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¡Buenas tardes! En pocos días es el Día de las Infancias, o el día de los niñas y las niñas. Y lo que buscamos en este edición de OXÍGENO es mostrarte, a partir de una persona, cómo a muy muy corta edad también es posible mirar al prójimo y ayudar.
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En la década del noventa se inauguró la cátedra de la Cultura Solidaria, un espacio académico donde se desarrollaba la mirada comunitaria, los conceptos como “prójimo”, “solidaridad”, “los otros”. La originaron tres filósofos que trataron de darle forma a la emoción solidaria que tenemos para que puede encarnarse, volverse una cultura.
Había muchas temáticas, bien variadas: autismo, trasplantes, comedores comunitarios, situación de calle, donación de sangre. Y cada especialista daba cada una de estas clases, aportaba respecto de cada una de estas temáticas sociales. Paradójicamente, era difícil encontrar a alguien con una mirada integral para hablar sobre desnutrición y hambre. Alguien sugirió convocar a una mujer sin título que, de en realidad, ni siquiera había terminado el secundario. Aquella mujer era Margarita Barrientos.
Varios años más tarde se creó la Escuela de Líderes para la Comunidad en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, en busca de formar a personas en un liderazgo comunitario, no identificadas con su sola presencia, sino con un equipo alrededor. Nació dirigida especialmente para universitarios, entre 17 y 25 años. La Escuela sigue vigente hoy. Y hace un par de años fue testigo de un récord: una de las clases la dio una profesora que en ese momento tenía solo 11 años. Sí, una niña de 11 años dio una clase. Fue sobre deporte e inclusión. Así como Margarita Barrientos tiempo antes. Otra excepción maravillosa.
Esta chica que hoy tiene 12 años es Zoe. Ama el fútbol y juega muy bien. Empezó en la Ecuela de Marangoni. Pasó por Plantese y hoy juega en Boca. Aquella niña, quizás la más joven en la historia de la Universidad de Buenos Aires en dar una clase, levantó la vista y vio al otro. Percibió que no todos jugaban con calzado adeucado y comenzó, en plena pandemia, a hacer algo muy simple: juntar y reunir botines y zapatillas.
Hay una necesidad en los sectores más postergados, especialmente en los más chicos. Mucho más entre quienes quieren practicar un deporte y necesitan zapatillas y botines. En dos años, ha entregado 2.624 pares de zapatillas y botines.
Como llega el Día de la Niñez, aprovechamos para decir que ahora vuelve a llamar a la comunidad para multiplicar su propuesta. Una movida que muestra cómo, incluso desde la niñez, se puede levantar la mirada y preocuparse por la situación de los demás. Especialmente de los más postergados. Zoe seguramente será una figura muy popular y una gran deportista. Pero fue la primera niña en dar una clase en la Universidad de Buenos Aires, con solo 11 años. Y nada menos que para hacernos más sensibles a las necesidades de la comunidad.
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Luego de entregar botines y zapatillas para más de 2.600 niños y niñas, Zoe convoca a que más personas se sumen en la previa del Día de la Niñez. Ya juntó otros cien pares, además de elementos para entrenamiento de fútbol, como pelotas o conitos.
“Todos los talles son bienvenidos pero necesitamos talles pequeños menores al 35 porque de esos hay poquitos”, contó Zoe. Se puede ayudar desde su cuenta de Instagram: zoe13football.
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Cuatro preguntas a Zoe Puente [Por David Flier]
—¿Qué te enseñó este tiempo de pedir donaciones de botines?
—Cuando se me ocurrió mi iniciativa Tod⚽️sPuedenJugar me di cuenta de que las redes sociales, si las usamos para el bien, son muy poderosas, porque primero les conté mi idea a mis amigos y compañeros del cole, y solo los conocidos donaban zapatillas y botines que ya no usaban. Pero después empezó a donar gente que no conocía y de todas partes que se enteraban por las redes y por mi cuenta de Instagram. Hay mucha gente solidaria, pero hay mucha más gente que necesita mucho. También hay mucha gente agradecida. También aprendí que ayudar hace más feliz a quien da que a quien recibe, es una sensación única.
—¿Aprendiste alguna lección de solidaridad gracias al fútbol?
—Aprendí a trabajar en equipo y que si no somos solidarios entre nosotros, no sirve. El fútbol es solidario en sí mismo porque, si te pones a pensar, con una pelota en cualquier lado podemos jugar todos, por eso es inclusivo. Aunque todos digan otra cosa, el fútbol es bueno, junta a personas de todas partes, hombres, mujeres, altos, bajitos, todos tipos de cuerpos, con y sin educación, de distintos países. Todos pueden jugar.
—¿Qué compartiste cuando hablaste en la escuela de líderes comunitarios?
—Yo tenía 11 años recién cumplidos y no podía creer estar hablando para tanta gente. ¡Fue una experiencia muy linda! Compartí además de mi iniciativa solidaria y de que todos merecen un par de zapatillas o botines para poder jugar al fútbol o a lo que cada uno quiera. Y también que el fútbol es como la vida: el delantero, para hacer el gol, necesita que el mediocampista le pase la pelota y este a su vez necesita que el defensor se la pase. Y todos ellos un arquero que los cuide desde el arco… sola una persona no puede jugar al fútbol. Y en la vida pasa lo mismo. Solo no podés hacer casi nada, necesitamos siempre del otro.
—¿Podés contar algún testimonio de lo que generaste a algún chico o chica a partir de entregarle botines?
—Uhhh, a los chicos les brillan los ojos cuando reciben un botín que nunca iban a poder tener de otra manera. Muchos nos contaban que no podían ir a probarse a un club porque les pedían que fueran con botines y no tenían. ¡Entonces era como darles una oportunidad! Era su sueño. Otros estaban felices porque yo iba a jugar con ellos, porque es lindo compartir. Y en Villa Pirelli, Ciudad Oculta, la emoción fue enorme porque una vez que nos fuimos nos llamaron por teléfono a las dos horas: nos dijeron que teníamos que volver porque todos los vecinos, al ver lo que habíamos llevado para donar, juntaron zapatillas que ya no les quedaban para que nosotros se lo lleváramos a otro barrio. Eso fue una cadena de amor.
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Queremos compartir con vos la historia de otra niña. Se llama Cata, tiene 6 años y nació con una malformación que le produjo una falla renal. Al año comenzó a dializarse.
Ella es de Orense, provincia de Buenos Aires. Y tanto para lograr tener un diagnóstico certero como para los tratamientos que la han acompañado a lo largo de su vida ha tenido que viajar regularmente a Bahía Blanca. Allí, cada vez que va, ella y su familia cuentan con la Casa Ronald, un espacio donde pueden hospedarse y estar cómodos.
Hace tiempo que Cata espera un trasplante de riñón. Y la pandemia interfirió con este plan. En julio era la tercera fecha programada para una cirugía, pero Cata dio positivo de COVID-19 y la intervención volvió a postergarse. La nueva fecha es el 23 de agosto. El donante será Marcos, su papá. Mientras espera a ser trasplantada en el Hospital Garrahan, ella y su mamá también cuentan con un lugar en dónde hospedarse: la Casa Ronald de la ciudad de Buenos Aires. “Acá ella está cómoda, feliz. Nos da tranquilidad tener este lugar”, dice Patricia, su mamá.
En esta nota contamos un poco más de la Casa Ronald, una organización independiente sin fines de lucro que se dedica a acompañar a niños, niñas y adolescentes que requieren atención médica de alta complejidad y a sus familias. Y que cuenta con cuatro residencias cercanas a hospitales, donde dan contención a los menores y sus familiares.
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Por supuesto, la de Zoe no es la única iniciativa solidaria que se da en vísperas del Día de la Niñez. Porque el domingo que viene es una buena excusa para mirar al prójimo y ayudar de alguna manera.
Por ejemplo, en La Plata, un profesor de Educación Física dio el sábado una clase de “actividad física funcional” gratuita, en la que pidió donaciones de juguetes para regalar en un merendero. En la localidad mendocina de La Consulta, a su vez, un centro de estética canjea peinados y limpieza de cutis por juguetes para donar a merenderos.
Otro merendero, en Neuquén, organiza para el sábado próximo un festejo con juegos en el que se invita también a donar juguetes. También piden donaciones merenderos de la ciudad de Corrientes.
Con seguridad hay alguna movida de este tipo cerca del lugar en el cual vivís. Preguntá, levantá la cabeza, ayudá. Y contanos qué sentiste al respecto.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David