Subir al submarino Titán o volar al espacio: ¿Cuánto sale y cómo es el turismo de elite? - RED/ACCIÓN

Subir al submarino Titán o volar al espacio: ¿Cuánto sale y cómo es el turismo de elite?

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Los viajes al espacio y a las profundidades de los océanos, como el de los turistas que fueron a explorar los restos del ‘Titanic’, son una tendencia minoritaria. En el llamado turismo de élite los precios de este tipo de aventuras pueden ir de 50.000 a más de 50 millones de euros.

Subir al submarino Titán o volar al espacio: ¿Cuánto sale y cómo es el turismo de elite?

OceanGate Expeditions, conocido como Titan, solía visitar el lugar del naufragio del Titanic, pero algo falló.

El buque sumergible OceanGate Expeditions, conocido como Titan, solía visitar el lugar del naufragio del Titanic, pero algo falló. Se extravió y en estos momentos los equipos de rescate continúan la búsqueda del submarino en el que viajaban turistas multimillonarios como el británico Hamish Harding. Muchos se preguntan ¿De qué se tratan estos viajes? Salidas al espacio y a las profundidades de los océanos son una tendencia minoritaria, pero al alza en el llamado turismo de élite.

Tal como publica el diario El País, el mundo para algunos turistas no acaba en la superficie de la Tierra y están reservados para los pocos que pueden pagarlos —los precios de este tipo de aventuras pueden ir de 50.000 a más de 50 millones de euros— y que, además, están dispuestos a aceptar algunos riesgos.

Sumergirse a ver los restos del emblemático Titanic cuesta 250.000 dólares, según OceanGate, la empresa que lo comercializa. El viaje dura siete días, pero el momento clave es el de la inmersión: son unas ocho horas (dos horas y media de bajada, tres horas en el fondo marino y otras dos horas y media de subida).

OceanGate Expeditions, conocido como Titan, solía visitar el lugar del naufragio del Titanic

Según promociona la compañía en su web, el viaje en su sumergible de fibra de carbono, con espacio para cinco personas, es “una oportunidad para salir de la vida cotidiana y descubrir algo verdaderamente extraordinario”.

El viajero busca experiencias, no solo por la aventura o el desafío personal, “sino también para lograr una meta y presumir de ello, mostrar lo que ha conseguido”, añade. A partir de ahí, depende del presupuesto: “El viaje es un básico en el que el común de los mortales puede elegir entre alguna que otra alternativa y los que tienen mucho dinero disfrutan de un catálogo cada vez más ilimitado”, opina José Serrano, profesor de la Universidad Europea de Canarias y experto en turismo en el diario El País.

En este mercado de las experiencias, el turismo submarino emerge como una nueva categoría. Uno de los proyectos presentados en los últimos años ha sido Proteus, una versión de la Estación Espacial Internacional subacuática ideada por el oceanógrafo francés Fabien Cousteau, nieto del divulgador Jacques Cousteau. Su objetivo es que esté dedicada a la investigación del fondo del mar, pero también podría haber visitas. Aunque no hay tarifas oficiales, se calcula que el precio de partida de una estancia (entre siete días y tres meses) podría rondar los 50.000 dólares.

En 2001 el multimillonario estadounidense Dennis Tito pagó 20 millones de dólares a la agencia espacial rusa Rocosmos por viajar al espacio.

Viajes espaciales de elite

Algunos millonarios también pagan cifras muy altas por visitar el espacio. Uno de los casos más conocidos es el de Oliver Daemen, un estudiante holandés que con solo 18 años se convirtió en julio de 2021 en la persona más joven en viajar al espacio. Voló junto al fundador de Amazon, Jeff Bezos, en el primer vuelo tripulado de la nave New Shepard, de la compañía Blue Origin.

Photo by MARIO TAMA / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP

Su padre pagó una cantidad no revelada para que su hijo experimentara la ingravidez y contemplara el horizonte curvo de la Tierra durante unos minutos. Oliver Daemen sustituyó a un multimillonario anónimo que compró el billete por 28 millones de dólares en una subasta benéfica y renunció alegando problemas de agenda.

Pocos meses después, en 2021, Rusia lanzó al multimillonario japonés Yusaku Maezawa y su asistente Yozo Hirano a la Estación Espacial Internacional, en un viaje que marcó el regreso de Moscú al mercado del turismo orbital por primera vez en 12 años.

“Creo que dentro de unos años (los vuelos espaciales) serán más accesibles. Nuestra tarea ahora consiste en demostrar que todos los obstáculos se pueden superar”, explicó Maezawa antes del vuelo. Muchas empresas libran una guerra por ver quién se queda con la porción de torta más grande de este nuevo mercado, mayoritariamente en fase experimental.

El multimillonario japonés Yusaku Maezawa, antes de viajar a la Estación Espacial Internacional, en diciembre de 2021. (GETTY)

World View es la más barata: 50.000 dólares por un vuelo en globo por la estratosfera. Virgin Galactic, del millonario Richard Branson, anunció hace unos días que empezará sus operaciones comerciales en unas semanas, tras 19 años de pruebas, accidentes y retos técnicos. Los viajes cuestan entre 450.000 dólares y 600.000 dólares.

Pero es Space X, de Elon Musk, la que tiene los precios más caros del mercado: su primer vuelo chárter privado salió de la Tierra en 2021 rumbo a la Estación Espacial Internacional. Cada uno de los tres viajeros pagó 55 millones de dólares por el viaje en cohete y el alojamiento, con todas las comidas incluidas.

“El turismo de experiencias vende, en muchos casos, autenticidad, algo único o de carácter local; puede ser para gente de más o menos presupuesto, y una parte es para una elite. Es una vertiente creciente, aunque creo que todavía no se ha desarrollado tanto como se esperaba”, opina Pablo Díaz, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta Catalunya (UOC).

Díaz pone como ejemplo las giras en helicóptero para conocer la gastronomía andaluza, por ejemplo, o la gente que reserva habitación para alojarse en una antigua cárcel. Es una nueva forma de desconexión. “La motivación del viaje ha ido cambiando”, añade Serrano. “Desde que se democratizaron los viajes, hay un tema de estatus, de diferenciarse de lo que hace la mayoría”, concluye.

La gente con elevado presupuesto busca experiencias únicas y elegidas por especialistas que conocen las últimas tendencias. Los más ricos, antes de iniciar sus vacaciones, pueden llegar a pagar decenas de miles de euros para que alguien elabore un lujoso plan de viaje, que puede incluir duras excursiones en un desierto para acabar en un oasis de lujo refrigerado.

Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN