La suspensión del partido entre River y Boca, provocada por los hechos de violencia sucedidos el sábado, fue un triste espejo en el que mirarnos. Es lógico pensar como sociedad que el problema es profundo y que nace desde el mismo corazón de lo que somos. Así nos vemos y así nos ven, sobre todo en un día en el que todo el mundo estaba viéndonos.
La situación amerita la tristeza y la reflexión. Las acciones de esos 50 inadaptados golpearon de un modo u otro a todo el país. Tal vez, en momentos como este sea válido recordar las muchas otras cosas que también nos definen. Lo escribí el domingo apenas supe de la segunda suspensión, y lo comparto ahora: la Argentina somos los 18.000.000 de trabajadores que van a trabajar cada día, los 12.000.000 de chicos que van diariamente a estudiar, y los 150.000 docentes que van a enseñar.
También somos nosotros las 10.000 médicas y médicos que cada día salen a sanar y a curar, los 200.000 artistas que comparten su arte, los 40.000 bomberos que cada día salvan vidas y las 2.000 personas que hoy van a donar sangre. Somos las 6.000.000 de madres que hoy abrazan a su familia, y los 65.000 espectadores que fueron al estadio y volvieron a casa pacíficamente. Todos ellos, también somos nosotros. Que la tristeza no nos confunda: los 43.000.000 que construyen la Argentina que soñamos… esos, también somos nosotros.
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