4 motivos para generar más fábricas de bosques y un ejemplo notable- RED/ACCIÓN

4 motivos para generar más fábricas de bosques y un ejemplo notable

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Plantar árboles, la única alternativa. Tres preguntas a Alejandro Benatar, integrante de la agrupación Todxs por el Yirigoyen.

Una imagen de personas trabajando para recuperar la vegetación del arroyo Yrigoyen y sus alrededores.

Foto: Facebook @TodxsporelYrigoyen. Intervención: Julieta de la Cal.

¡Buenas tardes! Quisiera que reflexionáramos, una vez más, sobre por qué, en los tiempos actuales, plantar árboles es el único camino posible.

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Una imagen de personas trabajando para recuperar la vegetación del arroyo Yrigoyen y sus alrededores.
Foto: Facebook @TodxsporelYrigoyen. Intervención: Julieta de la Cal.

Cuando pensamos en el calentamiento global, nos dicen los especialistas, científicos, los que saben, que ante el aumento de la temperatura del planeta 1.5-2 grados en los próximos 30 años, una de las respuestas más contundentes es plantar árboles nativos.

Alguien dijo que, en realidad, hay que plantar a una enorme escala. Y que, entre 10 y 12 años, habría que plantar la superficie equivalente a Estados Unidos en todo el mundo. Parece lejano, pero no imposible. Y es, de estas cosas, que hay que hacer o hacer: no hay otra posibilidad.

Esto genera la idea de tratar de multiplicar “fábricas de bosques”. Lugares donde se germinen semillas de árboles nativos, que alguien cuide los plantines, los vaya traspasando de maceta en maceta, que sean arbolitos que luego se conviertan en árboles. Y que, cuando tengan entre dos y tres años, sean plantados en un lugar recomendable.

Estos son algunos números que refuerzan la necesidad de fabricar bosques:

  • Si plantamos un solo árbol nativo, ese árbol, dentro de un período de entre 10 y 20 años va a rescatar del ambiente, del clima, de las lluvias, de la tierra, agua para tres personas cada año.
  • Si cada uno plantara tres árboles por año, equilibraríamos la tala. Por lo menos en América del Sur y Argentina. Esto significa que cada año por cada uno de nosotros se pierden tres árboles por la tala.
  • La huella de carbono es todo lo que nuestra actividad personal, comunitaria, industrial, tecnológica genera en gases de efecto invernadero. SI plantáramos cada uno de nosotros 14 árboles, en 10 o 20 años estos árboles equilibrarían nuestra propia huella de carbono.
  • Cada uno de nosotros necesita 22 árboles para tener el oxígeno suficiente para un año. Plantando 22 árboles por año, tenemos garantizado el oxígeno para toda la vida.

Espero que estos cuatro números simples, contundentes e interesantes nos motiven a generar más fábricas de bosques: personas comprometidas que recojan semillas de árboles nativos cada año, que las germinen en sus casas o trabajos, que cuiden los planteles que van apareciendo y a los 2 o 3 años planten los árboles en lugar más apropiado.

Ante tantas cosas que uno piensa que puede hacer, tantas cosas que escucha sobre el calentamiento global, a veces se duda sobre qué hacer. Mientras pensamos y dudamos qué podemos hacer, plantemos un árbol. Mientras sigamos con dudas y sin tener claro el panorama, plantemos un árbol.

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Una mujer señala un cartel dentro del Área Natural Yrigoyen.
Foto: Facebook @TodxsporelYrigoyen

Quiero rescatar el trabajo que realiza un grupo de personas de la costa de la zona norte de Buenos Aires, en Olivos, junto al Río de la Plata. “Todxs por el Yrigoyen” es el nombre es este conjunto de ciudadanos y ciudadanas que desde hace cinco años están rescatando una reserva. Una reserva natural que simplemente quedó allí. Tiene tres ambientes: uno cercano al arroyo Yrigoyen. Allí están definiendo y plantando especies, lianas, arbustos, herbáceas, árboles que tengan que ver con los bordes del agua.

El segundo es el pajonal que tiene las cortaderas, lo que solemos llamar yuyos muy altos, un lugar histórico de nuestro universo pampeano. Y en tercer lugar un bosque de tala, con muchas otras especies. Este bosque, metro a metro, lo van corrigiendo, mejorando, extrayendo pantas exóticas, abriendo espacios de luz para que cada planta nativa nueva reciba la suficiente.

Es maravilloso cómo un terreno que estaba abandonado, con cascotes y piedras, que mide cuatro o cinco manzanas, está volviendo a ser el lugar que era hace 500 años. Es un trabajo monumental y muy recomendable de ver.

Tres, cuatro, cinco días a la semana e incluso los feriados, un grupo de personas voluntariamente se acerca a limpiar, a rescatar plásticos botellas, llevan sus planteles, recogen semillas. Es uno de los pocos lugares donde puede verse cómo se rehace un bosque, cómo renace, cómo es posible su resurrección en estos momentos tan complejos.

En general basta con dejar de tocar en la naturaleza para que reviva. Aquí hay una mirada científica, y auténticamente verde, que intenta, con mucho éxito, regenerar un bosque. En una, dos o tres generaciones, va a haber una reserva natural con una porción de arroyo, sus especies y su biología; otra de pajonal, con su fauna y flora y también un bosque, como tercera parte de este emprendimiento, que es salvar una reserva, muestra un trabajo admirable.

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El origen del proyecto.  “Allá por el 2015, un grupo de personas que disfrutábamos del espacio que hoy es el Área Natural Yrigoyen vimos la necesidad de actuar, ya que empezamos a ver camiones que trabajaban para el municipio que iban a tirar escombros ilegalmente en el lugar. Muchxs nos conocimos en ese lugar. En ese momento decidimos organizarnos para proteger el espacio y que tenga el reconocimiento por parte del Estado como una reserva con guardaparques, un plan de manejo donde la ciudadanía sea parte activa de este espacio”, cuentan desde la organización. Y aclaran: “Presentamos un proyecto de reserva en la municipalidad, con copia a todos los bloques del concejo deliberante, pero nunca se trató”.

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Parte del grupo de vecinos de Vicente López que trabajan por la restauración del Yrigoyen.
Parte del grupo de vecinos de Vicente López que trabajan por la restauración del Yrigoyen.

Tres preguntas a Alejandro Benatar, uno de los integrantes de la agrupación que trabaja por el arroyo Yirigoyen, quien habla en la entrevista de las motivaciones y desafíos de todo el equipo [Por David Flier].

—¿Qué los motiva?
—Este es un espacio único en Vicente López en el que se puede conocer un poco de la naturaleza que hoy ya no existe en otras partes, porque fue sepultado bajo cemento, basura o escombros. La motivación está en proteger este lugar y que sea un espacio natural y agreste en el que la comunidad pueda disfrutar. Que sea un espacio de educación ambiental. Si bien el Área Natural Yrigoyen está sobre rellenos de escombros, la naturaleza hace un trabajo de reversión, que estamos acompañando, plantando muchas de las especies autóctonas y endémicas que desaparecieron por la desidia y la mala praxis de rellenar las costas con escombros que desde hace décadas se viene realizando.

—¿Cómo puede ayudar alguien que quiera involucrarse?
—Realizamos periódicamente actividades de plantación, limpieza, armado de caminos, riego, entre muchas otras. Venir a disfrutar y difundir la existencia de la reserva ayuda muchísimo. El lugar se beneficia con gente que siente y se conecta con la reserva. Siempre se puede venir a dar una mano para que la reserva esté cada vez mejor. Otras forma es cultivando especies autóctonas rioplatenses para plantar en las actividades de restauración ambiental. Para la persona que le interese podemos darle semillas de algunas especies que luego, cuando tengan un tamaño adecuado, se plantarán en el espacio.

—¿Qué aprendieron en este tiempo y qué desafíos tienen por delante?
—Aprendimos que este es un espacio esencial para una buena calidad de vida de quienes vivimos en Vicente López. La pandemia dejó en claro que los espacios verdes ayudan a la salud física y mental. También, que acercan a quienes vivimos en ciudades a desconectarnos de nuestras rutinas y sumergirnos en la naturaleza para relajarnos y aprender de ella a través de la observación y el cuidado. También, la importancia y la fuerza que otorga trabajar colectivamente para proteger la reserva. Nuestro desafío es llegar a más personas y lograr un compromiso activo de buena parte de la población para que se sumen y acompañen la movida del Yrigoyen. Y que la defensa de espacios naturales se replique en todos lados. En muchos lugares hay algún espacio para proteger, solo hay que dar el primer paso y comprometerse.

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Todos tenemos la oportunidad de aprender sobre el cuidado de nuestro planeta. A propósito de eso, quiero compartirte la propuesta de Cascos Verdes, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja desde el año 2007 por la inclusión de personas con discapacidad intelectual a través de la educación ambiental.

Recientemente la organización abrió las inscripciones para el Curso de Educación Ambiental (CEA), una propuesta virtual para que personas con discapacidad intelectual se formen en temáticas ambientales, mejoren el uso de la tecnología, así como sus habilidades sociales y autonomía. 

El curso, con una duración de 2 años, comienza en abril. Las clases se complementan con visitas y talleres educativos virtuales. Se cursa dos veces por semana, dos horas y media cada vez. Es gratuito y el proceso de admisión está abierto.

Podés conocer más acá.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mando un gran abrazo.

Juan