La película sobre el impacto de la pesca industrial generó todo tipo de reacciones, a favor y en contra. En esta edición, invito a la reflexión sobre sus aciertos y falencias, y profundizo con expertos en las problemáticas que requieren un mayor (y mejor) debate.
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El documental del que todos hablan, a favor y en contra. La primera vez que vi Seaspiracy no pensé que se convertiría en el tema central de PLANETA. El documental de Netflix, bajo la misma producción de Cowspiracy, se presenta como la historia de "un enamorado del mar que quería aprender sobre la destrucción de los océanos, pero encontró verdades que condenan a toda una industria".
Cuando veo un contenido con ciertas falencias, algunos cabos sueltos y alejado del rigor científico, siento que darle difusión es promover a su marketing. Pero cuando amigos, compañeros de trabajo, lectores me empezaron a decir "lo impactante que era el documental", "que iban a dejar de comer pescado", "que nadie hablaba de estas problemáticas", me di cuenta que era necesario más que hablar del documental, reflexionar a partir de él.
Si viste el documental, podrás estar o no de acuerdo con lo que sigue. Y eso es bienvenido. Si no viste el documental, no hay spoilers. Lo que muestra el documental no es nada nuevo, son problemáticas ambientales que llevan su tiempo y que necesiten acción de respuesta, cuanto antes. Bueno Seaspiracy, luz, cámara, acción.
- Lo que el documental sí aporta. El hecho de que esta newsletter hoy trabaje estas temáticas a partir del documental evidencia quizás el mayor logro del documental: visibilizar la problemática y que más personas conozcan el impacto de la pesca industrial.
El propio biólogo marino, científico pesquero, profesor de la Universidad British Columbia Daniel Pauly reconoce: "El hecho de que haya una película popular en Netflix que podría hacer que la amenaza de las pesquerías destructivas sea significativa para sus 200 millones de suscriptores es algo que recibo con agrado". Pero luego se anticipa a su crítica: "En general, Seaspiracy hace más daño que bien".
- Algunas reacciones, en contra. Varias. Fueron llegando de a poco, a medida que expertos en la temática vieron el popular recibimiento del documental sin cuestionamiento a su enfoque. Poner el ojo crítico en las mismas ONGs que trabajan en favor del océano, limitar toda solución a que todos nos hagamos veganos, colocar a los asiáticos como los enemigos, proponer un enfoque de "hombre blanco acomodado" y una ausencia de rigor científico en sus argumentaciones, fueron las críticas centrales en común.
La ONG Oceana, criticada en el documental, hizo su descargo: "Hemos estado trabajando y avanzando para abordar los mismos temas que se describen en la película, como la captura incidental, la pesca de arrastre de fondo, la sobrepesca y la pesca ilegal" (...) "¿Por qué no podemos definir la sostenibilidad? La entrevista de dos horas fue editada para ajustarse a la narrativa de la película; la definición relevante es Rendimiento Máximo Sostenible, la captura más grande que se puede mantener a largo plazo".
La científica y profesora Christina Hicks, una de las entrevistadas en el documental, expresó su disconformidad: "Es desconcertante descubrir tu cameo en una película que golpea una industria que amas y con la que has comprometido tu carrera. Tengo mucho que decir sobre Seaspiracy, pero no lo hará. Sí, hay problemas, pero también el progreso y la pesca siguen siendo fundamentales para la seguridad alimentaria y nutricional en muchas geografías vulnerables".
- Datos y rigor. No lo voy a negar, como periodista esto es lo que más sufrí durante el documental: la falta de rigurosidad científica. Cifras estimadas como absolutas, datos locales como globales, reproducciones de titulares de diarios como verdades. Todo eso a lo que digo que no hay que hacer en mis talleres de periodismo ambiental.
Podría hacer una grilla Excel de datos, pero me quedo con uno de los iniciales del filme que quizás más te impactará: el supuesto de que la mayor cantidad de plásticos en los océanos provienen de los residuos de la industria pesquera y no del consumo humano. Perdón Seaspiracy, pero los datos científicos parecen no respaldarte: aproximadamente el 80% de los plásticos oceánicos proceden de fuentes terrestres y el 20% de fuentes marinas (10% de ese 20% serían redes y embarcaciones abandonadas).
- El que mucho abarca, poco aprieta. Contaminación por plásticos de los océanos, tráfico de aleta de tiburón, matanza de delfines, violación a derechos humanos de la tripulación, impacto ambiental de la pesca industrial, hábitos de consumo. En los años que vengo siguiendo la evolución del cine ambiental, he visto un documental sobre cada una de estas temáticas, literal. Quizás Seaspiracy podría haber sido una serie documental, pero si cada capítulo tendría el mismo propósito tendencioso de terminar en el veganismo como la única solución; la crítica sería la misma.
- El histórico problema de LA solución. Si hubiera una única solución a las problemáticas ambientales, creo que se hubieran resuelto hace rato. Justamente lo que tanto dificulta la acción ante la crisis climática y ecológica a la que hemos llegado es la complejidad, multiplicidad e interconectividad en las soluciones necesarias.
Pauly lo sintetiza con claridad: "Lo más importante es que tuerce la narrativa sobre la destrucción de los océanos para respaldar la idea de que nosotros, los suscriptores de Netflix del mundo, podemos salvar la biodiversidad del océano volviéndonos veganos. Al hacerlo, Seaspiracy socava su tremendo valor potencial: persuadir a las personas para que trabajen juntas, e impulsar cambios en las políticas y reglas que frenarán una industria que a menudo infringe la ley con impunidad".
- Una aclaración, no menos importante. Intenté contactarme con el equipo del documental para hacerle preguntas sobre muchos de los planteos críticos que aquí se plantean, pero no recibí respuesta al pedido de entrevista.
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Profundicemos en las problemáticas. Consulté a algunos lectores qué inquietudes les había despertado el documental y, a partir de ello, me centré en aquellas más respetidas que nos permiten profundizar en aquello que Seaspiracy no profundiza o deja suelto.
- ¿Qué se puede hacer ante el impacto de la pesca industrial? Guillermo Cañete, responsable del Programa Marino de la Fundación Vida Silvestre, hace una distinción dentro de la pesca industrial: la que se realiza legalmente y la que se realiza ilegalmente. Sobre la primera sugiere que hay que lograr un balance entre la actividad económica, la gobernanza y los recursos que son patrimonio de la sociedad. Sobre la segunda, explica que ocurre en aguas internacionales donde no hay regulación.
En uno y otro caso, asegura: "En temas de pesca, hay que respetar el límite ambiental porque los recursos del mar no son finitos y hay que replantearse qué se pesca y cómo, qué se hace con el descarte, cómo se incide en el ecosistema, cómo conservar las especies amenazas".
Para Martina Sasso, coordinadora del Programa Marino de la Fundación Rewilding Argentina, el cambio tiene que ser más drástico: "Hay que frenar la pesca en altamar, regularizar la pesca en aguas nacionales, recomponer la pesca de costas y mejorar las pesquerías". Entre las metodologías de pesca, Sasso menciona la necesidad de eliminar también la pesca de arrastre que es no selectiva, es decir, se lleva todas los ejemplares de cualquier especie que arrastra la red.
- ¿Es posible una pesca sostenible? Afortunadamente para los expertos consultados la respuesta es afirmativa. Quizás aquí más que etiquetas de sustentable, sostenible, responsable, se trata de, como dice Sasso, "empezar a hacer mejor las cosas que se vienen haciendo mal".
Raúl García Rodríguez, coordinador de pesquerías de WWF España, responde a la pregunta: "Sí, podemos hablar de pesca sostenible. La pesca sostenible existe, el nivel de ambición puede ser muy distinto. Algunas estadísticas sólo se refieren a la población objetivo. Por ejemplo, tienes la pesca de merluza sostenible en un determinado lugar. Pero, ¿qué pasa con el ecosistema, con el impacto en otras especies?
"La sostenibilidad no es una fotografía fija, es en el tiempo. Lo más parecido a lo que hemos llegado como sostenibilidad, pero no suficiente, es cubrir los tres aspectos de población objetivo, un marco de gobernanza y el impacto en el ecosistema", opina el experto. ¿Por qué eso aún no es suficiente? El propio experto menciona dos elementos ausentes: la huella de carbono de la actividad desde la producción hasta la distribución, y el aspecto social, especialmente a lo referido a la violación a derechos humanos de tripulantes.
Cañete ve más factible que la pesca sea sostenible en países desarrollados con sistemas de investigación sólidos, con cierta cultura de cumplimiento y un consumidor más entrenado en elegir productos con sello de sustentabilidad. "En otros países donde hay debilidad institucional, donde no hay capacidad científico-técnica, donde hay una demanda de resolver el tema del hambre, ahí no podés poner regulaciones, ahí tenés que resolver el problema del hambre".
- ¿Son útiles las certificaciones, como las que realiza el Marine Stewardship Council al estándar de pesquerías para ver si están bien gestionadas y son sostenibles? "Sí, son útiles. El caso de MSC es el del estándar más completo que permite hacer un diagnóstico y le da un plan de acción a la pesquería". Le falta la parte social y climática", explica García Rodríguez y agrega: "El objetivo no es la certificación -a veces empujada por demanda de los supermercados-, sino la mejora de la pesquería".
Cañete comparte la experiencia de trabajo con MSC: "El sistema puede ser imperfecto, pero en Argentina dio la oportunidad de sentarnos con empresarios. Generó un espacio en común entre personas que piensan muy distinto para mejorar sus prácticas".
- ¿Importa rechazar plásticos descartables? Si sólo te quedás con el documental, pareciera que no, "porque con eso no vas a salvar el océano". Agustina Besada, co-fundadora de Unplastify, tiene otra visión: "Nuestros hábitos de consumo de plástico en la vida cotidiana siguen siendo sumamente importantes para prevenir la contaminación plástica en océanos; más si consideramos los porcentajes de contaminación plástica que proceden de tierra". Así que, recordá: seguí rechazando descartables, optá por alternativas reutilizables y disponé correctamente los reciclajes.
Sasso considera que modificar nuestro consumo de plásticos es necesario, pero vuelve a poner la mirada en las embarcaciones y su impacto en la fauna oceánica. "Se habla mucho del impacto del plástico en las ballenas, pero un reciente estudio evidenció que el 80% de las ballenas francas estudiadas en la Península Valdés tenían heridas por colisiones con embarcaciones y un 20% por redes y sogas".
- ¿Tenemos todos que dejar de comer pescado? "Yo elijo no agregar más presión pesquera como persona blanca acomodada, pero ¿cómo lo pueden hacer las comunidades pesqueras de Filipinas, Vietnam o Cabo Pulmo en México?", dice con honestidad Sasso. Cañete coincide: "El que tiene la capacidad de optar, que lo haga; pero hay que tener una mirada más global".
Según un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el pescado es la principal fuente de proteínas de origen animal para miles de millones de personas de todo el mundo y los medios de vida de más del 10% de la población mundial dependen de la pesca de captura y la acuicultura.
Sasso recomienda no empezar por sí o por no, sino por preguntarnos qué estamos comiendo. Un primer paso podría ser optar por la pesca de temporada, preguntando en las pescaderías por la pesca del día. El otro consejo de Sasso: consumir peces donde hay peces y sino elegir otro tipo de alimento de producción local.
Toda actividad humana tiene un impacto. Como dice García Rodríguez: "Lo que no se produzca en el mar, se va a producir en tierra".
La definición de impacto estará en cómo realicemos cada actividad. ¿Mis recomendaciones? Saquen los pies de la tierra y miren más a los océanos, involúcrense con organizaciones que trabajan en pos de sus organizaciones -e incluso sean críticos con ellas para que mejoren-, conozcan las especies de animales que habitan sus aguas más próximas, exijan políticas de cambios a sus gobiernos. Pero no se queden sólo sentados impactados por un documental.
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Una nueva edición de Fashion Revolution, en tres preguntas. El 24 de abril de 2013 la fábrica textil de ocho pisos del Rana Plaza se desplomó en Bangladesh. 1.138 personas murieron y más de 2.500 personas resultaron heridas, en su mayoría mujeres. La tragedia del Rana Plaza evidenció no sólo las precarias condiciones de infraestructura del edificio sino también las pésimas condiciones en las cuales trabajan las personas detrás de las prendas de las marcas más "reconocidas" que usamos.
A partir de ello, la diseñadora británica Carry Somers dio origen al movimiento Fashion Revolution con un objetivo claro: promover una moda más ética a través de la transparencia en toda su cadena de valor. En vísperas de una nueva Fashion Revolution Week (Semana de Revolución de la Moda) que se celebrará del 19 al 25 de abril, conversé con Jessica Pullo, coordinadora del movimiento en Argentina.
- Fashion Revolution empezó preguntándose Quién hizo mi ropa, pero hoy también ha sumado más interrogantes. ¿Qué nos tenemos que preguntar sobre la industria de la moda? Cuando pensamos en comprar una prenda, lo más rápido que nos preguntamos es ¿cuánto sale, nos gusta el color, es de mi talle, cómo me queda? Fashion Revolution busca ampliar ese abanico de preguntas al elegir una prenda o un accesorio y preguntarnos, además de quién hizo mi ropa (por la producción bajo condiciones de explotación laboral), por ejemplo qué hay en esa prenda, de qué está hecha, cuál es su composición. Esto es por el impacto ambiental, considerando que la moda es la segunda industria más contaminante de agua del mundo: por el agua que se usa para los tintes y curtidos de cuero, que luego encima queda altamente contaminada. Otra de las preguntas es quién hizo mis telas, qué hay en mis telas, por el impacto que ciertos materiales -como el poliéster- tiene en nuestros cuerpos.
- ¿Cuáles son los principales aspectos a mejorar en la industria de la moda en América Latina? El principal eje es el respeto a los pueblos originarios, a las artesanías, al patrimonio cultural. Una de las premisas del movimiento es defender el patrimonio cultural de los pueblos o naciones originarias ante la apropiación cultural. Ellos empezaron la cultura de la moda desde hace muchísimos años, incluso antes de que en París se les haya ocurrido hacer la Semana de la Moda. Moda es cultura y eso es algo que todos tenemos que comprender. No quiere decir que porque esté en una pasarela y lo tenga puesto una modelo -o una persona a la que se considera modelo por el canon de belleza- para que consideremos ese textil, esa prenda, esa tipología como parte de la moda. Existen un montón de otras tipologías, que no vienen con esa mirada eurocentrista, y que son mucho más parte de nuestra cultura como región. Conocemos mucho más el escocés que otros textiles parte del patrimonio cultural de nuestros pueblos. Pero ahí tenemos que también tener cuidado. En Argentina se industrializa la guarda mapuche y nos parece lo más normal, pensamos que representa la cultura argentina y, en verdad, representa la apropiación cultural que se da en el país. Y esto viene aparejado de la contaminación ambiental que se genera en los territorios de esas poblaciones originarias, lo poco que se reconoce a esas regiones. Necesitamos un cambio sistémico porque todas estas cuestiones están interconectadas: la indumentaria con la ropa, con los animales, con las personas, con los pueblos originarios. con los territorios.
- ¿Qué podemos esperar de la edición 2021 y cómo se pueden involucrar los lectores? La invitación es a colaborar y formar parte. Vamos a iniciar la Enciclopedia de Fashion Revolution en español, con el software de MediaWiki -que es el mismo formato de Wikipedia-. Invitamos a participar del armado de esta enciclopedia que tendrá contenidos sobre fibras, textiles, derecho, ambiente, tipologías vestibles de la región. La enciclopedia está pensada no sólo para Argentina sino para toda la comunidad de habla hispana.
- Podés conocer las distintas actividades (y participar) de la Fashion Revolution Week siguiendo sus cuentas internacional y argentina de Instagram. Si te interesa aportar a la enciclopedia de América Latina, podés sumarte aquí. Y si querés profundizar en el movimiento, te invito a leer esta nota que escribí en RED/ACCIÓN.
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#DelitosAmbientalesPenalesYA. Éste fue el reclamo que expresó la sociedad civil el lunes a través de sus redes sociales. Desde organizaciones históricas (como la Fundación Ambiente y Recursos Naturales) hasta las más nuevas (como Jóvenes por el Clima), el pedido se basó en la necesidad de reformar el Código Penal para incluir la figura de delitos ambientales como delitos penales.
Esto permitiría que, por ejemplo, los incendios intencionales y la pesca ilegal no quedan impunes en su impacto negativo al ambiente y las personas y se juzgue a sus responsables con penas. Podés profundizar en el reclamo aquí.
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En agenda: se viene el Día de la Tierra. Como cada 22 de abril, se celebrará una de las fechas más importantes en la agenda ambiental. Habrá muchos acontecimientos y acciones alrededor, a nivel internacional, regional y local. Por supuesto, la próxima edición de PLANETA estará dedicada a ello.
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Ser sustentables: y tomarnos un café. Tomar un café y conversar sobre cambio climático. No sé vos, pero para mí es una dupla perfecta. Y ésta es la invitación que les haremos desde RED/ACCIÓN para el Día de la Tierra. En la primera edición de Un café con seré afortunadamente la invitada con la que miembros co-responsables de RED/ACCIÓN podrán conversar, intercambiar ideas y reflexionar.
Si te interesa sumarte como miembro y ser parte de esta charla y café, podés hacerlo aquí. ¡Te espero!
Si inicié la edición de hoy conversando sobre un documental que nos lleva a la alimentación, me despido con esto último. Creo que siempre lo mejor es no buscar extremos de un día para otro, sino ir haciendo pequeños cambios para naturalizarnos.
Así como nos tenemos que hacer un montón de interrogantes sobre las prendas que vestimos, también tenemos que preguntarnos a quién le compramos lo que comemos, cómo se produce, qué impacto tiene. Conocer las frutas y verduras de estación del mes y comprarlas a productores locales agroecológicos es un primer paso para ello.
¡Hasta el próximo miércoles!
Tais