En sintonía con el consumo consciente, Precycle, en Nueva York, y La Quemisterie, en Palermo, son dos negocios que venden sus productos sin packaging o con envases reutilizables. Como emergente de la economía circular, proponen al mismo tiempo reducir residuos y un estilo de consumo responsable.
Las tiendas “sin packaging” surgen ante una realidad alarmante: cada año arrojamos ocho millones de toneladas de plástico a los océanos. Si no modificamos la situación, para 2050 esos océanos tendrán más plásticos que peces. Las cifras de Naciones Unidas evidencian una falla en la gestión de residuos, pero también la necesidad de un cambio de paradigma en la producción y el consumo.
¿Por qué vender un nuevo envase con cereales o shampoo cuando se puede recargar uno usado? ¿Por qué comprar una botella con agua cada día, cuando podemos recargar una de acero inoxidable que dure para siempre?
El concepto “sin packaging” parece responder a una lógica racional, esa que guía un nuevo concepto de economía: la circular. Las tiendas cumplen un doble objetivo: brindar una oferta de productos más amigable con el ambiente, pero sobre todo promover un estilo de vida libre de envases y descartables en cada persona que abre sus puertas.
De Nueva York…
Katerina Bogatireva nos saluda con una sonrisa al ingresar a Precycle. Inmediatamente, realiza una pregunta: “¿Conocen el concepto de la tienda?”. El olor a nuevo se siente, los cereales componen una obra de arte en dispensers que invitan a recargar frascos enteros, las frutas están libremente “desnudas” de todo papel film o bandeja plástica. Bogatireva recibe a cada cliente de la misma manera. Allí lo que se ofrece no es sólo un producto, sino además experimentar un nuevo paradigma.
Precycle abrió sus puertas en el frío diciembre pasado en el barrio de Bushwick en Brooklyn, Nueva York. ¿Por qué surgió? “Quise consumir con conciencia, sin packaging ni plásticos; y fue muy difícil lograrlo. Me di cuenta que quería abrir una tienda a la cual a mí me gustaría ir a comprar y promover este comportamiento de consumo en otras personas”, nos cuenta.
Originaria de Letonia en la era de la Unión Soviética, Bogatireva vivió en carne propia la necesidad de valorar y no desperdiciar los alimentos. Al llegar a Nueva York, se encontró con un mundo de abundancia y desperdicio constante. Un interrogante de su hijo fue el inicio del proyecto: “Mamá, ¿sabes cuánto tiempo permanecerá el plástico en el relleno sanitario?”.
Con formación en marketing y negocios, decidió dar vida a esta tienda centrada en la alimentación. Su lema la define: “Sólo comida, sin packaging”. Cada uno puede llevar su frasco o envase de vidrio y rellenarlo con harina, arroz, cereales, fideos, legumbres. Cada uno puede tomar las peras, los limones, las paltas y colocarlos en su bolsa reutilizable. De la tienda a la bolsa, sin packaging como intermediario, sin la necesidad de generar un residuo innecesario.
Siguiendo una lógica sustentable, los productos tienen dos características distintivas: son orgánicos, es decir, libre de pesticidas, fertilizantes o sustancias sintéticas; y son elaborados localmente en suelo norteamericano, es decir que se reduce su huella de impacto ambiental al, por ejemplo, generar menos emisiones contaminantes en transporte.
Precycle ayuda en otro problema ambiental en agenda: la comida que tiramos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se desperdicia 1/3 de todos los alimentos que se producen alrededor del mundo cada año. La compra a granel facilita que cada consumidor se lleve sólo lo necesario: sin packaging, sin intermediarios, sin excesos que terminan en la basura.
…a Buenos Aires
Al llegar de Nueva York, parecía inevitable preguntarse por un concepto de negocio similar en Buenos Aires. Caminando por la calle Jorge Newbery, en Palermo, se encuentra la respuesta: La Quemisterie. Una propuesta original de productos de ambientación y limpieza a través del sistema de refill (o recarga).
Graciela Oblitas, Daniela Nobili e Inés Abbiati son las protagonistas detrás de esta tienda. Química, editora y profesora, respectivamente. Tres amigas que encontraron el momento oportuno para dar apertura a la tienda en el barrio porteño de Las Cañitas hace dos años. “No existía algo así en Buenos Aires y éramos conscientes de la cantidad de residuos que generan los envases. Decidimos emprender y crear nuestra propia estación de recarga y que sea de productos de consumo masivo para generar más impacto positivo”, nos cuentan.
Al igual que Bogatireva, ellas reciben a diario a todo cliente y le explican los motivos detrás del proyecto y de cada aromatizador, detergente, limpiador, jabón para la ropa, suavizante, jabón y crema de mano. ¿Cómo funciona la propuesta? La primera vez uno compra el envase de, por ejemplo, jabón para la ropa de la fragancia a gusto. Cuando se termina, se regresa a la tienda para volver a llenarlo en la estación de recarga -iluminada con tecnología LED- y sólo se pagará por el contenido, no por el envase. Un plus: si ya se cuenta con uno de otra marca, La Quemisterie lo recepciona para enviarlo a reciclaje y no se cobra por el nuevo envase. Las emprendedoras explican que es necesario que el proceso se mantenga con el material diseñado para garantizar el estándar de calidad y control.
Conscientes de la importancia de la sustentabilidad en el ADN del negocio, no sólo se busca reducir la cantidad de residuos generados, sino que también los distintos productos son de elaboración propia, biodegradables, sin ingredientes contaminantes y con fragancias no testeadas en animales. Como química, Oblitas se ocupa de la ingeniería para que luego la producción se realice localmente en el país.
Una tendencia en alza, un nuevo modelo económico
En Holanda, Ekoplaza inauguró el primer pasillo de supermercado libre de plásticos. En Alemania, Unverpackt se presenta como el primer supermercado libre de packaging. La tendencia se expande alrededor del mundo como ejemplo exitoso de la economía circular. Aquella que la Fundación Ellen MacArthur define como un modelo reparador y regenerativo que busca que los productos mantengan su utilidad y valor en todo momento, optimizando el uso de recursos y minimizando los riesgos.
“Es una tendencia que no se detiene y que responde a dos necesidades existentes: la del consumidor y la del productor -explica Petar Ostojic, referente en economía circular y CEO del Centro de Innovación y Economía Circular (CIEC) en América Latina- El 92% de los consumidores prefiere productos que sean sostenibles. Por un lado, hay una exigencia y transformación del consumidor. Por otro, la economía circular pasó de ser un tema desconocido a estar en el interés de los directivos de empresas”.
Las emprendedoras norteamericanas y argentinas coinciden en que la mayoría de los consumidores se acercan a sus tiendas conscientes de la problemática ambiental y comprometidos con aportar un cambio. Como profesora, Abbiati considera que siempre se está “educando” al consumidor para que aproveche el sistema circular de la forma más eficiente posible. Pero también, se forma a proveedores para que comprendan el nuevo paradigma de ganancia a largo plazo. “No somos comerciantes, buscamos educar y generar un impacto positivo”, asegura.
“El 53% de las personas está dispuesto a pagar más por un producto que es sostenible”, argumenta Ostojic. El costo por packaging o material reutilizable se realiza una vez. La inversión inicial luego se capitaliza con una reducción al largo plazo. Las tres amigas aseguran que, incluso en el complejo contexto de la economía argentina, el negocio mantiene una línea de crecimiento.
Mientras que Chile hizo historia recientemente como el primer país latinoamericano en prohibir la entrega de bolsas plásticas en todo su territorio, Bogatireva ansía que eso ocurra en el país del Norte. Mientras, no se queda de brazos cruzados e invita a que otros tampoco lo hagan: “Como consumidores podemos hacer una diferencia porque en cada acto de compra estamos emitiendo un voto. Tenemos que multiplicarnos y expandir esta cultura de consumo consciente”. Para Ostojic, “el gran desafío de la economía circular es cultural y los cambios ya son inevitables”. Frente al actual modelo de una economía lineal del comprar-tirar-comprar, estas tiendas ya muestran la fórmula del éxito: comprar-no tirar-recargar.