La contaminación del aire disminuyó en grandes ciudades, desde Pekín y Shanghái, en China hasta Buenos Aires y Córdoba, en Argentina. Las emisiones diarias de dióxido de carbono (CO2) se redujeron un 17% a nivel global en el pico de confinamiento, el 7 de abril. La pandemia parecía dar esos escenarios que se creían inalcanzables.
Pero los expertos ya alertaban: se trataba de efectos temporales ante medidas de suspensión de actividades, como el transporte y la industria; no de resultados de políticas ambientales y climáticas sostenidas en el tiempo. De hecho, recientemente la NASA dio a conocer que la contaminación atmosférica repuntó en China tras la reactivación de actividades.
La semana pasada, 350 organizaciones que representan a más de 40 millones de profesionales de la salud -incluyendo a expertos de los hospitales argentinos Fernández, Rawson y Garrahan- pidieron a los líderes del G20 (Argentina es país miembro) que la recuperación pospandemia sea saludable para las personas y el planeta.
Un grupo de referentes latinoamericanos -como el promotor argentino de nuevas economías Pedro Tarak- hizo un reclamo similar para que en la región el futuro sea sostenible. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un manifiesto para una recuperación saludable y “verde”.
No quedan dudas de que es necesario salir de la crisis del nuevo coronavirus de una forma amigable con el ambiente. Pero, ¿es posible? ¿Es rentable encararlo de esa manera? Mientras el foco de los gobiernos -en especial de los países en desarrollo- está en reactivar la economía, analizamos cuatro ejes para esa recuperación pospandemia.
Energía: ¿seguir defendiendo Vaca Muerta o dar impulso a las renovables?
Las renovables fueron la única fuente de energía que creció en demanda durante el primer trimestre del año a nivel mundial, en pleno contexto de pandemia y confinamiento. Todos los combustibles fósiles -petróleo, carbón y gas-, por el contrario, sufrieron una caída.
¿Los motivos en favor de las renovables? Mayor capacidad instalada de proyectos y despacho prioritario de entrada a la red eléctrica frente a las fósiles. El registro de la Agencia Internacional de Energía evidencia una continuidad de esa tendencia para el resto del 2020: aún con algunos desafíos, pero gracias a los bajos costos de operación y acceso preferencial a distintos sistemas de energía, la demanda de renovables seguirá en aumento.
¿Qué ocurrió en la Argentina? Según el último Informe de Tendencias del Instituto Argentino de Energía, la producción de petróleo convencional, gas y gas convencional cayó en marzo, y la generación a través de energías renovables aumentó 75.4% interanual en dicho mes. El 11 de abril se alcanzó un récord: el 18.6% de la demanda energética vino de fuentes renovables, con la eólica liderando.
Un análisis del consumo energético durante 2019 de la Agencia Internacional de Energías Renovables confirmó esta semana que la energía renovable es cada vez más barata que cualquier nueva capacidad eléctrica basada en combustibles fósiles.
¿Por qué entonces seguir apoyando a una industria que nos aleja de los compromisos climáticos y que no responde positivamente a una crisis?
Para Ignacio Peña, consultor en energía, es justamente si prima la urgencia económica que hay que apostar a las renovables: “Son más baratas y generan más empleo, incluso de forma más federal. Tenemos ventajas competitivas para eólica y solar, y no las estamos aprovechando. La Argentina viene resistiendo al cambio y está apostando a combustibles fósiles que son fuentes de energía sin futuro. El precio del petróleo va a caer y vamos a estar todos los años sacando plata para mantener una industria obsoleta. Vamos a ver una revolución mundial hacia las renovables y nosotros podemos ser parte”.
En sus medidas para una recuperación económica que conciba al clima y favorezca el camino hacia una economía verde, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres fue contundente: “Se debe poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles”.
“Las renovables pueden salir beneficiadas en el país porque la crisis económica y la pandemia hacen que al proyecto de Vaca Muerta lo dejemos un poco en carpeta porque el precio que necesita para ser rentable no se condice con el precio del barril a nivel internacional”, explicó a RED/ACCIÓN la economista especialista en energías renovables, Florencia Balestro, y agregó: “Las restricciones en el comercio internacional hacen que los países tengan que vivir con lo propio y las renovables podrían amortiguar la necesidad de importar combustibles”.
Movilidad: ¿cómo replanificar las ciudades?
Si bien la aviación fue una de las actividades más afectadas por el confinamiento, el transporte terrestre fue el sector que más impacto tuvo en la reducción de las emisiones diarias de CO2 (el principal gas de efecto invernadero contribuyente al cambio climático), según un estudio liderado por la Universidad de East Anglia, de Reino Unido. El sector representó un 43% de la reducción, seguido de la industria y la energía, que juntas figuraron otro 43%.
En su análisis detallado de la Argentina, se evidencia que el transporte terrestre también lideró la reducción de emisiones de CO2 a nivel local.
“Construir ciudades saludables y habitables”, dice el manifiesto de la OMS en una de sus “recetas” para una recuperación saludable y verde. Ciudades en las que los viajes se realicen de manera más eficiente para garantizar el distanciamiento físico y contribuir a reducir la contaminación del aire.
Para ello, Andrés Borthagaray y Carolina Huffmann coinciden en que la promoción de la peatonalización y de carriles exclusivos para bicicletas es la clave. El director del Instituto Ciudad en Movimiento enumera algunas medidas necesarias en favor de una movilidad más eficiente: reorganizar actividades para generar menor concentración en horarios pico y continuar con algunas actividades laborales desde casa, asignar mayores espacios en la calle a la movilidad de las personas, promover que al menos dos personas viajen por auto para disminuir la cantidad de vehículos en tránsito, alentar y hacer más amigable el uso de la bicicleta.
La socia fundadora de Urbanismo Vivo destaca que la promoción de la bicicleta dependerá de la escala y densidad de cada ciudad, ante lo cual se podrían repensar los usos de taxis y otros servicios en auto como transportes alternativos.
Huffmann agrega tres consideraciones no menos importantes: reflexionar sobre cuántos viajes ineficientes hacíamos antes y optimizarlo a futuro; el costo que el confinamiento ha significado para nuestro cuerpo y la necesaria recuperación de movilidad que exigirá; la promoción de la empatía urbano-social para que, ante el miedo al otro, no desconectemos con el entorno. “Tenemos que trabajar para recuperar la vida urbana y repensar las calles como espacio público”, concluye.
Alimentación: ¿el auge de la producción local llegó para quedarse?
Otra de las “recetas” en el manifiesto de la OMS es promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles, es decir, que garanticen acceso de alimentos nutritivos y que tengan principios de producción más amigables con el ambiente.
Indirectamente, eso ocurrió durante el aislamiento en Argentina. La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), que reúne a familias campesinas y productoras de alimentos agroecológicos de 15 provincias, tuvo un pico de venta de verduras durante la primera semana de la cuarentena. Hoy, mientras decayó la venta de sus productos en almacenes y mercados, se duplicó la venta por bolsones armados de verdura agroecológica de estación recién cosechada.
¿Será esta preferencia por alimentos agroecológicos un efecto temporal? “Se sumaron clientes que no sabían que existían bolsones, ni productores agroecológicos locales. Creo que son clientes que van a quedar porque ahora conocen a la organización”, reflexiona Delina Puma, secretaria de Producción de la UTT.
Para Angie Ferrazzini, la producción agroecológica es una segunda instancia necesaria. La primera: la producción local. Tras la imposibilidad de abrir los mercados Sabe la Tierra que fundó en ciudad y provincia de Buenos Aires, se adaptaron durante el aislamiento y comenzaron a ofrecer sus productos, bajo criterios de elaboración sustentable, con la movilidad de bolsones, venta online y puntos de retiro.
“Se necesita mayor concientización en verdulerías y almacenes para que elijan ofrecer producciones locales, y de los consumidores por comprarlos”, propone Ferrazzini y se ilusiona: “¡Sueño con ver que los supermercados le compran a los productores locales!”. El plus: lo producido localmente es más barato, o debiera serlo. El desafío: la competencia de precio en el volumen de los grandes productores.
La agricultura urbana también aparece como una alternativa, según cuenta Andrés Polack, director de la Estación Experimental Agropecuaria del AMBA del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Se pueden promover opciones de autoconsumo a través de la horticultura vertical o la hidroponía. También, a través de huertas locales colectivas en que distintas familias tienen su parcela en un espacio común. “La recuperación pospandemia invita a replantearse la eficiencia con la que estábamos usando los recursos. Hay que dejar de recorrer distancias innecesarias, hay que facilitar canales más directos de distribución”, opina.
Naturaleza: ¿cómo implementar soluciones económicas y saludables basadas en ella?
“Proteger y preservar la naturaleza”, dice la primera “receta” del manifiesto de la OMS. ¿Por qué hacerlo? Porque es la fuente de la salud humana. Por ello, la organización pide que la recuperación pospandemia conciba una disminución de ese impacto negativo que se genera en el ambiente a través de, por ejemplo, la deforestación, el cambio climático y prácticas agrícolas y ganaderas intensivas. De hecho, estas tres actividades que estresan los ecosistemas son algunos de los factores que promueven la emergencia de enfermedades transmitidas de animales a humanos.
Sobre ello pone el foco el Día Mundial del Ambiente de este año, que tiene a la biodiversidad como tema central y a “La hora de la naturaleza” como lema. En esa redefinición del vínculo humano-naturaleza, se encuentra la de promover soluciones basadas en ella. Es decir: acciones que gestionan de forma sostenible los ecosistemas, los protegen y restauran, al mismo tiempo que otorgan beneficios para el bienestar humano y la biodiversidad.
Manuel Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Vida Silvestre, ejemplifica con un caso que considera de enorme potencial local y de necesaria promoción pospandemia: la ganadería de pastizal, basada en el uso sustentable de pastizales naturales y la conservación de su biodiversidad. “A través de una actividad productiva, se conservan pastizales naturales y, en ellos, una altísima biodiversidad; al mismo tiempo que se generan menos emisiones de CO2”.
Otras acciones necesarias para preservar la naturaleza local y evitar la propagación futura de enfermedades, según Jaramillo: controlar e implementar prohibiciones ante la cacería furtiva de vida silvestre, regular las especies exóticas invasoras, no promover métodos ganaderos de confinamiento.
“El mal vínculo que existe entre el ser humano y la naturaleza promueve la aparición de enfermedades. Estamos viendo que, si tenemos un ecosistema sano, éste es más resiliente”, sostiene.