La legalización del aborto es sin duda uno de los temas más polarizantes en la Argentina. Según una reciente encuesta de la consultora Poliarquía, el 41% de los argentinos está de acuerdo con la despenalización, un 48% se opone y un 11% no sabe o no contesta. Y la división se vuelve aún más clara si se tiene en cuenta la inclinación política, el género, la edad y la ubicación geográfica de las personas.
Por ejemplo, entre los que votaron al Frente de Todos en las elecciones de 2019, un 57% apoya la despenalización; mientras entre quienes votaron a Juntos por el Cambio, solo el 30% está a favor. Entre las mujeres, 46% de las encuestadas apoyó la despenalización, mientras que, de los hombres, un 35%.
Pero donde más claro se ve esta polarización es en la calle. Específicamente, en frente del Congreso de la Nación durante las sesiones legislativas sobre el tema, cuando la plaza se divide literalmente en dos y se colocan vallas para separar a quienes están a favor de la legalización del aborto y quienes están en contra; de un lado los “verdes”, y del otro los “celestes”.
Aborto legal en la Argentina: qué propone el proyecto de ley
Las causas detrás de la polarización
¿Por qué el debate sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo genera tantas grietas? Bautista Logioco, ex funcionario de la ONU y la OEA y especialista en diálogo, transformación de conflictos y sostenimiento de la paz plantea, arma una explicación: “El debate por la legalización del aborto genera grietas porque es un fiel reflejo de una puja muy grande por un cambio de paradigma en el ejercicio de las relaciones de poder”.
Y agrega: “Esta puja lo que propone es salir de un modelo centrado en el hombre adulto, blanco, de ascendencia europea, hacia un modelo mucho más democrático, inclusivo, en el cual las voces de las mujeres, y de otros grupos de la sociedad tengan el mismo peso y la misma participación en la toma de decisiones”.
En términos de las diferencias específicas entre estos espacios, por un lado, grupos a favor de la legalización del aborto y organismos internacionales como la ONU han enfatizado que alrededor del mundo se realizan millones de abortos clandestinos en situación de riesgo, lo que lleva a altas tasas de mortalidad materna por esta causa. Según estos grupos, garantizar el acceso legal y seguro al aborto evitaría estas muertes.
Por el otro lado, grupos en contra de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo hacen hincapié en que la vida comienza desde la concepción, por lo que al legalizar el aborto se estaría avalando el derecho a matar.
Hablar del tema siempre ayuda
Muchas veces, estas diferencias de postura pueden parecer tan irreconciliables, que a la hora de sentarnos a la mesa con alguien que sabemos que tiene una mirada distinta, decidimos no hablar del tema para evitar la confrontación. Pero esto, según explica el especialista Logioco, refuerza la polarización y hace que sea aún más difícil encontrar un punto medio.
“Al elegir no hablar de un tema, porque tengo idea de que en el fondo yo no voy a cambiar mi posición, en realidad lo que estoy haciendo es que me pierdo la posibilidad de encontrar puntos en común sobre temas claves vinculados al debate”, dice Logioco. “Por ejemplo, podemos diferir sobre ese punto en particular, pero podemos estar de acuerdo sobre la necesidad de fortalecer la educación sexual integral, podemos estar de acuerdo sobre la prioridad que habría que poner en la prevención de embarazos no deseados, y que esa carga no la tengan solo las mujeres”.
Soluciones para un debate más sano
Obviamente, este tipo de polarización va más allá del debate del aborto, y está presente cada vez más en otros temas tanto políticos como sociales. Estas grietas generan intolerancia, estigmatización y descalificación del otro, ya sea entre familiares, amigos, comunidades o gobiernos.
Frente a este panorama, Logioco elaboró junto al conflictólogo argentino Gastón Aín, un decálogo anti-polarización con varias recomendaciones para que podamos recuperar la capacidad de dialogar de manera constructiva con alguien que piensa distinto. Algunas de estas son:
- Iniciar el dialogo con temas menos complejos, sobre los cuales tal vez se puedan encontrar opiniones en común.
- Preservar la dimensión relacional en el diálogo, es decir, no olvidarse del vínculo que nos une con la otra persona, aunque tenga una opinión diferente a la propia.
- Evitar la simplificación.
“En el caso del aborto, frecuentemente nos encontramos en contextos de demonización de quien piensa lo opuesto. Cuando nos enfrentamos a eso, hay un ataque a la humanidad de la persona por pensar lo que piensa. Si está a favor, es una persona que mata bebés. Y si está en contra es una persona sin conciencia social. Tenemos que evitar esas simplificaciones, que no contribuyen en nada, que personifican el problema en lugar de aislarlo para poder dialogar”, concluye Bautista Logioco.
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