— ¿Cuánto se avanzó en los últimos años en relación a la concientización de la sociedad sobre donación de órganos y trasplante?
— Desde hace años asistimos a un avance en el proceso de concientización que encontró su máxima expresión con la difusión del caso de Justina y culminó con la sanción de la ley. Sin embargo, concientizar implica una estrategia coordinada de los múltiples actores que intervienen en la procuración y el trasplante. En ese aspecto, aún queda mucho por avanzar.
—¿Por qué?
—Porque esto abarca organismos oficiales, la comunidad científica, los propios pacientes y referentes de la sociedad, para que la concientización no se centre en la sensibilidad que despierta un caso particular, sino que obedezca un proceso de educación, a información clara y a la persistencia del mensaje en el tiempo.
— ¿Qué mecanismos creés que faltan aceitarse entre organismos de salud y del Estado, y la sociedad, para mejorar los procesos de donación y trasplante?
— La procuración y el trasplante dependen de un proceso común de estrategias de prevención e intervención que deben surgir de la interacción de todos los actores involucrados, de salud, organismos oficiales, ONGs vinculadas y sociedades científicas, debiendo trabajarse activamente en diversas áreas y cuestiones pendientes que abarcan al menos tres ejes fundamentales: 1) generación de políticas públicas de educación en los diversos niveles; 2) estrategias para el estímulo de la investigación en el área del trasplante y la procuración y 3) el empoderamiento de los pacientes en lista y trasplantados. Todas áreas en las q hay mucho trabajo por delante.
— ¿Cuánto dirías que complicó la pandemia los procesos de donación y trasplante de órganos?
— La procuración y el trasplante no podían ser ajenos a las complicaciones que trajo a todos los ámbitos de nuestra vida el inicio de la pandemia. El mundo entero detuvo casi por completo la actividad trasplantológica en los inicios de la pandemia, ya que los donantes se encuentran en las terapias intensivas donde se concentraban los pacientes covid positivos y el riesgo para los pacientes en espera y los equipos médicos que debían conseguir los órganos eran muy altos. Sin embargo, desde el principio, gracias a la acción coordinada y rápida entre la Sociedad Argentina de Trasplantes, la Sociedad Argentina de Infectología y el INCUCAI se elaboraron protocolos para minimizar dichos riesgos. Ello permitió, que aun cayendo sensiblemente, ¡los trasplantes nunca se pararon, algo que implicó un soplo de esperanza para los miles de pacientes que esperaban!
—¿Estamos en niveles de trasplante prepandemia o todavía falta?
—Asistimos a una franca reactivación en el número de procesos de donación y trasplante, aunque aún es temprano para valorar si hemos vuelto a los niveles pre pandemia. Debemos considerar que antes del inicio de la pandemia la procuración y el trasplante habían alcanzado niveles récord, que todavía no nos ponían a la altura de donde debiéramos llegar, pero marcaban un notorio progreso. Habrá que ver si este crecimiento del número actual de trasplantes se mantiene, ya que en buena parte dependemos de la evolución de la circulación viral y el curso de la pandemia, que aún no podemos predecir a ciencia cierta.