Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN
Después de dos temporadas que dieron que hablar, Sex Education, la serie británica creada por Laurie Nunn volvió a brillar en Netflix y a demostrar que no es solo otra serie sobre lo que sucede en una escuela secundaria. Con personajes con conflictos e identidades tan diversas como profundas, cada capítulo aborda un abanico de temas que aún suelen ser tabú o no están lo suficientemente naturalizados en muchas sociedades.
Y no se queda solo en el despertar sexual en la adolescencia, el autodescubrimiento, la importancia (y la falta) de Educación Sexual Integral (ESI) y las identidades y elecciones sexuales diversas. Sex education se mete también con los riesgos y conflictos del embarazo en personas de edad avanzada, con lo doloroso de no poder concebir un embarazo y los tratamientos de fertilidad en personas jóvenes, con la responsabilidad afectiva que lleva a preguntarse cómo actuar cuando los sentimientos de dos personas no se corresponden, con el abuso sexual, las familias ensambladas, el peligro que representa ser homosexual en países aún extremadamente conservadores, la sexualidad en personas con discapacidad y las fantasías.
Es ambiciosa. Y si bien cada uno de estos temas podría ser motivo exclusivo de series que los aborden en profundidad, Sex education logra meterse con todos y dejar mensajes valiosos sin ser moralizante. ¿Algo utópica? Tal vez. Pero no por eso menos relevante.
“Me gustó cómo abordaron el vínculo entre Maeve e Isaac, sin prejuicios sobre la discapacidad”; “La mejor, aprendí más con la serie que en la escuela. La diversidad ahí me hizo sentir acompañado”; “Ojalá hubiese visto esta serie y no Skins, me ahorraba malas experiencias”; “Aprendí buenas respuestas a personas menos convencidas sobre temas de diversidad”; “La inclusión de personas no binarias me pareció genial”; “Lo esencial es que se dé ESI en los colegios, sean públicos o privados”. Estas fueron algunas de las respuestas de la comunidad de RED/ACCIÓN cuando le preguntamos, vía Instagram, si creían que había escenas en las que se enseñaba algo valioso o si aprendieron cosas que no sabían.
“Me parece que Sex Education pone en el centro de la escena los debates respecto a las relaciones, los vínculos, las afectividades, el cómo nos relacionamos, y da cuenta de una sexualidad que va más allá de la genitalidad y de las prácticas sexuales en sí y que implica la posibilidad de conversar acerca de todas las esferas que integran a las sexualidades en su sentido más amplio y complejo. Habla mucho de cómo interactuamos con otras personas, de las amistades, de los vínculos sexoafectivos, de las identidades y de la construcción de las identidades. En ese sentido me parece que es un plus muy grande tener esta visión positiva de la sexualidad”, dice la psicóloga Daniela Giacomazzo, que además es docente diplomada en Género y Políticas Públicas y coordinadora del Área de Expansión Comunitaria en FUSA.
“Por otro lado, algo que también atraviesa la serie —destaca— es que aborda un abanico amplio de temas (que van desde las prácticas sexuales pasando por la identidad de género, las problemáticas ligadas al abuso y a las violencias basadas en el género), pero desde una mirada que considera la empatía, que no es necesariamente una bajada de línea textual en relación a cómo debemos comportarnos, qué debemos hacer, sentir o decir. En vez de eso, la mirada se reconstruye a través de los aprendizajes de las adolescencias en la serie, del diálogo intergeneracional con las personas adultas, donde ellas también aprenden y aparecen en una posición de escucha muchas veces y otras no, y cuando eso sucede es denunciado respecto a las necesidades, intereses, deseos y demandas de las adolescencias”.
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Celeste Mac Dougall, docente, feminista, especialista en educación sexual integral y en educación inclusiva, coincide: “A mí me parece que siempre es interesante que se hable del tema y hay un sinnúmero de formas de hacerlo. Educación sexual hubo siempre, el punto es con qué perspectiva, desde qué paradigma. Y me parece que lo que tiene de atractivo la serie es que aborda los temas vinculados con la sexualidad desde un lugar de respeto: el cuidado, el placer, la amorosidad, los conflictos pero en clave de cómo solucionarlos. Y no muestra a la sexualidad como un problema, bajo el paradigma médico que la asocia con las infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados. Esto se puede trabajar desde la promoción de la salud o desde la prevención de la enfermedad, y promocionar la salud no es solamente la salud física si no que hay que pensarlo ampliamente, en todos los sentidos que implican vivir una vida placentera”.
Para llegar a “esa vida placentera”, indica Mac Dougall, es necesario poner en discusión y desandar las normas impuestas socialmente. Esto es crucial “por supuesto para quienes los sufren por su condición de género o su orientación sexual, pero también [hace falta cuestionar] las determinaciones que se imponen sobre las masculinidades construidas desde un lugar de superioridad, desde la violencia, desde el consumo del cuerpo de otres”, reflexiona.
Y sigue: “Todos esos planteos me parecen interesantes porque ponen en discusión lo naturalizado. Que es lo que también pretende hacer la educación sexual integral con la perspectiva con la que la estamos dando ahora en las escuelas. Poner en discusión no solamente la heterosexualidad sino todas las implicancias en relación al deseo, al placer, al disfrute y al vivir una vida libre de violencia y de opresión”.
Los beneficios de que la ESI tenga un lugar privilegiado en Netflix
Según el periodista especializado en cine y series Ariel Hergott, el hecho de que la serie esté en una plataforma de streaming como Netflix le otorga masividad, es decir, hace que se vuelva tremendamente popular y consumida. Hergott menciona, de hecho (al igual que una de nuestras lectoras) a la serie televisiva Skins, del 2007 (también británica y luego adaptada en una versión estadounidense), como antecedente de Sex Education.
“Hablar de las problemáticas adolescentes, todo lo que pasa en el secundario preuniversitario, cuando empezás a despertarte a nivel sexual, a explorarte y todas esas cuestiones, ya lo hizo esta serie. Que tuvo varias temporadas. Pero Sex Education apareció en la N roja y la N roja te da una visibilidad global impresionante”, dice.
Aunque según comenta una de nuestras lectoras que vio ambas Skins no le dejó muy buenas experiencias, para Hergott, Sex education encara los mismos tópicos que su antecesora. Desde ese lado, no la considera novedosa. De todos modos, el periodista destaca otros puntos fuertes: “Aprovecha realmente lo que es una serie de plataforma. Me refiero a que muestra sin tapujos, sin censura, todo lo que tiene que ver con el lenguaje, las imágenes y lo que sea necesario. Esa es una posibilidad que te otorga la plataforma, porque si se emitiera en la tele abierta habría que tener cierto cuidado con los horarios de protección al menor, el lenguaje y ese tipo de cosas que son históricas dentro de la televisión más tradicional”.
“Y algo interesante que tiene —continúa— es un gran casting, sin ninguna duda. Buscaron actores y actrices con mucha personalidad y cada uno supo identificar perfectamente qué es lo que le pasa a su personaje, creo que esa es la clave. Y es lo que transmiten en la pantalla. Y un guion muy sólido que precisamente permite, sobre todo en la tercera temporada, que no haya un solo protagonista si no que cada uno de esos personajes tenga su propio arco dramático”.
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Para Giacomazzo, “la importacia de que existan estos contenidos en Netflix radica en poner en agenda y darle visibilidad a distintos temas que hacen a las sexualidades, a las adolescencias en relación a la percepción de sus sexualidades y al ejercicio de una sexualidad libre de discriminación y de violencias. Y a todo el interjuego con el mundo adulto a la hora de problematizar que la sexualidad es algo que nos acontece y nos atraviesa a todas las personas desde que nacemos hasta que nos morimos y que trasciende la idea de genitalidad. Destacar que se trata de los vínculos, de la posibilidad de relacionarse con otras personas, de un acercamiento y una visión positiva hacia la sexualidad. También es importante el hecho de poner en agenda diferentes temáticas y darle representatividad a distintos personajes que podemos situar como disidentes”.
La serie, dice, une y muestra “estas disidencias, no como una cuestión superficial si no más bien con la posibilidad de poder conocer y empatizar con estos personajes y acercarse a nuevas formas de sentir, de ser, de expresar categorías que van desde la identidad de género hacia la posibilidad de pensar orientaciones sexuales”.
Otro aspecto que destaca la especialista es el hecho de que se muestren “distintos modelos de ejercicio de la masculinidad”. “La serie pone en juego masculinidades distintas a la hegemónica o a los mandatos de cómo tiene que ser un varón, qué tiene que decir, y muestra formas más amorosas de construcción de esta masculinidad. En ese sentido, alcanza un nivel de popularidad y también permite ser un factor desencadenante para trabajar estos temas en el aula o a través de la comunicación. Funciona como un disparador para abordar ciertas temáticas que la serie atraviesa de manera transversal y que son interesantes para poner en juego el ejercicio de la educación sexual, siempre desde una perspectiva integral”.
Igualmente, Giacomazzo advierte que pese a todas las bondades “no deja de ser una serie que tiene determinadas distancias con las realidades que podemos pensar acá, en Argentina”. “En ese sentido una serie británica tiene ciertas limitaciones a la hora de reflejar la realidad de cualquier país de la región y, hablando puntualmente de Argentina, no muestra las barreras y obstáculos que podemos encontrar las diferentes personas con respecto al ejercicio de nuestros derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, por ejemplo”.
Un punto no menor sobre el que llama la atención, es el hecho de que “no todas las personas tienen acceso a la serie” y es realmente importante “que estos contenidos sean accesibles”.
Un largo camino por recorrer
La mayoría de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN que respondieron nuestras preguntas en Instagram opinaron que, en Argentina, estamos bastante lejos de poder tomar con mayor naturalidad las identidades diversas y las elecciones sexuales. “A años luz, porque la generación que nos educa aún no comprende la importancia”; “Lejísimo, el respeto avanza pero los prejuicios siguen estando y eso me preocupa”, dijeron.
Para Giacomazzo, si bien es cierto que “existen distancias específicas que tienen que ver con la coyuntura y la idiosincrasia de los países, en Argentina tenemos un marco legal y normativo que considera el ejercicio de los derechos sexuales, los derechos reproductivos y no reproductivos y ese sentido es muy valioso a la hora de poder problematizar ciertas temáticas que la serie atraviesa”.
Ella destaca la importancia de los derechos ganados y del conocimiento sobre estos derechos a la hora de exigir su cumplimiento y de luchar por su ampliación y la conquista de nuevos. “En nuestro país tenemos una Ley de Educación Sexual Integral que está cumpliendo 15 años. Esta ley habla de integralidad respecto a la sexualidad, entonces también tenemos que pensar que se ha recorrido un amplio camino de territorialización de este derecho en las distintas escuelas del país pero que aún así falta mucho y existen barreras en su cumplimiento. Existen también miradas sesgadas respecto a lo que es la sexualidad, entonces tenemos que trabajar en sus diferentes ejes, en el ejercicio de los derechos, en la diversidad. Debemos trabajar la perspectiva de género en el nivel escolar, entre los adultos, a nivel general, para poder construir una visión positiva de la sexualidad y abordar temas como el placer, el disfrute y el goce, que muchas veces están ausentes cuando hablamos de educación sexual”.
La docente Celeste Mac Dougall, como muchos miembros de nuestra comunidad, cree que aún falta mucho para que en nuestro país podamos tratar estos temas con naturalidad. Aunque destaca que es lo que trata de hacer la ESI: “Viene a poner palabras donde hay mucho silencio, ocultamiento, complicidad, connivencia y reproducción de algo que se habla pero muy poco”. Ella hace especial énfasis en los abusos en la infancia y la adolescencia. “Si bien la convención de los derechos del niño y las leyes argentinas que la ratifican tienen sus años, falta un montón para romper con el adultocentrismo, porque esa es la base que posibilita el abuso. Por eso la ESI es clave para visibilizar esto”.
Giacomazzo también hace foco en que la ESI es la clave. Y coincide respecto a que así como la serie logra despertar preguntas e inquietudes o generar debates e introducir nuevos conceptos para pensar, “la educación sexual integral implica la posibilidad de generar espacios de reflexión, de problematización, espacios donde se construya críticamente la posibilidad de conocimiento, se pongan en discusión las distintas voces y se genere diálogo para trabajar en el acceso a la información”. Y reflexiona: “En ese sentido sí me parece muy valiosa la posibilidad de generar temas de conversación, de seguir líneas de investigación y, por qué no, despertar la idea de trabajar estos temas en series locales que puedan incorporar perspectivas respecto a la sexualidad pero más anclado en la realidad de nuestro país”.