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Las condiciones adversas generan oportunidades extraordinarias a los líderes que saben aprovecharlas. El River de Gallardo, un posible espejo en el que mirarse.
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Hay futuro. Shakespeare imaginó a Enrique V de Inglaterra, el rey guerrero, dándole una arenga memorable a su pequeño ejército antes de la famosa batalla de Azincourt, el día de san Crispín de 1415. En un tramo decía: “Quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en su lecho en Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí”. Y así fue. El triunfo heroico de Enrique V y sus hombres vive en la memoria de muchos hasta el día de hoy: alguien supo construir una épica alrededor de aquel día.
Salvando las distancias, las generaciones futuras de futboleros recordarán la noche en que River le ganó a Independiente Santa Fe por la Copa Libertadores con un jugador de campo como arquero y sin suplentes, después de que el equipo quedara diezmado por el covid. “No fue normal haber jugado en las condiciones que jugamos. Así que lo único que me queda remarcar es el corazón de los futbolistas que estuvieron en el campo (...). Cómo jugaron por ellos y también por un montón de gente que creía en ellos”, diría Marcelo Gallardo. El Muñeco remató con un video en tono heroico por los 120 años del club, viralizado en Twitter un par de días después.
Aunque el pretexto es la “noche mágica” de River, lo relevante es que los desafíos económicos y sanitarios actuales exigen líderes capaces de articular un relato que dé sentido al sacrificio y proponga un futuro esperanzador. Sus aspectos comunicacionales son determinantes:
- Plantear la dimensión del desafío. Y ponerlo en perspectiva: nunca antes enfrentamos algo así; costará sangre, sudor y lágrimas; esto va a demandar nuestra mayor entrega. Dimensionar la hazaña en su punto justo para que se encienda el deseo de lograrla, sin que su dificultad la haga parecer inalcanzable. Magnanimidad.
- Explicitar el premio. Romperemos el récord, nos llevaremos la copa, nos recordarán por siglos, salvaremos al país de la tiranía… o de la pandemia. Cuanto más alta es la meta, mayor el orgullo del triunfo. Un líder sabe ofrecer versiones mejores (y posibles) del futuro.
- Encarnar el liderazgo que necesita el grupo. El primero que se sacrifica, el que predica con el ejemplo: el que vela las armas, se baja el sueldo, no se toma vacaciones. El que se involucra emocionalmente: quien más sufre si la hazaña se aleja y más disfruta cuando se logra.
- Darle el crédito al grupo. El triunfo es colectivo, no individual. Con el liderazgo adecuado, a los miembros de una organización les importa más lo que pueden hacer por el equipo que lo que el equipo puede hacer por ellos. Clave, el reconocimiento.
- Reconocer el esfuerzo, aunque no se haya logrado el objetivo. El triunfo es de todos; la derrota, del líder. La grandeza de los grandes conductores se mide también por su capacidad para apropiarse del fracaso y consolar a los suyos cuando cae vencido. De ahí sale también la mística.
Campeonatos, elecciones, lucha contra el virus, el cambio climático o el autoritarismo. Las sociedades, las organizaciones y los equipos necesitan de líderes que muestren el camino recorriéndolo. Algunos saben comunicar intuitivamente, pero la mayoría necesita aprender. Cuanto mayor es el desafío, menor el espacio para la improvisación. Shakespeare lo tenía claro.
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Tres preguntas a Carlos Mazalán. Es fundador y CEO de Mazalán Comunicaciones. Fue el primer administrador de Internet en su época de estudiante de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional y desde entonces dedicó su vida profesional a la tecnología, las comunicaciones empresariales y al entretenimiento.
- ¿Por qué la comunicación, si parecía que tu vocación era la tecnología?
Lo digo siempre: uno no es lo que estudia, uno es lo que es. Hay que encontrar esa llama. Hace poco vi esa película, Soul, que plantea de alguna manera cuál es la llama que a uno le permite resonar. Yo descubrí que era esto. Y cuando uno mira para atrás, parece obvio. Si hubiera estudiado medicina, capaz que hubiera terminado haciendo divulgación científica, y eso tiene mucho que ver con lo que uno es. Un día un profesor me prestó un modem, y con eso pude conectarme con el MIT y recibir mails. Subía a la terraza de mi casa para poder bajar mis mails, y se los leía a mis compañeros. Me siento testigo directo de esa enorme transformación que vivimos hace unos años y de alguna manera seguimos viviendo.
- Sociedad del conocimiento. ¿Qué te plantea ese concepto?
Es la columna vertebral de lo que estamos viviendo. Empezó con la sociedad del conocimiento y va hacia la economía del conocimiento. En mi época de estudiante, mi libro de cabecera era La tercera ola, de Toffler. Después empezó Peter Drucker a hablar de la aldea global y la sociedad del conocimiento. Hoy hablamos de la brecha digital, que es si estamos o no conectados. Hoy la sociedad del conocimiento hizo que cambien paradigmas: cambió el modo en que nos comunicamos y hacemos negocios, el modo en que se gestionan los estados, el equilibrio internacional. Es mucho más que tecnología, es social. Cuidar la sociedad del conocimiento es como cuidar la democracia, lo más valioso que uno tiene, y uno no siempre se da cuenta.
- ¿Qué es rockear las comunicaciones?
Es un sueño que tenía desde hace años. No es algo multimedial donde mostrás lo mismo en distintos formatos, sino transmedia: como un rompecabezas que se compone de partes que hacen un todo. Rockear tiene reminiscencias de mi banda de rock, pero también tiene que ver con romper, con sacudir. Es conversar sobre cómo las comunicaciones y las tecnologías juntas pueden hacer muchas cosas positivas, y cómo esta pandemia produjo una aceleración de la curva de transformación digital. Voy a lanzar 10 capítulos en mis propias redes (cmazalan en todas ellas) y también en un sitio (rockearlascomunicaciones.mazalan.com) que van a ir en formato, texto, video, pdf, podcast, charla y lo voy a liberar para que la gente pueda conversar. No digo nada desde un púlpito: el contenido lo construimos entre todos.
Para acceder a la entrevista completa a Carlos Mazalán, podés hacer click acá.
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Diversidad & Inclusión. El 25 de mayo de 2020 se encendió una mecha. Un policía mató a George Floyd, el asesinato quedó registrado en un video que pronto se viralizó, y millones de personas salieron a mostrar su indignación en los Estados Unidos y el resto del mundo. El gobierno de Donald Trump, en año electoral, sintió en carne propia la furia de la multitud que salió a manifestarse en las calles y redes sociales.
Este artículo de Ted Kitterman describe la evolución en el último año de los movimientos que promueven la diversidad y la inclusión y recopila una serie de tips para comunicar esa agenda de manera efectiva: escuchar, evolucionar el discurso, dar continuidad a las acciones, reformular el impacto emocional, medir el impacto de las campañas... y un etcétera generoso. La muerte de George Floyd funciona como disparador de la agenda de igualdad racial, aunque la mayoría de las propuestas de comunicación aplica a los colectivos LGTB+, de género y muchos y otros.
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Academia. La excelencia en el ejercicio de la profesión de relaciones públicas comienza con la calidad de la educación universitaria. Teaching Public Relations: Principles and Practices for Effective Learning, el libro de Peter Smuddle, presenta un enfoque integral y práctico para la enseñanza de esta profesión: propone un desarrollo curricular y el diseño de cursos, guías y herramientas para los educadores de relaciones públicas.
Publicado en 2020, probablemente sea el primer trabajo que sintetiza de manera sistemática los principios y prácticas actuales para la enseñanza efectiva de esta profesión. Recomendable.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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