“Excluyente”. Todos alguna vez nos sentimos intimidados o frustrados por ver esa palabra en los avisos de ofertas laborales. Cuando un requisito es calificado como excluyente, significa que quienes no cumplan con él no serán tenidos en cuenta en la búsqueda. La palabra en sí misma, que suele ser frecuente en las ofertas de trabajo, genera mucha frustración en las personas que están en plena búsqueda laboral.
Algunos por ser muy jóvenes y tener poca experiencia no logran dar el primer paso para encontrar un trabajo formal. Otros por ser "grandes” y experimentados tampoco pueden reinsertarse. Entonces, ¿para quienes están hechas las ofertas laborales que nos trae el mercado?
Con 24 años, mientras terminaba la tesina de grado de la carrera de Antropología Social, Facundo Olsson Saizar comenzó a buscar trabajo para sumar experiencia a su currículum. “Mandé más de 60 CV y muy pocas empresas respondieron. Cuando no tenés experiencia es muy difícil empezar. Ni siquiera esperaba encontrar un trabajo que me diera buen dinero”, señala Olsson Saizar.
La gran pregunta que se hacen muchos jóvenes es: “¿Cómo voy a tener experiencia si no me dan una oportunidad?”. Olsson Saizar dice: “Me frustraban los avisos que para tareas administrativas o back office pedían cinco años experiencia”.
El año pasado, Olsson Saizar detuvo la búsqueda y fue a probar suerte a Australia. Cuando estaba allá, la mamá de un amigo lo llamó y le propuso trabajar con ella. Ahora, ya de vuelta en Argentina, es analista de una consultora de sustentabilidad.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los jóvenes y en particular quienes tienen entre 18 y 24 años están entre los grupos más afectados por la crisis económica que generó el COVID-19. A nivel global, uno de cada seis jóvenes dejó de trabajar desde el brote del coronavirus. Además, los trabajadores de 18 a 24 años con experiencia laboral limitada tienen más probabilidades de perder sus trabajos.
“A nuestra edad las búsquedas laborales resultan muy excluyentes. Generalmente los requisitos implican experiencia laboral o abundantes formaciones, lo cual para los jóvenes supone limitaciones al momento de encontrarse en activa búsqueda laboral. Por este motivo, los jóvenes muchas veces nos vemos relegados, ya que las ofertas destinadas a nuestra edad muchas veces implican condiciones laborales de precariedad y con salarios muy bajos”, opina Selena Rolón, que tiene 19 años y se unió a la conversación sobre este tema por redes sociales.
“La desocupación juvenil aumentó significativamente hasta llegar a alrededor del 18% en el primer trimestre de 2020, dato que sube al 23,9% entre las mujeres de 14 a 29 años. De hecho, los datos del primer trimestre de 2020 muestran que las mujeres jóvenes fueron el grupo más afectado por el incipiente impacto de las restricciones impuestas en el marco de la pandemia de la COVID-19”, dice Christoph Ernst, especialista en empleo y desarrollo productivo de la OIT.
Las urgencias de las y los trabajadores informales durante la pandemia
Ludmila Efgenides se encuentra buscando trabajo porque se va a recibir pronto. “Habré leído 500 solicitudes, las que más odio son los que me ilusionan desde el título, pensando que se ajustan a mi perfil, pero apuntan a personas que están capacitadas para mil tareas y tienen experiencia de años”, comenta.
Según Ernst, la pandemia afecta más fuertemente a los jóvenes a través de dos canales. “En general en situación de crisis, son los primeros que pierden el empleo porque tienen menos seniority. Esta vez, el sector informal no sirve como amortiguador de la crisis. Por otro lado, los jóvenes están fuertemente presentes en puestos de trabajo con alto riesgo de contagio (delivery, servicios de salud, entre otros)”, explica. Un tercer punto a tener en cuenta es que el reclutamiento de nuevas personas (en un intento de mantener los puestos existentes) se frenó, lo que afecta principalmente a los jóvenes que entran en el mercado de trabajo.
“La búsqueda de trabajo formal fue un camino largo y difícil. Me encontré con muchas desilusiones y fracasos”. Así se expresa Aldana Neri, una joven de 26 años, al recordar cómo fue su experiencia a la hora de buscar su primer trabajo registrado. Ella comenzó a trabajar a los 17 años, pero tuvo empleos por temporadas, sin estabilidad. Fue niñera, pasó por una panadería y también trabajó en un taller textil.
En mayo de 2018, en medio de la búsqueda laboral, Neri se presentó en Fundación Forge para realizar un curso de auxiliar contable. "Forge promueve el empleo formal en el segmento joven. Además de formarlos y darles herramientas, les hacemos el link con empleadores de calidad”, comenta Silvana Muñoz, directora de alianzas estratégicas en Forge Argentina.
Después de pasar por el curso, Neri encontró una pasantía en PWC, una empresa de auditoría. “Arranqué en noviembre de 2018 y en marzo de 2019, cuando terminaba la pasantía, me dijeron que quedaba efectiva. Hace más de un año que tengo un trabajo formal”, dice Neri, que, además, ahora estudia la licenciatura en Administración.
Cuando Neri estaba buscando trabajo sentía que las puertas se le cerraban. “Cuando el mercado se achica, sentís que hay menos oportunidades. Pasé por muchas entrevistas y nunca entendía por qué no quedaba en el puesto. No te dicen por qué no te contratan”, reflexiona.
Ni muy joven, ni muy viejo...
Como advertí al principio de la nota, la inclusión laboral no es un problema que enfrentan solo los jóvenes. En Argentina, según la consultora Adecco, solo 2 de cada 10 ofertas laborales están dirigidas a personas con más de 45 años quienes, por distintos motivos buscan reinsertarse en el mercado laboral. Se estima que son alrededor de 800.000. “Son personas que quedaron marginadas del circuito laboral, despedidas de los lugares donde trabajaban, aventurados a buscar nuevos desafíos, o que dejaron de trabajar por algún motivo y desean volver al mercado laboral. Esta situación, seguramente, se verá incrementada por la actual pandemia”, explica Pablo Liotti, gerente de Marketing y Sustentabilidad del Grupo Adecco para Argentina y Uruguay.
En 2018, la empresa para la que Mónica Andrade trabajaba se fundió y ella con 56 años se quedó sin trabajo. Ella se desempeñaba como administrativa comercial en una revista gráfica para niños. Como no sabía por dónde empezar a buscar trabajo, su nuera, que se desempeña en el área de Recursos Humanos, le sugirió que se acercara a Diagonal, una asociación civil que trabaja por la reinserción laboral de las personas mayores de 45 años.
Mientras participaba de los cursos de Diagonal, Andrade empezó a cuidar al hijo de una amiga. “Lo primero que pasa cuando te quedás sin trabajo es que la autoestima se te va al tacho. Creés que no vas a servir. En los avisos ya me ponían trabas solo por la edad. Diagonal me dio mucha contención emocional, seguridad y confianza, que es lo que uno pierde en ese momento”, dice Andrade.
Con la ayuda de Diagonal, en mayo de 2019, Andrade accedió a un programa de trabajo por tres meses en Banco Itaú y, finalmente, en febrero de este año pudo reinsertarse en el mercado laboral. Hoy trabaja como recepcionista en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La coordinadora general de Diagonal, Milagros Abud, asegura que los principales miedos que traen las personas que quedan excluidas del mercado de trabajo por una cuestión etaria son: lidiar con la incertidumbre; perder la identidad, muchas veces ligada al trabajo; el rechazo; y encontrarse perdidos en la vorágine de la actualización tecnológica.
“El otro día me di cuenta de que este año cumplo 35 y que cada vez va a ser más difícil insertarme en el mercado laboral de la forma tradicional . Hasta este momento no lo había considerado nunca”, comenta Dafne Berman por redes sociales. Evidentemente, el temor a quedarte fuera del mercado de trabajo comienza antes de los 45 años.
Para lograr la inclusión laboral, según Ernesto Tocker, director del Servicio de Empleo AMIA (SEA) es importante trabajar en tres áreas. “Primero la persona tiene que pensar en: ‘Quién soy yo y qué me gustaría hacer’. Después debería analizar: ‘Cuál es el mercado y cómo puedo incorporarme’. El tercer punto a trabajar es: ‘Cómo se construye el camino entre mi perfil y las oportunidades que hay en el mercado’. Esto parece sencillo, pero es muy trabajoso elaborarlo. A la gente le cuesta sintetizar esto”, explica.
El Servicio de Empleo AMIA (SEA) capacita, asiste y brinda talleres de asesoramiento para personas mayores de 40 años que buscan reorientar su futuro laboral, acceder a nuevos puestos de trabajo, actualizar saberes y herramientas digitales."El objetivo es que las personas a sus 40 y 50 años cuenten con herramientas actualizadas a la hora de conseguir un empleo y que puedan hacer valer su experiencia y aptitudes. Nuestro propósito es trabajar por la inclusión y que la edad deje de ser un factor excluyente", destacaron desde el SEA.
La Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA) lanzó en 2019 un ciclo gratuito para acompañar a los emprendedores de más de 40 años, del que participaron más de 500 personas. En agosto de 2020 inició la segunda edición. El acceso es gratuito, pero requiere inscripción previa. El registro se habilita mes a mes en la agenda de eventos de ASEA.
Desde las empresas, para evitar sesgos se busca innovar en el proceso de selección. Por ejemplo, la empresa Nawaiam propone una herramienta de "gamificación" centrada en los Recursos Humanos que, en un entorno de videojuego, utiliza la inteligencia artificial y la ciencia de datos para optimizar el proceso de selección y contratación.
“Nawaiam es una herramienta que permite conocer cuál es el potencial que cada persona posee y comprender en qué ambientes o contextos podrá desarrollar mejor sus cualidades conductuales. Nawaiam, a través de la inteligencia artificial, sirve para administrar y tomar decisiones sobre el capital humano con datos objetivos que facilitan la labor de las áreas de Recursos Humanos, optimizando sus procesos en el tiempo, dejando de lado los sesgos y promoviendo una mejor inclusión a partir de focalizar en el potencial que cada candidato posee. También es de vital ayuda para líderes para comprender mejor a sus colaboradores y gestionarlos de forma más efectiva”, dice Horacio Llovet, fundador de Nawaiam.
“Necesitamos mucho apoyo, contención y fuerza para la búsqueda laboral”, enfatiza Miriam Masri, de 58 años. Ella es licenciada en Administración de Empresas y docente y se desempeñó durante 10 años en un banco. En 2016, por reducción de personal, se quedó sin trabajo. Envío más de 50 CV, pero no tenía respuestas. “Me me daba cuenta de que las empresas no me llamaban por mi edad”, dice Masri.
Para continuar la búsqueda, Masri empezó a contactar a amigos y amigas para comentarles que necesitaba trabajo. Empezó a considerar la posibilidad de hacer algo de forma autónoma o postularse como empleada en un comercio. “Al tiempo, vi un aviso para mayores de 45 años, que decía que buscaban gente para aprender un módulo de SAP, que es tecnología de avanzada. Me anoté y quedé seleccionada para hacerlo. Después del curso, me contrataron y empecé a trabajar en un área distinta a la que había trabajado anteriormente. Así comencé un camino nuevo”.