#SOSLibertad
El conflicto político y social de Cuba tiene su dimensión comunicacional. Tenerla en cuenta puede ayudar a entenderlo mejor.
Un espacio de RED/ACCIÓN y el Círculo Dircoms para pensar cómo
las organizaciones interactúan con sus públicos. Todos los miércoles, por Juan Iramain
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El conflicto político y social de Cuba tiene su dimensión comunicacional. Tenerla en cuenta puede ayudar a entenderlo mejor.
Los últimos doce meses dejaron enseñanzas a las organizaciones y a los responsables de comunicación.
La conversación en redes sociales y medios en relación al mundo LGTB+ se parece poco a la de hace unos años y lo mismo sucede con las sobremesas familiares, aunque persistan las excepciones.
Un episodio mediático desnuda un debate todavía pendiente en la Argentina sobre libertad y pluralismo, que parece tener al menos tres capas geológicas.
El humor como recurso colectivo para digerir los traspiés de la autoridad en la política o en cualquier organización.
Aunque buena parte de las palabras del senador se refieren a su condición actual, su mensaje va mucho más allá.
Cada vez más, las organizaciones redirigen porciones mayores de sus presupuestos a los influencers en redes sociales. ¿Qué deberían mirar?
Los desafíos económicos y sanitarios actuales exigen líderes capaces de articular un relato que dé sentido al sacrificio.
El Frente de Todos plebiscita su gestión y la oposición propone alternativas.
Hace unos años la función de relaciones, bien ejecutada, era estratégica; hoy es vital.
Los negacionistas plantean problemas en los que quizá no se haya pensado lo suficiente.
La identidad no depende sólo de los líderes políticos. Es sinfónica, son muchos los que la construyen.
Un caso ilustra el potencial del grassroots en las sociedades modernas, algo que comunicadores y consultores políticos miran con creciente atención.
La interpretación poco favorable de la furia de los líderes no es del todo arbitraria. Tiene sus razones.
Con pocas vacunas disponibles, la Argentina va camino a la saturación del sistema de salud. El gobierno no puede darse el lujo de no ser creíble.
La salud siempre precaria de la vida democrática hace, o debería hacer, que las organizaciones se pregunten si deberían reaccionar cada vez que se repite un episodio repudiable. Y si es así, cómo.
La pandemia, que no termina todavía, ya insinúa algunas enseñanzas en materia de comunicación de política.
Los libros de políticos son herramientas de comunicación poderosas. Sirven para marcar agenda, para atacar, para defenderse y para reivindicarse.
Cada vez más, los stakeholders esperan que las organizaciones tengan un punto de vista definido sobre los temas sociales más relevantes, y los derechos de la mujer aparecen primeros en la lista.