La puja salarial entre gremios docentes y gobiernos es la punta más visible de la crisis del sistema educativo argentino, cuyas raíces se hunden en un complejo entramado que incluye cuestiones de financiamiento, de gestión, de falta de prioridad y hasta de cierta apatía social. En el último mes en nuestro país se publicaron cuatro informes que hacen foco en distintos aspectos del problema, y cada uno de ellos ilumina un capítulo distinto del desafío educativo:
- CAE LA INVERSIÓN EN EDUCACIÓN. La inversión nacional se redujo un 9% desde 2016 y esa caída llegaría al 19% a fin de 2019. El sistema federal hace que la mayor parte de las escuelas dependen de las respectivas provincias, donde los fondos destinados al área también disminuyeron un 8% entre 2015 y 2016. Lo advierte el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) en su documento El financiamiento educativo en la Argentina: balance y desafíos de cara al cambio de década
- POR LOS PAROS DOCENTES LOS ALUMNOS PIERDEN EN PROMEDIO TRES MESES DE CLASE A LO LARGO DE LA PRIMARIA. Entre 1983 y 2018, hubo en promedio 12 días de paro docente por año en las escuelas primarias. Esto hace imposible cumplir con la Ley N° 25.864 de 2003, que fijó un piso de 180 días de clases para el ciclo lectivo. La información surge del documento ¿Cuántos días de paro docente hay en Argentina en el nivel primario? del Observatorio Argentinos por la Educación.
- MÁS CARGOS DOCENTES, CON MENOS SALARIOS Y ALUMNOS. Un docente con 10 años de antigüedad en una escuela primaria gana al año 19.741 dólares y está entre los sueldos más bajos del mundo: 34 entre 37 países estudiados. El poder adquisitivo del salario docente cayó un 14% entre 2015 y 2018, y cada vez hay más docentes y menos alumnos en las escuelas estatales. Lo explica el documento Aumentan los cargos docentes pero no los salarios ni los alumnos, del Centro de Estudios de la Educación Argentina de la Universidad de Belgrano.
- EL DESEMPEÑO DE LOS ALUMNOS NO MEJORA. Uno de cada tres estudiantes de 6° grado de la primaria obtuvieron desempeños básicos o por debajo de lo básico en la prueba Aprender 2017 de Ciencias Naturales. el dato surge del trabajo Uno de cada 3 alumnos no alcanza buenos resultados en Ciencias Naturales del Observatorio Argentinos por la Educación.
1. Una sociedad en retirada, y los sindicatos como el único actor con continuidad
“Los gremios son los únicos actores que se han mantenido en el campo de la educación de manera sostenida desde los ‘90”, remarca Guillermina Tiramonti, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y coordinadora del Consejo de Formación Continua de la provincia de Buenos Aires.
Tiramonti explica que desde que la escuela estatal atiende principalmente a sectores bajos y medios de la población, parte de la sociedad dejó de reclamar mejoras en la educación. ¿Por qué? Las familias que mandan a sus hijos a las escuelas estatales están más preocupados en qué van comer que en demandar calidad educativa. Y completa la idea al exponer que la clase media alta y alta, que sí tiene poder demanda, se fue a la gestión privada y de alguna manera se retiró de esa pelea.
Otros especialistas coinciden: “El sindicalismo es el único actor político que quedó en pie en toda la sociedad argentina. Los partidos políticos se retiraron, las grandes religiones, los empresarios, las centrales de trabajadores y la clase media, también. Quedan los gremios y los funcionarios, que van cambiando”, apunta Mariano Narodowski, doctor en educación y docente de la Universidad Torcuato Di Tella.
La centralidad de los gremios puede explicarse entonces por dos aspectos: no hay otros actores con continuidad en el tiempo y los salarios promedios por cargo están por debajo del valor de la canasta básica: $ 21.051, para una familia de dos adultos y dos menores (Indec) o de $ 25.794, para la misma familia tipo pero en la Ciudad de Buenos Aires.
En el último informe, Cippec ofrece otras pistas que explican su poder, de alguna manera alimentado por el propio Estado, que es quien define los salarios. Resalta que los salarios de los profesores del nivel secundario perdieron más poder adquisitivo que los de primario. “La desigualdad en la situación de los salarios de ambos cargos podría deberse al hecho de que históricamente el nivel primario logró una mayor representatividad gremial y con ello, la conquista de mejores niveles salariales”, señala el trabajo firmado por las investigadoras Agustín Claus y Belén Sánchez.
2. Financiamiento educativo en baja, y sin salvaguarda frente a las crisis
En 2018, el Gobierno nacional destinó a educación $ 165.000 millones. Comparado con lo invertido en 2015, durante la gestión anterior y en montos actualizados por la inflación, son $ 29.500 millones menos o un retroceso del 15%. Representan alrededor de $ 2.500 menos por alumno.
A esos número llegó el informe El financiamiento educativo en la Argentina: balance y desafíos de cara al cambio de década que el jueves pasado presentó Cippec. Y no hace falta comparar el presupuesto con años de otra gestión. Desde que Cambiemos elabora el presupuesto, la partida para educación se contrae: el año pasado destinó un 9% menos de fondos que en 2016 y si se cumple el presupuesto para 2019, ese ajuste será del 19%.
“La salida del gradualismo económico en 2018 se manifestó con fuerza en la reducción de la inversión educativa. Es preocupante la reducción generalizada de la inversión asignada a políticas educativas nacionales previstas para 2019, teniendo en cuenta el escaso margen de las provincias para implementar políticas más allá del mantenimiento del sistema educativo (como pago de salarios e infraestructura) con recursos propios”, remarca Belén Sánchez.
En algunos programas, como el de formación docente, infraestructura o educación digital, los recortes son muy pronunciados.
La ley de Educación Nacional establece que se debe invertir en educación el 6% del producto bruto interno (PBI). Sin embargo, desde su sanción, en 2006, sólo se cumplió en 2015. En 2017, por ejemplo, llegó a ser del 5,7%, retrotrayendo el porcentaje alcanzado en 2014.
Sin embargo, llevar la inversión al 6% del PBI no necesariamente es invertir más en educación, lo que marca la complejidad de la crisis y la falta de garantías respecto a la protección, más allá de quien gobierne, de los fondos destinados a educación.
“La ley que obliga a destinar ese porcentaje del PBI a educación no salvaguarda los fondos para el área porque en años de crisis fiscales y menor PBI, cumplir con ese porcentaje no implica necesariamente sostener la inversión, sino posiblemente lo contrario. Es una ley procíclica”, cuestiona Narodowski.
3. Buena proporción de docentes por alumnos, pero en un sistema sin transparencia
Desde 2003 hasta 2017, la cantidad de cargos docentes por alumnos en las escuelas primarias estatales del país creció un 19%, pero la cantidad de alumnos bajó un 6%, según datos del Centro de Estudios de la Educación Argentina.
“La Argentina registra una relación entre alumnos y cargos docentes muy buena en comparación con países industrializados y de América Latina. Tenemos un promedio de 12 alumnos por cargo docente en el nivel primario estatal. Esa misma relación es de 17 alumnos por docente en Australia, Japón, Holanda y Corea del Sur; de 20 en Rusia, Reino Unido y Francia; y de 21 en Brasil y Chile”, asegura Alieto Guadagni, director del estudio.
Para Guillermina Tiramonti, uno de los problemas es justamente la falta de transparencia respecto a cómo y en qué se invierten los fondos: “Es cierto que si analizás los cargos, la relación de alumnos por docente es muy buena en comparación con otros países. Pero si vas personalmente a una escuela, esa relación no existe: tenés un docente al frente de un curso mucho más numeroso”.
Tiramonti reclama más transparencia como para poder analizar la eficiencia de la inversión: “Durante las paritarias, los gremios y los ministros discuten la recomposición salarial y muchas otras cosas más. Pero lo único que sabemos, una vez terminada la paritaria, es qué porcentaje de aumento se acordó. De lo demás, no sabemos nada”.
4. Falta un proyecto nacional de largo plazo, y sobran ministros-candidatos
Para Narodowski, en el sistema educativo argentino hay un desorden que es síntoma del colapso y de una parálisis que lleva décadas: “No hay un proyecto educativo nacional claro y a largo plazo, que trascienda los gobiernos, y forme parte de una estrategia de país”.
El especialista agrega que a esa falta de rumbo, se le suma el hecho de que Argentina es un país federal, donde cada provincia tiene su sistema educativo, que pueden ser muy parecidos, pero suman desorden: “Hay que trabajar en un consenso general, aunque tengamos desacuerdos. Porque hoy ni siquiera sabemos en qué estamos en desacuerdo porque no hay un plan”.
Hace dos semanas, la Universidad Torcuato Di Tella y el Observatorio Argentinos por la Educación organizaron una charla: "¿Cómo lograr que la educación sea prioridad en el debate público en la Argentina?" Los expositores, editores de medios como La Nación, Página 12, Infobae y Clarín, remarcaron, como una manera de entender por qué no hay un plan educativo claro, que varios de los últimos ministros de educación descuidaron sus funciones para hacer campaña: Daniel Filmus fue candidato a jefe de Gobierno porteño durante su gestión, que terminó en 2007; Esteban Bullrich fue dos años ministro y dejó el cargo para hacer campaña para las legislativas de 2017; mientras que el actual ministro Alejandro Finocchiaro ya adelantó que se postulará como candidato a intendente en el partido de La Matanza.
5. Fondos nacionales, provinciales, y una errática asignación de presupuestos
Sobre el informe El financiamiento educativo en la Argentina: balance y desafíos de cara al cambio de década, de Cippec, RED/ACCIÓN habló con Manuel Vidal, jefe de Gabinete del Ministerio de Educación.
“El trabajo no toma en cuenta que el Gobierno nacional impulsó un cambio en las políticas de coparticipación que implicó incremento de fondos para las provincias”, destaca Vidal.
En el entorno de Finocchiaro remarcan que el informe habla del “escaso margen” que tienen las provincias para gastar más allá del desembolso en salarios e infraestructura, pero consideran que “lo cierto es que hoy la mayoría de las provincias tiene mejores condiciones fiscales que la Nación, y es una decisión del gobierno provincial destinar más recursos al sistema educativo”.
“Cuando asumió Cambiemos, casi todas las provincias tenían déficit. Hoy son 20 las que tienen superávit gracias a la devolución de 15 puntos de coparticipacion por parte del gobierno nacional”, remarcaron desde el Ministerio.
Sin embargo, la mayor coparticipación no se tradujo en mayor inversión en educación por parte de las provincias, sino lo contrario: en 2017 cayó un 8% respecto a 2015. El problema, reconocen desde el Ministerio, es que esa mayor coparticipación no fue condicionada para que en determinada proporción sea invertida en educación.
6. La secundaria posible: invertir, innovar y jerarquizar al docente
La crisis que vive la secundaria en la Argentina es la más profunda de todo el sistema y se puede explicar en cifras: de cada 100 chicos que la empiezan, solo 45 la terminan en el tiempo previsto. En los sectores más pobres, esa cifra baja al 40%. ¿Las razones? Cada año abandona el 2,5% y repite el 10%. De los que llegan a quinto, 7 de cada 10 no resuelve bien problemas de matemática.
Por eso existe un gran consenso sobre la necesidad de transformar la secundaria. Provincias como San Luis, La Rioja y Córdoba ya experimentan cambios que empezaron a mostrar mejoras en la promoción y los aprendizajes. Prueban sumando tecnología; ideando clases flexibles y más prácticas; y evaluando a los alumnos de forma integral o por proyectos.
En todos los casos, esas experiencias tienen de trasfondo dos columnas que ayudan a sostener las transformaciones: las gobernaciones invierten en el pago de horas adicionales para que los docentes puedan planificar las clases y no tengan que ir de una escuela a otra para sumar horas, y destinan más dinero a obras que sirvan para mejorar la infraestructura de los colegios.