El derrame de petróleo es una de las principales causas de contaminación ambiental en los océanos. Los casos como los derrames ocurridos en Perú, Venezuela, Filipinas o Nigeria son irreversibles, mientras que las limpiezas son muy costosas y no llegan a cubrir toda la zona afectada.
El líquido tóxico afecta a la biodiversidad marina, las costas y la economía pesquera. Por esa razón, Matter of Trust, una organización sin fines de lucro de Estados Unidos, lleva más de 20 años juntando donaciones de cabello de peluquerías humanas, de mascotas y de granjas de todo el mundo para reciclar las fibras y salvar el ambiente.
¿Cómo se usa el cabello para limpiar océanos?
La ONG limpia el cabello que recibe y utiliza 500 gramos para crear una alfombra de 20 centímetros de largo y tres centímetros de espesor. Con este material se absorben los derrames de petróleo que llegan a tierra firme y también funciona cómo barreras en el mar. A su vez, esta opción ecológica y no contaminante es capaz de absorber alrededor de cinco veces su peso o 5,6 litros de petróleo, según informa Matter of Trust.
Para ser más específicos, el “pelo verde” (por ser ecológico) es hidrofóbico y absorbente, es decir, repele el agua y recoge líquidos y materiales contaminantes como aceites, petróleo, plásticos y desechos.
Matter of Trust produce las alfombras en su local de San Francisco y los reparte en 17 países estratégicos del mundo en donde se han producido derrames de petróleo en los últimos años.
Pero este caso no es aislado, en 2021 un grupo de peluqueros ecologistas británicos llamados “Green Salon” comenzó una colecta de cabello humano para hacer compost y limpiar los océanos de las mareas negras y otros desechos contaminantes que llegan al agua por medio de las cañerías.
Según France 24, en un año se unieron 600 salones del Reino Unido e Irlanda y lograron recolectar 500 kilos de pelo.
Sin dudas, este es un dato curioso que puede despertar el ánimo de muchos ecologistas para limpiar sus costas, aunque la mayor responsabilidad sigue siendo de las empresas petroleras y los Estados que deben regular el extractivismo en los océanos.