La vicepresidenta Kamala Harris viajó a Alemania: está conversando con “docenas” de jefes de estado para sincronizar respuestas en caso de que Rusia invada Ucrania. También se dirigirá a la Conferencia de Seguridad de Munich, donde se reunirá con el presidente ucraniano.
El aporte estratégico (nunca se sabe…) de SIE7E PÁRRAFOS: repasar lo que varios escritores nos han contado sobre Rusia, Ucrania, la Unión Soviética, la guerra y la democracia.
Esta semana la newsletter llega un viernes, pero la que viene volvemos el martes, como siempre.
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“Misiles y bombas rusas caerán sobre Ucrania. Las comunicaciones se atascarán. Los ataques cibernéticos cerrarán instituciones clave de Ucrania. Después de eso, los tanques y soldados rusos avanzarán hacia objetivos clave que se han trazado en planes detallados. Creemos que estos objetivos incluyen la capital de Ucrania, Kiev”.
Lo dijo ayer en una aparición sorpresa en las Naciones Unidas el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken. ¿Realmente el mundo volverá a ser escenario de una guerra donde Rusia y los Estados Unidos se midan? ¿En un contexto pandémico? 😤 ¿Post-Sputnik V?
Jon Lee Anderson, periodista y escritor de política internacional —uno de los más renombrados de los Estados Unidos— cree: “un 65% que esto es un ensayo para figurar, para que el mundo se dé cuenta de que Putin y Rusia son importantes, establecer un nuevo tablero de ajedrez […] El 35% es una posibilidad de que haya un conflicto”.
No sabemos qué ocurrirá (y si al final Ucrania firmará su contrato con la OTAN), pero en busca de entender más, decidí revisar lo que varios autores nos han contado en SIE7E PÁRRAFOS sobre Rusia, Ucrania, la Unión Soviética, la guerra y la democracia.
хорошо!
🇷🇺 🇺🇦 🇺🇸 Vamos…
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“En general, Rusia siempre ha sido un mundo ignoto para Occidente, y creo que ahí radica la incomprensión y el choque geopolítico que aún vemos a día de hoy”, me dijo Daniel Utrilla, un periodista español que durante once años fue corresponsal en Moscú. Su nuevo libro es Mi ovni de la perestroika: Un viaje al corazón de Rusia tras la noticia más extraterrestre de la Historia.
“Por otra parte, el cine de Hollywood ha actuado como espejo deformante. O sea, no es que no conozcamos a los rusos, sino que los conocemos al revés de como son. Los conocemos mal. Los rusos son un pueblo orgulloso, sentimental, alegre, vital, místico, apasionado, desconcertante, impulsivo, melancólico, supersticioso, sensible a todo lo artístico... Esa combinación los convierte en personas muy atractivas para los occidentales provenientes de ‘la Europa tranquila’, como ha quedado reflejado en libros de muchos escritores y viajeros. Sin embargo, la imagen del cine norteamericano los simplificó y los convirtió en seres inexpresivos, sin alma, robóticos y malvados en esencia. Véase Rocky IV”.
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¿Son los gobiernos de Rusia y de Ucrania verdaderas democracias? ¿Cuánto de capricho autocrático tiene este conflicto?
“Hasta los años ’80, las democracias morían de golpe. Hoy no: hoy mueren de a poco, lentamente. Se desangran entre la indignación del electorado y la acción corrosiva de los demagogos”, decía el politólogo Andrés Malamud en su comentario del libro Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt.
“Pero mirando más atrás en la historia, Levitsky y Ziblatt notan que lo de nuestros días no es la primera vez: antes de morir de golpe, las democracias también morían desde dentro, despacito. Los espectros de Mussolini y Hitler recorren el libro como ejemplo de que la democracia está siempre en construcción, y las elecciones que la edifican también pueden demolerla. Esta obra es un alerta, un llamado a la vigilancia para mantener la libertad. […] El éxito de la democracia depende de la tolerancia hacia el otro y de la autocontención, es decir, de la decisión de hacer menos de lo que la ley me permite”.
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¿Y si nos remontamos atrás, bien atrás, más de un siglo atrás? Rusia y Ucrania fueron las repúblicas más importantes de la URSS. Fervorosamente comunistas. El manifiesto comunista estaba en lo cierto: el capitalismo está entrando en su crisis final. Pero de este proceso de colapso y decadencia, de esta globalización perversa salpicada de precariedad y corruptelas, capaz de hacer resurgir las formas de dominación personal, no parece dispuesta a salir una sociedad mejorada y nueva. Eso plantea el filósofo Slavoj Žižek en La vigencia de ‘El manifiesto comunista’. El comunismo no es hoy una solución, pero sí el nombre de un problema.
“Responsabilizar a Marx por el gulag estalinista, y al Manifiesto comunista de todos los males reales o imaginarios causados por los procesos revolucionarios del siglo XX, organiza el discurso político conservador con pretensiones ‘cultas’”, escribió Alejandro Horowicz en su reseña.
“Slavoj Zizek denuncia ambas trampas sin transformar el texto de Karl Marx y Friedrich Engels en un artefacto inútil. […] en lugar de condenar al ‘fantasma que recorre Europa’ al museo de la revolución, lo utiliza como gatillo para repensar el capitalismo con sensibilidad semiótica en dirección a la irresuelta transformación revolucionaria”.
En todo caso todavía hoy Rusia y Ucrania son un poco terra incognita para nosotros los latinoamericanos y esta es la biblioteca que te propongo para descubrirla:
- Diarios de Kolimá, de Jacek Hugo-Bader: Notable reportaje humano en la ruta más extrema de la estepa. En la región donde se encontraban los gulags, el escritor polaco Hugo-Bader traza un retrato duro y empático de la gente que va conociendo a cada kilómetro. Lo estoy leyendo y me tiene prendido. Antes leí, del mismo autor y casi con el mismo tema, El delirio blanco.
- Rusos de Putin, de Hinde Pomeraniec: lo interesante de este libro es la mirada de una periodista argentina sobre Rusia, muy distinta a la de los cronistas de los países centrales que tradicionalmente nos han contado este país (y que también nos han contado el resto del mundo).
- Rusia en autostop, de Fabio Rocca: una rareza que encontré en Mercado Libre. Es el recuento de un joven viajero italiano que a fines de la década de 1950 atravesó el país a dedo. Su relato pierde espesor cuando frecuentemente teoriza más sobre el arte del viaje de mochilero que sobre la vida en el post-estalinismo.
- Diario de mi viaje a Rusia en 1867, de Lewis Carroll: 50 años antes del Octubre Rojo, el autor de Alicia en el país de las maravillas anduvo por San Petersburgo y Moscú. Sólo recomendable para quien quiera saber acerca de iglesias y misas.
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Lo que nos dejaría una guerra ruso ucraniana es un misterio sobre el que nadie quiere hacer predicciones. Sería, en verdad, una guerra entre Rusia y la OTAN, y apuesto a que China y Corea del Norte no se demorarían en anotarse. Locura total, en el mal sentido.
Svetlana Alexiévich, periodista bielorrusa disidente y Premio Nobel por su serie de libros testimoniales sobre las desgracias soviéticas, sabe lo que nos dejaría una guerra ruso ucraniana.
“Al leer Los muchachos de zinc somos testigos directos de la guerra, de sus contradicciones”, escribió Fernanda García Lao (seleccionada por la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2011 como “uno de los secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana”).
“Se produce una extraña hermandad entre los que han vivido la locura de matar o ser asesinados que traspasa la idea que tenemos de la violencia, la muerte como deber. Nadie vuelve vivo de una guerra, ni siquiera los sobrevivientes. Pero como en Vietnam, como en Malvinas, la derrota convierte a los héroes en parias. No hay lugar para los combatientes una vez terminada la guerra que se ha perdido. Los testimonios de las víctimas dan cuenta de su condición trágica en el regreso a casa”.
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Y por último: no olvidemos que solamente estamos viendo una parte del relato. La verdad, creo que apenas conocemos la punta del iceberg de lo que está pasando en Ucrania.
- Anteayer, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, emitió una advertencia diciendo que los pretextos para la invasión podrían incluir informes rusos de fosas comunes en la región ucraniana de Donbás, “afirmaciones de provocación en Donbás, videos falsos, acusaciones falsas sobre armas químicas o relatos de ataques contra soldados rusos que en realidad no han ocurrido”.
No tenemos ni idea —o poca idea— sobre lo que realmente persiguen Putin y Biden. Como dice Jon Lee Anderson, ¿será “un 65% que esto es un ensayo para figurar, para que el mundo se dé cuenta que Putin y Rusia son importantes, establecer un nuevo tablero de ajedrez”? No nos dejemos engañar por el discurso único (¡si es que esto es posible!).
“[L]a historia la escriben los que ganan”, señalaba Gabriela Cabezón Cámara en su reseña de El peligro de la historia única, de la autora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. “Desde el Renacimiento más o menos, cuando Europa tuvo el excedente suficiente para invertir en barcos y salir a la conquista, la historia la cuentan ellos, los occidentales del hemisferio norte. Y nos la creemos todos”.
“El relato sirve para justificar lo que es sólo expolio por la fuerza. Los latinoamericanos lo sabemos bien, a nosotros también nos han contado así. Por eso es tan necesario leer este librito. Y tan necesario contarnos nosotros mismos, escribirnos nosotros, y no permitir que esa tarea sea exclusivamente de los otros, los poderosos. Leamos y escribamos, que en eso también se nos juegan la vida y la posibilidad de algo más parecido a la justicia para nosotros y para los que nos siguen”.
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Nos leemos el martes que viene,
Javier