Ciudadanos de a pie, en distintos puntos de la isla de Cuba, han salido a la calle a reclamar a las autoridades, entre otras cuestiones, una mejor gestión de la pandemia, un acceso integral a bienes de primera necesidad y la obtención de mayores cuotas de libertad.
Lo que se inició como una protesta menor en San Antonio de los Baños acabó obligando a que compareciera el presidente Miguel Díaz-Canel y a que se promoviera el pronunciamiento público de quienes defienden la fortaleza del proceso revolucionario.
Lo que sigue es una breve guía, al calor de las protestas, las más relevantes de las últimas décadas en la isla, para entender qué está pasando y saber si lo que acontece es el preludio de una transición a la cubana.
El efecto de Internet
En primer lugar, en comparación con otros ciclos de acción colectiva en el pasado cubano, como el “Maleconazo” de 1994 en tiempos del catalogado como “periodo especial”, el acceso a Internet y a las redes sociales amplifica los efectos de las manifestaciones en pro y en contra de las acciones desplegadas por el gobierno. Lo que acontece en un punto concreto del territorio insular es seguido al instante en otras latitudes.
Además, las nuevas tecnologías han acelerado la circulación de la información entre la Cuba insular y la Cuba de la diáspora. Un ejemplo: la espectacular repercusión que ha tenido entre los “no desplazados” la creación musical, por parte de artistas residentes en Florida, de la denominada “Patria y Vida”. La canción fue usada como consigna en las protestas del fin de semana.
Los equilibrios del líder cubano
Llama la atención el “equilibrismo” discursivo que practica el actual presidente cubano. Mientras reconoce que existen profundas carencias producidas por el sistema económico cubano, no deja de recurrir a las viejas consignas (hoy poco convincentes) de criticar al vecino del norte y de atribuir, de hecho, las protestas de la población a las injerencias estadounidenses.
También hace ruido lo exacerbado de la critica presidencial a la supuesta intromisión externa cuando detrás del nuevo departamento de Estado de Joe Biden se encuentra el mismo equipo que facilitó el desbloqueo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos durante la Administración Obama.
La gestión de la pandemia
Resulta paradójico que el único país latinoamericano que ha logrado avances significativos en la producción de vacunas que minimicen los efectos de la Covid-19 sea fuertemente criticado por el desmanejo en otras dimensiones de la gestión pandémica, como el control de los contagios y la atención de los enfermos.
Ciertamente, en caso de tener lugar los cambios en el sistema económico anunciados en la reciente cumbre comunista, un desafío al que el establishment insular deberá hacer frente es convertir este potencial biosanitario en un entramado industrial que le dote de divisas y de puestos de trabajo para la supervivencia del régimen.
¿Cambios a corto o medio plazo?
Finalmente, pocos dudan, dentro y fuera de Cuba, sobre el hecho de que el sistema político y económico de esta nación caribeña sufrirá cambios de envergadura en los próximos años.
La duda radica, sin embargo, en la manera en la que estas protestas van a operar para producir la aceleración de estas necesarias transformaciones para que la sociedad civil pueda acceder a los niveles de bienestar que viene reclamando con insistencia y legitimidad.
Pablo Biderbost es director del Grado en Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia Comillas, España
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