Tan solo el 28 % de las empresas agroalimentarias más influyentes del mundo afirma estar reduciendo sus extracciones de agua, y únicamente el 23 % dice estar tomando medidas para reducir la contaminación del agua, según un análisis de Oxfam. La confederación internacional de 21 ONG obtuvo el dato analizando a 350 empresas a partir de datos de la World Benchmarking Alliance.
Según las Naciones Unidas, que el año pasado organizó la primera gran conferencia sobre el agua en más de 45 años, 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable, y hasta 3.000 millones de personas sufren escasez durante al menos un mes al año.
Las empresas analizadas, entre ellas Carrefour y Avril Group, representan, en conjunto, más de la mitad de los ingresos mundiales del sector agroalimentario. De acuerdo con el Banco Mundial, el sector de la agricultura es responsable del 70 % del total de las extracciones de agua dulce del mundo y es, con diferencia, el sector que utiliza mayor cantidad de agua. Además, el impacto de la agricultura industrial en la contaminación del agua es muy significativo.
El análisis de Oxfam también reveló que solo 108 de las 350 empresas hacen pública la proporción de agua que extraen de zonas afectadas por estrés hídrico. "Cuando las grandes empresas contaminan o consumen enormes cantidades de agua, son las comunidades las que sufren las consecuencias en forma de pozos secos, facturas de agua más caras, y fuentes de agua contaminadas no aptas para el consumo. Menos agua significa más hambre, más enfermedades, y más personas obligadas a abandonar sus hogares", señaló en un comunicado la directora ejecutiva de Oxfam Francia, Cécile Duflot.
"Claramente no podemos confiar en la buena voluntad de las empresas para lograr un cambio en sus prácticas. Son los Gobiernos quienes tienen que forzar esta mejora, y proteger los bienes públicos comunes frente a la sed de beneficios de las empresas", afirmó Duflot.
El agua y la riqueza están estrechamente relacionadas, señala Oxfam. Las personas ricas no solo tienen mejor acceso al agua segura y pública, sino que pueden permitirse pagar agua cara de fuentes privadas; mientras que las personas en situación de pobreza, que a menudo no tienen acceso a una fuente de agua suministrada por el Gobierno, destinan una proporción considerable de sus ingresos a comprar agua.
Por ello, la organización insta a los Gobiernos a:
- Reconocer el agua como un derecho humano y un bien público. Los beneficios económicos no deberían ser la prioridad cuando se trata de proporcionar servicios de abastecimiento de agua a la población.
- Exigir a las empresas que rindan cuentas por los abusos y vulneraciones de los derechos humanos y de los derechos y la legislación medioambientales, lo cual incluye la contaminación del agua.
- Invertir en seguridad hídrica, el abastecimiento público de agua subvencionado, una gestión sostenible del agua, y servicios de agua, saneamiento e higiene resilientes frente al cambio climático. Comprometerse con el liderazgo, la participación y la toma de decisiones de las mujeres en todas las fases de la elaboración de los planes y políticas nacionales sobre agua, saneamiento e higiene.
Asimismo, el crecimiento de la industria del agua embotellada da muestra de la mercantilización y explotación del agua por parte de las grandes empresas, lo cual agrava la desigualdad, la contaminación y los daños asociados, de acuerdo con un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas de 2023. El análisis de 109 países concluyó que este crecimiento supone un obstáculo para las iniciativas que tratan de abastecer de agua potable segura a todas las personas, lo cual pone en peligro el objetivo del ODS6 dedicado a lograr el acceso universal al agua potable.