hijos e hijas. Los horarios, las distancias, la necesidad de una red de personas cercanas para que ayuden en el cuidado o de disponer de los recursos económicos para contratar ayuda externa son cuestiones que madres y padres enfrentan en lo cotidiano. La pandemia dejó expuestas las desigualdades ya percibidas en las tareas de cuidado, demostrando que las mujeres dedican el doble de tiempo al trabajo de cuidado con respecto a los varones y enfrentan más obstáculos para ingresar, permanecer y crecer en espacios laborales. 

El regreso a las oficinas, en muchos casos, agudizó las complejidades en las tareas de cuidados, aunque —en contra de lo que muchas veces se cree— sea afuera o adentro de casa, trabajar y cuidar a la vez es prácticamente imposible. Sobre todo cuando se trata de niños y niñas pequeñas.

La organización para cumplir con todas las responsabilidades que implica criar y trabajar obliga a hacer “malabares de todo tipo y color… Algunos inimaginables para muchos”, dice una lectora de RED/ACCIÓN. “Contratar ayuda para la crianza”; “correr y correr. Hacer postas en equipo”; recurrir a “niñera por cinco horas y división entre mamá y papá”; “nos turnamos para trabajar y cuidar”; “jardín maternal desde los 8 meses, jornada completa… ¡un dineral!”; “abuelos, niñeras y licencia sin goce de haberes”; “el nene va al jardín 4 horas al día y en ese tiempo se hacen la mayor cantidad de malabares posibles”; “malabares hay que hacer, los jefes la verdad que cero empatía. Es muy frustrante”, nos dijeron por Instagram otros padres y madres que trabajan de manera remunerada sobre cómo compaginan trabajo pago y tareas de cuidado.

A otras mujeres, la desigualdad en la división de las tareas y en los salarios percibidos respecto a sus compañeros varones las llevaron, directamente, a dejar sus puestos y resignar o al menos postergar la profesión.

A la vez, quienes cuidan a los niños y niñas de las madres y padres que trabajan en forma remunerada son, en su mayoría, mujeres: “Tengo una gran madre que es una gran abuela”; “Tía niñera algunas mañanas”; “Escuela, jardín maternal, cuidadora y abuela”; “Para ir presencial es mi vieja quien se queda con él”; “Niñera”, “Además del jardín maternal, abuelas y tíos según el momento”, dijo nuestra comunidad cuando preguntamos a qué personas recurrían para poder hacer su trabajo pago.

Respuestas de lectores y lectoras enviadas por Instagram.

Espacios de cuidado

En este contexto, la última semana de marzo se conoció una noticia que, sin dudas, implica una conquista histórica en el camino hacia la igualdad de género y una división más justa de las tareas de cuidado y podría empezar a cambiar esta situación: se reglamentó un artículo pendiente de la Ley de Contrato de Trabajo que establece que las empresas con más de 100 empleados y empleadas, contratados en cualquier modalidad (presencial o teletrabajo), deberán ofrecer espacios de cuidado para bebés a partir de los 45 días y niños y niñas de hasta tres años. 

“Sin dudas, la organización social de los cuidados se ha instalado en la agenda pública en la actualidad, pero es una demanda histórica de las mujeres trabajadoras, sindicalistas y de los feminismos de nuestro país que han venido a discutir el statu quo y plantear transformaciones de fondo. Es una medida efectiva que acorta la brecha de desigualdad en el mundo laboral, despejando discriminaciones por el solo hecho de maternar”, dice desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad Marcela Cortiellas Córdoba, Directora Nacional de Articulación de Políticas Integrales de Igualdad.

“Más allá del fallo —continúa—, desde el Estado Nacional se venía debatiendo y pensando en políticas concretas para un Sistema Integral de Cuidados con perspectiva de género a través de la Mesa Interministerial de Cuidados, donde articulan distintos Ministerios y organismos del Ejecutivo y hay una fuerte voluntad política de avanzar en este sentido”.

Desde el sector empresarial, o al menos desde un sector de mujeres empresarias, la medida fue muy celebrada aunque, señalan, no se la esperaban: “El artículo 179 de la Ley N° 20.744 de Contrato de Trabajo está escrito hace 48 años, exactamente. Ahí decía que las empresas debían tener guarderías, e iba a ser reglamentado por el Poder Ejecutivo y eso nunca sucedió. En aquel momento hablaba solo de empleadas mujeres, por el tiempo histórico. La Corte Suprema, en el año 2021, intimó al Poder Ejecutivo a que reglamentara esto que nunca se había reglamentado y así salió el decreto 144/2022, que no fue muy consensuado ni muy debatido con las empresas, ni con los sindicatos. Por lo menos a la parte gremial empresaria nos tomó por sorpresa después de tanto tiempo, pero obvio que fue muy festejado por el sector”, cuenta Elisabet Piacentini, presidenta de la Secretaría de Mujeres Empresarias de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (FECOBA).

Piacentini dice que la medida va a ayudar a que las mujeres que se convierten en madres conserven sus puestos de trabajo, algo que “a veces no es fácil”. “El año pasado, cuando fue el retorno a las oficinas, lo llamamos ‘el año de las grandes renuncias’. Fue la gran renuncia en el mundo entero. Sobre todo renunciaron muchas mujeres después de que se tuvieron que quedar en sus casas por no poder empezar nuevamente con la organización del hogar y los chicos. Entonces hubo mucha falta de recursos humanos calificados, de la mujer que trabajó en empresas un montón de años y que ahora no puede ir a trabajar porque no tiene dónde dejar a sus hijos. Esto es realmente un paso para recuperar todo ese recurso humano y para que la mujer no pierda sus años de crecimiento en la profesión, en su trabajo, en su carrera dentro de la empresa”, asegura.

Cómo debería implementarse

A partir de que el decreto entró en vigencia el mes pasado, las empresas tienen un año para implementar y acondicionar los espacios de cuidado. Según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo, informa Cortiellas Córdoba, “el número de empresas que deberían adecuarse a esta medida alcanza a casi 9.000”. 

Según la reglamentación, las compañías deben erigir los espacios de cuidado en sus establecimientos y aquellas que compartan predios como parques industriales o estén a menos de dos kilómetros entre sí, podrán desarrollarlos de forma consorcial dentro de ese radio. En el caso de que las empresas alcanzadas por la norma no ofrezcan este espacio, deberán pagar a sus empleados y empleadas una suma no remunerativa a modo de reintegro de los gastos vinculados al cuidado de sus hijas e hijos. Este monto no podrá ser menor al 40% del salario mensual correspondiente a una empleada o empleado registrado en la categoría “Asistencia y Cuidados de Personas” o al monto que se invierta en esto, si es inferior al establecido.   

“Más allá de la reglamentación, el Estado acompañará activamente este proceso. Esta es una ley que tiene más de 40 años y ha llegado el momento de su implementación total, no se trata de voluntades sino de una norma que debe ser cumplida y creemos que el sector empresarial entiende que esta medida garantiza derechos no solo para las infancias sino para las personas que trabajan y eligen la mapaternidad. Y si bien en muchos convenios colectivos de trabajo se han conquistado derechos en cuanto al reconocimiento monetario destinado a las tareas de cuidado, son insuficientes para cubrir el verdadero costo del mismo y para la universalización de esta medida en el mundo del trabajo. Por eso, la reglamentación y la exigibilidad resulta vital para este tema”, explica Cortiellas Córdoba.

Piacentini cree que, aunque algunas empresas quizás opten por pagarle a su personal, es mediante los espacios de cuidado que se puede “recuperar a las mujeres que no pueden ir a trabajar cuando tienen sus bebés o que necesitan licencias o renuncian. El objetivo es encontrar a estas mujeres y decirles ‘vengan, dejen a sus niños en sus mismos lugares de trabajo’. Para una mujer es maravilloso ir a trabajar y dejar a su hijo ahí, porque lo que hacen ahora son malabares: van, dejan a los chicos en una guardería en el barrio o buscan una cerca del lugar de trabajo, de ahí salen corriendo a sus oficinas. Están corriendo todo el tiempo, en invierno corren con los chicos y el frío, con la lluvia… y eso lo sufre el niño y lo sufre la madre”.

Piacentini también analiza la mirada de las empresas que a partir de esta norma deberán generar y acondicionar un espacio para ofrecer y contratar personal capacitado para cuidar a los bebés, niños y niñas y concluye que aún hay mucho por definir: “Hay que ver qué calificación van a tener las cuidadoras, bajo qué sindicato van a estar. Todavía las empresas no saben cómo se va a ejecutar esto”.  Lo que sí pueden hacer las compañías, explica, es subcontratar a una guardería o a un jardín cercano, de ese modo no deberían encargarse ellos de las contrataciones del personal. Esta opción también brindaría otra posibilidad de ingresos para los jardines y guarderías y, en caso de que ya existiera uno cerca de una empresa donde los empleados envían a sus hijos e hijas, no se vería perjudicado ante la obligación de que exista uno diferente dentro del establecimiento laboral.

“En los Parques Industriales quizás sea un poco más fácil de ejecutar porque está la opción de tener una guardería dentro y hay más espacio. Ahí a la trabajadora le va a venir muy bien porque llega a esos lugares inmensos, los chicos están allí y los puede retirar rápido cuando sale. Me parece que en ese ámbito es donde más vamos a empezar a ver el beneficio y donde se podría implementar más rápido. Y después están las mujeres que tienen el trabajo más difícil, el de la fábrica, que viven en barrios más vulnerables, más alejados, donde no hay guarderías en absoluto, donde si no contás con que te los cuide tu mamá no hay ninguna posibilidad. Esto para ellas realmente va a ser muy importante, para que puedan tener esa independencia económica que tanto necesitamos que tengan las mujeres”.

Qué impacto puede tener una medida como esta

“Ayudará a que trabajadores puedan ir con sus hijos hasta el trabajo y verlos de vez en cuando”; “Es clave poder llevar al bebé con uno a trabajar”; “Trabajás más tranquilo sabiendo que hay un lugar seguro para dejar a tu hijo”; “Favorecerá la organización de tiempos de mamás y papás”, dijeron lectores y lectoras de RED/ACCIÓN.

Incluir a más mujeres en el mercado laboral, que las que estaban insertas puedan permanecer y crecer y hacer más equitativa y justa la organización de las tareas de cuidado son las consecuencias directas de esta medida.

Respuestas de lectores y lectoras enviadas por Instagram.

“Lo importante de esta reglamentación es que está pensada no solo para mujeres trabajadoras sino para toda persona que trabaje independientemente de su identidad de género. No solo es asunto de las madres, aquí se pone en discusión la corresponsabilidad de los cuidados, la importancia de su reconocimiento y la democratización de los mismos”, agrega Cortiellas Córdoba. “Además, como decimos desde los feminismos, muchos años hemos llamado amor a un trabajo que debe ser reconocido y remunerado y hoy a esa tarea la ponemos en valor. Este trabajo que se distribuye de manera desigual significa un 16% de nuestro PBI, que durante la pandemia de la COVID-19 escaló al 21%. Hoy existe una necesidad y ahí debe nacer un derecho que el Estado debe garantizar”.

La funcionaria asume que es el Estado el que debe actuar “no solo con medidas de reparación sino que tengan un impacto real y ayuden a acortar las brechas de desigualdad estructurales por motivos de género. Entendiendo que esto puede ser un círculo virtuoso que dinamice la economía, generando más empleos y más oportunidades”.

En definitiva, como afirma otra de nuestras lectoras, “si las empresas adhieren, sin duda será una GRAN conquista”.