Se estrena en Cannes “Traslados”, el documental sobre los vuelos de la muerte: “Lo que queremos es mantener la memoria fresca” - RED/ACCIÓN

Se estrena en Cannes “Traslados”, el documental sobre los vuelos de la muerte: “Lo que queremos es mantener la memoria fresca”

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La productora Zoe Hochbaum y el director Nicolás Gil Lavedra cuentan el detrás de escena instrumental y emocional de la película, que retrata la parte más oscura de la última dictadura argentina.

Se estrena en Cannes “Traslados”, el documental sobre los vuelos de la muerte: “Lo que queremos es mantener la memoria fresca”

Foto: Afiche de Traslados.

Un grupo de jóvenes cineastas argentinos se reunió bajo el manto de la productora Orca Films y desarrolló un impactante documental sobre los vuelos de la muerte. La idea fue de Zoe Hochbaum (24 años), quien se encargó de armar el equipo y estar en todos los detalles, y la dirección estuvo a cargo de Nicolás Gil Lavedra (39) —hijo del abogado Ricardo, quien integró el tribunal que realizó el Juicio a las Juntas—. 

El documental se titula Traslados y con testimonios, material de archivo y escenas de ficción reconstruye todo lo que pasó alrededor de los vuelos de la muerte: aquel modo de exterminio final que utilizó la dictadura para hacer desaparecer personas sin dejar huellas. Las secuestraban, las dormían, las subían a un avión y las tiraban al océano. De todo lo que se puede saber sobre el tema cuarenta años después es de lo que habla esta película. 

Ahora, Traslados se estrena en el Festival de Cannes, en el marco del programa “Cine Argentino Presente” del Marché du Film, y se espera que pronto pueda llegar a más festivales, salas de cine y plataformas de streaming. Para conocer en detalle la construcción de este enorme trabajo, hablamos con la productora Zoe Hochbaum y el director Nicolás Gil Lavedra. 

Foto: Traslados.

¿Cómo empieza la idea de hacer un documental sobre los vuelos de la muerte? ¿Siempre quisieron hacer algo así?
Zoe: La dictadura fue algo que siempre me obsesionó. La primera idea la tuve cuando tenía 15 años. Si bien lo estudiaba en el colegio, también investigaba mucho por mi cuenta, y cuando encontré el terrorífico suceso de los vuelos de la muerte, me resultó imposible no hacer nada con eso. Así que empecé a ir a Comodoro Py, a entrevistar a jueces, a recopilar información y hasta llegué a armar un primer boceto. Ahora, casi diez años después, lo pude volver realidad gracias a Orca Films, mi productora. Y no dudé en llamar a Nicolás para la dirección y a Gustavo Gersberg para el guión, con quienes ya habíamos trabajado juntos.
Nicolás: A mí el tema de Memoria, Verdad y Justicia siempre me conmovió, siento que es un tema necesario y en el que los directores tenemos que seguir trabajando, encontrando nuevas formas. Yo conocía las piezas aisladas de los vuelos de la muerte, pero la verdad es que no sabía un montón de cosas, como que había habido condenas y que hay un montón de juicios que todavía siguen en curso. Desde el principio creí que era un proyecto sumamente necesario. 

¿Qué es lo más impactante que se encontraron durante la producción de este documental?
Nicolás: Lo que más me impactó fue lo que fue sucediendo en el país mientras íbamos terminando el documental. Primero el avión, el Skyvan utilizado por la dictadura que se repatrió a mitad del año pasado, fue algo sumamente importante para nuestra memoria. Y después las elecciones presidenciales, que haya asumido un Gobierno con muchas personas negacionistas, que desacreditan todo lo que pasó. Ahí el documental se volvió un proyecto mucho más imprescindible de lo que era.

—¿Cuáles fueron los testimonios que más los conmovieron?
Nicolás: La verdad que todos, pero si tengo que elegir uno, el de Adolfo Pérez Esquivel. A él lo suben al avión y antes de tirarlo hay una contraorden para que lo vuelvan a llevar a la cárcel, y después lo liberan. Poder conocer ese testimonio en carne propia fue muy conmovedor. También los testimonios de las hijas de Azucena Villaflor y Esther de Careaga, cuyas historias conocía, pero escucharlas en primera persona hacen que todo sea mucho más duro.
Zoe: A mí también, el que más me impactó fue el de Pérez Esquivel. A él lo subieron, lo durmieron y no lo tiraron. ¿Cómo se vuelve a la vida después de eso? Es uno de los hombres más dulces que conocí, con una paz y luz que genera admiración. A veces nos angustiamos por tantas tonterías, que es muy conmovedor ver a un tipo que vivió el infierno y, sin embargo, emana luz. 

En lo personal, ¿qué papel tiene la dictadura en sus vidas? ¿Cómo vivieron esta historia desde que eran chicos?
Nicolás: Yo soy un hijo de la democracia, nací en diciembre de 1983, pero tengo un padre muy radical y muy involucrado, que formó parte del Juicio a las Juntas, y también una madre muy peronista, que trabajó mucho en la restitución de nietos robados en la dictadura. En mi casa se hablaba mucho del tema, pero yo me di cuenta que mi generación en los 90 lo dejó de hablar. Y ahora veo que muchos jóvenes lo ven como algo lejano. El aniquilamiento de personas, la desaparición y como método de exterminio final los vuelos de la muerte son cosas que todos deberíamos conocer. Necesitamos hablar de esto para que no vuelva a pasar, para dejar de subestimar los discursos negacionistas y hacernos cargo de nuestra historia.
Zoe: En mi familia también siempre fue un tema muy presente. Mi tía fue muchos años la directora del Parque de La Memoria; también aparece en el documental. Y aunque nací en democracia, esa memoria queda. Es imposible que se vaya del todo un recuerdo tan oscuro y terrible. Y más en estos momentos del país en donde todo pareciera retroceder; el odio, la discriminación, la violencia. Lo que queremos es justamente mantener la memoria fresca, en el presente. Eso es el Nunca Más. 

—¿Qué desafíos les representó este documental en sus funciones, como productora y como director? ¿En qué decisiones podemos “verlos” a ustedes?
Nicolás: Los desafíos fueron muchos porque yo nunca había hecho un documental. Y lo más difícil fueron las entrevistas. Con los investigadores, Eduardo Anguita y Daniel Cecchini, íbamos decidiendo a quiénes entrevistar, pero lo más complejo fue poder sostener un hilo en las preguntas que sumara al relato que íbamos construyendo. El archivo, que estuvo a cargo de Laura Matarolo, también fue superimportante, y fue un desafío hacerlo dialogar con los testimonios y las recreaciones. La edición, después, fue un gran trabajo de Santiago Parysow, que pudo encontrar el policial en la estructura del documental.
Zoe: Los desafíos fueron muchos, pero lo que más disfruté de ser la productora fue justamente poder decidir en todas las etapas del proyecto. Poner de mis gustos y militancias desde el vamos y hasta el final, y siempre sumando y escuchando a todo mi equipo, por supuesto. Elegir al director, al guionista, al director de fotografía, a la vestuarista, a la maquilladora. Tener la posibilidad de hacer películas es una suerte enorme, pero elegir con quiénes es directamente un privilegio. Y son todas personas que admiro. 

—¿Cómo fue que Traslados llegó al Festival de Cannes? ¿Cómo se preparan para el estreno?
Zoe: Nos llegó la propuesta de poder presentar la película en el festival en el marco de “Cine Argentino Presente” representando a La Academia de Artes en Argentina. Si bien es fuera de la competencia oficial, el esfuerzo y la dedicación es exactamente la misma. Va a ser la primera vez que proyectemos la película en pantalla grande y para un público. Yo todavía no caigo, me parece increíble. Estoy nerviosa y emocionada pero también siento mucha responsabilidad como productora, como mujer y como persona.
Nicolás: Estoy muy orgulloso por todo el equipo que está detrás, y también de que nuestro cine se pueda ver afuera. Es muy importante que las películas nacionales puedan tener opciones y posibilidades en los mercados para festivales, pantallas, plataformas y canales de televisión, porque somos una industria y necesitamos que consuman nuestro cine.