En medio de un mundo hiperdigitalizado, Ana Navajas (49 años), Adriana Riva (43) y Natalia Rozenblum (39) apostaron al papel. Así, en noviembre del año pasado, lanzaron el primer número de una revista literaria: El gran cuaderno. Y en febrero de este año, el segundo.
“Surgió de las ganas de hacer algo entre amigos y del deseo de volver a la materialidad. Nos interesaba recuperar el formato de revista que leíamos antes y poder convocar a autores y artistas que nos movilicen”, comenta Navajas, quien junto con sus dos colegas, además de fundar la publicación, se encarga de editarla.
El gran cuaderno tiene como objetivo convocar artistas y autores de Latinoamérica para difundir sus voces. Si bien puede definirse como una revista literaria, conversa con muchas dimensiones del arte: desde poemas, ensayos, fragmentos, cuentos hasta fotografía, diseño, ilustración. Abre su agenda, une varias formas de la expresión humana y las pone en conjunto dentro de un —gran— cuaderno.
“Buscamos textos, fotos e ilustraciones que, ante todo, nos conmuevan. Esto puede ocurrir por la frescura, el lenguaje, la mirada, el foco o la temática. Dentro de lo posible, además, priorizamos material inédito, tanto de artistas consagrados como de desconocidos”, asegura Navajas.
Además, la revista se destaca por su diseño. Su responsable es Santiago Goria, quien busca retratar un cuaderno de anotaciones pero que ya está escrito y que ofrece un contenido único para el lector. El diseñador encuentra la manera de borrar la idea del papel viejo y unidireccional y lo convierte en un papel interactivo y moderno.
Reivindicar al papel
La apuesta de El gran cuaderno es la elección del papel. Un medio que ha sido opacado por la tecnología y que, para muchos, ha quedado en la década pasada. ¿La oferta instantánea y veloz de los nuevos dispositivos como el Kindle, tablets o smartphones desluce el hábito de la revista en mano?
Eso parece. La encuesta Cómo leemos 2020 establece que solo el 34% de los argentinos eligen el papel como formato predeterminado. El porcentaje se explica, principalmente, porque los precios de los libros están muy altos y porque los formatos digitales son más fáciles de movilizar.
“Nosotras todavía leemos en papel y creemos que la relación es distinta”, reflexiona Navajas. “Tocar, resaltar anotar. Incluso doblar y guardar entre las cosas que nos importan y que después se buscan, no entre miles de archivos, sino como un tesoro”, profundiza. Sus hipótesis y deseos no estaban errados: el primer número se agotó en tres meses. La autora afirma que le sorprendió la convocatoria que tuvieron y concluye que el papel sigue convocando a tanto lectores como autores de la misma manera.
La segunda edición va en igual dirección. Este número, a diferencia del pasado, incluye un repertorio de autores con más diversidad de nacionalidades. Mientras que en la primera edición había firmas principalmente de Argentina, en esta se destacan: Carolina Sanín — escritora colombiana—, Marília Garcia —poeta brasilera—, Dani Umpi —músico uruguayo—, Jazmina Barrera —escritora mexicana—, Ignacio Coló —fotógrafo argentino—.
Para Navajas, el interés que percibe de los lectores denota que la literatura no se extinguió, sino que está más viva que nunca. “Cada vez hay más gente que quiere escribir y por ende leer”, analiza. Y agrega otro dato: “Pienso en el furor de los talleres literarios: la efervescencia que hay en Buenos Aires, la cantidad de propuestas y de gente interesada crece”.
“Se terminan los cuadernos y se termina todo”, dijo el exescritor argentino Ricardo Piglia. Esta fue la frase que eligieron las tres autoras para concluir cada número de la revista. De esta forma sellan su insignia de mantener vivo el material, el contacto humano, el recuerdo de una experiencia y, por sobre todo, las voces de la literatura.
Si querés conocer más o recibir la última edición de El gran cuaderno, podés hacer click acá (se hacen envíos a toda la Argentina).