Este lunes 11 de diciembre volverá a subir sus persianas la librería Clásica y Moderna, un símbolo de la cultura de Buenos Aires ubicado en Avenida Callao 982. El proyecto de puesta en valor es de Raquel Rodrigo, quien también hace seis años recuperó el restaurante El Tropezón a unas pocas cuadras de allí.
Clásica y Moderna tenía 80 años de historia cuando en 2019 tuvo que cerrar por una gran deuda de alquiler. Natu Poblet fue la última persona que le había dado vida al espacio y, tras su muerte en 2017 y la caída en las ventas, sus herederos tuvieron que cerrarla.
En Clarín, Raquel Rodrigo contó que ahora está enfocada en recuperar joyas de Buenos Aires que cerraron porque ama lo porteño y le parece fundamental volver a abrir estos espacios. Cuando empezó a averiguar por Clásica y Moderna, se encontró con que la familia no quería vender la propiedad, pero sí aceptaron alquilarle el espacio y venderle todo lo que había adentro.
Clásica y Moderna era un espacio de cultura, encuentros y tertulias que reunió durante décadas a célebres escritores, músicos y artistas. Además de funcionar como librería durante todo el día, era espacio de gastronomía y música por las noches, al que argentinos y viajeros del mundo visitaban periódicamente.
Entre otros objetos recuperados, Rodrigo contó que se rescató el piano de media cola que había sido un regalo de Sandro al lugar. Además, por suerte, cuando abrieron el espacio todos los libros estaban intactos. “Hay más de 6.000 volúmenes en perfecto estado de conservación”, contó a Clarín.
La historia de Clásica y Moderna comienza en 1916, cuando el español Emilio Poblet (abuelo de Natu) emigró desde Madrid y fundó la Librería Académica de Poblet e hijos. En 1938 Francisco, uno de sus hijos, se separa del negocio para crear con su esposa Clásica y Moderna.
La primera época dorada de la librería fue en las décadas de 1950 y 1960. En los 70, se protegieron libros prohibidos en el fondo del local. Después de la muerte de su padre, Natu lo convirtió en un lugar de encuentros, cursos, conferencias, presentaciones y recitales. En 1988 lo refundó con su hermano Paco, sumándole un restaurante y un bar donde comenzó a sonar jazz, bossa y blues.
